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OHM

Tenía más de dos semanas sin saber absolutamente nada de Nanon. No había día en el que no pasara horas y horas mirando mi celular implorando porque respondiera alguno de los mensaje que patéticamente le había enviado, pero eso no sucedía. El silencio en el que me tenía era insoportable.

Tanto así que tenía horas considerando hacer una llamada a Ámsterdam. Me había comprometido a darle su espacio y dejar que él resolviera las cosas en soledad, pero para ser sinceros era yo él que necesitaba estar a su lado. Por lo que después de haber platicado toda la tarde con New me había decidido. Viajaría a Ámsterdam de nuevo.

Me senté en la cama, esperando pacientemente con el celular pegado a la oreja que me atendiera la llamada.

¿Hola? — escuché la voz femenino luego de un par de tonos de llamada entrante, y al instante sonreí de oreja a oreja.

— Hola Ning, soy yo, Ohm — hablé relajado, viendo mi maleta ya lista a un costado de mi habitación. Ya estaba preparado para ir al aeropuerto pero había decidido hablarle a la madre de Nanon para avisarle de mi llegada. No quería caer de pronto en plan, entrometido. Me rasque la nuca, escuchando la sorpresa en la voz de la mujer al otro lado de la línea.

¡Ohm! mi niño, ¿Cómo estás? — habló feliz, por lo que al instante me contagie de su sentimiento.

— Muy bien, ¿y ustedes? ¿Cómo están todos por allá? — pregunté esperanzado deseado que me dijera que todo estaba bien. Que Nanon estaba bien.

Oh, muy bien Ohm, muy bien, todos estamos bien por aquí. No te preocupes — sonreí en paz luego de escuchar aquello.

— De acuerdo, llamaba porque... Creo que no sería de muy buena educación ir a visitarlos sin avisar antes... ¿Hay algún problema si...? — empecé a preguntar pero ella me interrumpió antes.

Para nada Ohm, no digas tonterías, sabes que siempre serás muy bienvenido aquí — cerré los ojos con demasiada alegría cuando dijo eso — Además, extraño mucho a Nanon, ¿te importaría traerlo contigo?... Hace mucho que no sé nada de él... — y luego de decir eso, rio.

La sonrisa que se me había formado se me borro casi al instante. Entreabrí los ojos y luego apreté el celular con mis manos, respirando con dificultad.

— ¿Ohm? ¿Hola?...

— ¿Quiere decir que él... No está ahí? — balbuceé desconcertado.

¿Aquí...? — volvió a reír — Desde que ustedes se fueron a Tailandia no he vuelto a ver a mi hijo.

Sentí como si el aparato electrónico que sostenía en mis manos pesara cien kilos más de lo normal. Los músculos del brazo me temblaron mientras lo sostenía, cada vez con más fuerza y dificultad.

— Oh... — una descarga de terror me hizo estremecer — ¿No sabe dónde esta él?

— Claro que sí, está contigo ¿no?

La desesperación me aguo los ojos cada vez más abiertos y me dejo sin habla. Mierda... Si Nanon no estaba allá... Ni tampoco conmigo... Entonces ¿Dónde estaba?

— Ohm ¿Qué sucede?... Me estoy asustando un poco.

No pude contestarle.


[ ... ]


Los días pasaban uno tras otro y Nanon seguía desaparecido.

Hacía tiempo ya, que el hombre encargado de su búsqueda nos había aconsejado publicar la situación en redes sociales. Al principio yo me había negado rotundamente, porque hacer aquello seria como compartir una información demasiado personal, y seguramente muchos se aprovecharían de la situación de alguna u otra forma, sin mencionar a los miles de fans y amigos que se preocuparían sinceramente. Yo no quería eso, no quería que se hiciera un escándalo. Pero el investigador explico que no hacerlo sería perder una oportunidad única. Personalmente nos explicó a Ning y a mí, que las posibilidades de encontrarlo serian muchísimo más elevadas mientras más gente supiera de su desaparición.

Sin luz || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora