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OHM

Al paso de los minutos, mi mente al fin se despejo. Por lo que no tarde en ponerme a idear un plan de lo que debía hacer. No era momento de ponerme contento o de soltar ninguna clase de llanto por la repentina aparición de Nanon. Ahora debía enfocarme en él, en que tal vez estaba lastimado y necesitaba ayuda. Y a pesar de sus pedidos yo no podía quedarme quieto y simplemente mirar. Esta vez no.

Comencé a removerme lo más sigiloso posible para no despertarlo. Si él recobraba la conciencia sabía que iba a pedir una vez más que no llamara a nadie y yo no quería ceder; sería más fácil si Non permanecía dormido, además se veía muy cansado y no quería perturbarle su descanso.

Comencé a buscar mi celular, no cabía duda de que ese aparato tenía la capacidad de desaparecer en los momentos menos oportunos. Finalmente recordé que cuando Nanon había tocado la puerta yo había previamente usado mi celular para comprobar la hora. Gracias a ello pude acordarme de que deje el aparato en el mueble a un lado de la entrada, donde comúnmente dejo las llaves. Caminé hasta allí y suspiré aliviado al ver que efectivamente ahí estaba el pequeño aparato negro.

El alivio no duro nada cuando tomé el celular entre mis manos y comprobé que no encendía.

— No puede ser — gruñí entre dientes, presionando desesperado el botón que servía para encenderlo — No, no, no — caminé una vez más en silencio en busca del cargador de este. No entendía porque no encendía, si estaba casi seguro de que antes le quedaba bastante batería.

A partir de ese momento sentí que todo comenzó a salir mal.

En cuanto encontré el cargador y lo conecté a la luz eléctrica, lo único que obtuve fue... Nada de nuevo. Ya que el aparato no se encendió. No era un problema de batería y no tenía idea de cuál era el verdadero problema, aunque tampoco me quede mucho tiempo pensando en eso.

Inmediatamente decidí ir hasta el teléfono que tenía en casa para comunicarme con el portero del edificio, pensando que podría pedirle a esté que llamara a una ambulancia; pero aquello tampoco funciono. Nadie contestó el teléfono ni siquiera luego del sexto intento, en el séptimo ni siquiera se escuchó el tono telefónico. La línea estaba completamente muerta, y mi paciencia y nervios estaban a punto de hacerme explotar.

Con pasos fuertes y exasperados camine hasta la puerta, ya sin importarme si hacia ruido o no. Yo mismo iría a pedir ayuda.

Me quede de piedra al no lograr abrir la puerta a la primera.

Fruncí el ceño apretando los labios y los puños. No recordaba haberle echado llave. Intente una vez más, pero la puerta no cedió ante mis esfuerzos. Confundido busque la llave con la mirada y cuando las encontré intente abrir de nuevamente, pero no lo logre.

Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba encerrado y totalmente incomunicado dentro de mi departamento, y la ansiedad se retorció inmediatamente en mi pecho con fuerza.

En serio no entendía que fregados estaba sucediendo. Y para sumar otro infortunio, la cabeza comenzó a dolerme a tal punto de hacerme apretar los parpados fuertemente. Hacía demasiado que no sentía esta clase de dolor, y fue tan repentino que hasta tuve que sostenerme de la pared más cercana para estabilizarme un poco.

Comencé a darme vuelta con lentitud sin dejar de agarrarme de la pared, dispuesto a sentarme en algún lugar hasta que la jaqueca cesara. Ya luego podría pensar bien que hacer, pero con este dolor me era imposible.

En cuanto abrí mis ojos luego de terminar de girar sobre mi propio eje, solté un jadeo atusado al ver a Nanon de pie frente a mí, inmóvil, mirándome inexpresivo.

Sin luz || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora