Epílogo

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NARRADOR

Conocer la historia de un esquizofrénico cuando está en estado psicótico, no es conocer su historia en absoluto.

Porque sí, es verdad. Su enfermedad es jodida, lo lleva a tener momentos crudos la mayoría del tiempo, pero en medio de todo eso, existe su verdadera historia; la que te puede contar sin alucinaciones, llena de realidad, de humor, de buenos momentos, de todo lo que es capaz de vivir sin importar el diagnostico.

Ohm y Nanon eran solo dos chicos veinteañeros luchando con los típicos problemas que se viven a esa edad, más uno. La enfermedad mental de uno de ellos.




OHM



El aroma de algo dulce recién cocinado empieza a inundar mis fosas nasales. Abro mis ojos con pereza. Estoy en mi habitación de siempre, el color violeta de las paredes siempre me hace sonreír al despertar. Recuerdo cuando Nanon llego con los botes de pintura de ese color en específico alegando que había leído en Internet que justo esa tonalidad en las paredes iba a ayudar a calmar mi sistema nervioso, haciendo que la tranquilidad me invadiera al estar en este lugar. En nuestro lugar. Y aunque pareciera muy bobo, era verdad. Ver este color plasmado en la pared me generaba tranquilidad. Creo yo que más que por el color en sí mismo, todo iba acompañado del mensaje de reafirmar cada día que soy amado, que hay alguien en este mundo que se preocupa tanto por mí y por mi tranquilidad que se dispuso a cambiar el tono de color de las paredes en un intento por ayudarme.

Eran muchas las ocasiones en las que me odiaba a mí mismo, que las voces en mi cabeza me hacían creer que era la peor persona sobre la faz de la tierra. Una sanguijuela que solo se dedicaba a robarle la energía a los que estaban a su alrededor. Que quererme no era algo bueno de hacer.

Pero siempre, de alguna u otra manera Nanon, mi familia, mis amigos, mis fans, lograban hacer callar las voces y me convencían con palabras, con acciones que yo era parte de su vida, que me amaban y que a pesar de mi enfermedad yo era un ser humano que valía y que apreciaban tener en su vida.

Decido levantarme de la cama con la intención de ir a descubrir que era eso tan delicioso que me había despertado hace un momento. Me encaminé hacia el baño cuidando no mover mucho mi muñeca, pues no quería alarmar a mi bonito si no era necesario.

Abrazada a la piel de mi mano se encontraba una pulsera con cascabeles pequeños en forma de notas musicales, esto me ayudaban a tres cosas en particular. La primera a recordar lo mucho que amaba a Nanon y lo correspondido que era. La segunda a tener siempre la música presente en cada momento de mi vida, recordándome lo mucho que me ayudaba y me hacía sentir bien oírla, escucharla, créala. Y por último la tercera y la más importante, estos cascabeles eran el llamado de alerta por si algo en mi cabeza me asustaba a tal punto de no poder continuar con mi caminar. Nunca estaba solo en casa... Eso lo sabía, solo bastaba con sacudir mi mano con fuerza y hacer sonar a los ruidosos cascabeles para que la persona que me acompañara en este momento corriera a mí lado para estar conmigo y ayudar a espantar cualquier cosa que me estuviera afligiendo. Era como mi arma secreta, sin dejar de mencionar que también había sido idea de Nanon.

Muchas cosas en la casa eran idea de él, y no lo culpaba. Entendía a la perfección que tenía que ayudarse de lo que fuera para poder sobrellevar toda la mierda que nos golpeaba de vez en cuando o de vez en mucho en ocasiones. La pintura, la pulsera con los cascabeles, y mis favoritos; los post-its o cuadros con mensajes en cada rincón de mi hogar.

Sin luz || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora