59

107 23 15
                                    

OHM

Suspiré con cansancio cuando el placer menguo un poco, y entonces decidí abrazarle una vez más. Esta vez con mucha suavidad, besando luego su sien mientras él seguía disfrutando de los últimos momentos de su liberación con la boca entreabierta y la cabeza echada hacia atrás.

— Me derrito — susurró exhausto, riendo con debilidad. Sonreí con él, escuchando su respiración que le elevaba un poco el pecho y que lo apegaba al mío — ¿Puede alguien derretirte estando tan mojado?... Pensé que era imposible ¿sabes?

— Tú eres "Korapat Kirdpan", para ti nada es imposible — él solo sonrió en silencio contra mi pecho por mi particular afirmación.

De pronto sentí que todas mis extremidades se habían vuelto gelatina por lo flojas que estaban, ya que intente ponerme de pie, pero no lo logré.

— No te vayas, quédate — pidió al entender mis intenciones. Me rodeó con sus brazos posesivamente y me apretó contra él. Reí tontamente, ya que se sentía muy raro tener su cuerpo desnudo contra el mío, y lo más gracioso parecía que ninguno de los dos estaba avergonzado.

— Tengo que apagar el fuego para que podamos dormirnos sin preocupaciones — expliqué, escondiendo mi rostro en su cuello una vez más. Él se estremeció, riendo, ya que yo había comenzado a hacerle cosquillas con mi nariz.

— Tú tranquilo, las luciérnagas del cielo se encargaran de apagarlo.

— Nanon, son estrellas, no luciérnagas — miró hacia afuera de la tienda de campaña pensativo.

— Entonces nuestras gotas de lluvia lo apagaran — comencé a reír fuertemente al oír su respuesta.

— Te quiero mucho Nanon, de verdad.

— ¿Solo me quieres? — tenía la sensación de que él aún estaba bajo los efectos de la supuesta droga misteriosa que habíamos ingerido por error, mientras que yo ya comenzaba a recuperar parte de mi lucidez poco a poco.

— No, yo te amo — le sonreí, y él se puso serio. Me sorprendió ver lo rápido que sus ojos se cristalizaron.

— ¿De verdad? — lloró, y sus labios comenzaron a temblar. Me enternecí muchísimo al ver su carita emocionada y sollozante.

— Claro que sí, ya te lo había dicho.

— Ella me dijo que tú mentías.

— Pues no lo hago, yo te amo como nunca imagine amar a nadie.

— Claro que no.

— Claro que sí — insistí.

— Te odio — bromeó, mientras me sacaba la lengua.

— ¿Quieres ser mi novio?

— No, no, no — reí, por su gruesa voz repentina y teatral. Me incliné para besarle la frente, para después acariciarle el cabello.

— Por favor...

— No lo sé, ahora te odio, no puedo aceptar.

— Entonces ámame otra vez... — le supliqué.

— Eres como un oso de peluche — me ignoró, abrazándome melosamente — ¿Puedo usarte de colchón esta noche?

— Solo si aceptas ser mi novio.

— De acuerdo, es un trato.

Nos quedamos abrazados después de eso, fatigados y felices, el uno contra el otro. Y fue luego después de unos minutos que sentí que los brazos de Nanon se aflojaron levemente. Su respiración se volvió profunda, lenta y pesada. Se había dormido.

Sin luz || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora