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OHM

A la mañana siguiente, cuando desperté con dolor de cabeza y sequedad en mi garganta, Nanon no estaba en su cama, no estaba en la habitación.

Afuera, por la gran ventana con asombrosas vistas, podía verse claramente el agua congelada cayendo desde el cielo lentamente, estaba nevando. El cielo se había vuelto gris obscuro, casi parecía que aún era de noche. Solo algunos pequeños y valientes rayos de sol se asomaban entre las nubes gordas y llorosas.

Me acurruqué bajo las sábanas de mi cama luego de haberme tomado una pastilla para el dolor de cabeza, y me quedé viendo la nieve caer sin ninguna expresión en mi rostro. Había leído que en Ámsterdam rara vez nevaba, pero cuando lo hacía la ciudad tomaba una belleza extraordinaria.

La mochila de Nanon estaba aún en la habitación, por lo que deduje que volvería pronto. Pero, de todas maneras, me preocupaba muchísimo el no saber dónde estaría. No tenía miedo que se perdiera, porque después de todo sabía que el GPS lo traería de vuelta al hotel, pero imaginármelo caminando sin rumbo por las calles nevadas, con la mirada baja, ojos rotos y pasos pesados, el pecho se me apretaba y mi corazón tartamudeaba incomodo. Aunque tal vez... Él estaba bien. Tal vez estaba tomando el desayuno por ahí, riéndose de todo lo que había sucedido.

No podía saberlo con exactitud.

Recordaba todo. Absolutamente todo lo que había sucedido anoche. Cuando caminamos por la ciudad, el restaurante en el que cenamos, la discoteca, los tragos, la música, las luces y el desenfreno alocado que se respiraba en el ambiente. Aquella chica de cabello rosa que me había hecho reaccionar, obligándome a causar una patética escena de celos.

Recordaba también los movimientos de Nanon; su cuerpo saltando al ritmo de la música, un ritmo perfecto que me hizo perder la cordura por escasos minutos, minutos que fueron suficientes para que todo se arruinara.

Recordaba ese beso. Lo delicioso que había sido; cálido y húmedo. Brusco, aliviante, caliente, desesperante... Angustiante. Nanon estaba angustiado y desesperado, y me lo trasmitió mediante aquel contacto de bocas que yo termine por romper al encontrar nuevamente la estabilidad que necesitaba.

"Ya no aguanto más"

¿Estaba aguantado? ¿Qué era lo que exactamente estaba aguantado? ¿Besarme? ¿Tocarme? ¿Pasar su lengua por mi cuello? ¿Hacerme reaccionar? ¿Qué era exactamente lo que quería de mí?

Podría haber sido el alcohol, perfectamente. Nanon podría haber estado diciendo tonterías por todos esos tragos de colores que ambos habíamos bebido. Él no era de emborracharse por completo, lo había visto ebrio muchas veces, pero definitivamente, nada comparado a lo de anoche. Realmente parecía perdido entre aquellas luces y música ensordecedora.

"Me encantas Ohm"

"Te quiero"

Te quiero. Pues claro que yo también lo quería. Conocía a Nanon de pies a cabeza, lo había visto jugar, reír, saltar, gritar, triunfar, crecer, llorar en silencio, por soledad, por desesperación, por miedo. Conocía casi todos sus demonios internos. Me había divertido innumerable número de veces a su lado. Y él también me conocía bien.

Pero ahora... ¿Por qué ese "te quiero" me había sonado tan diferente? No era lo mismo. Definitivamente había mucho más allí.

No quería considerar esa posibilidad. Esa que revoloteaba en mi cabeza constantemente. Esa que me aterrorizaba. Esa que muchas veces había logrado ignorar. Pero Nanon no hacía más que acercarse, ya no le importaba. Parecía como si simplemente hubiera llegado a su límite. Él ya no podía pensar adecuado.

Esa posibilidad que yo había descartado hace tanto tiempo... Esa que me hacía pensar que tal vez Nanon estuviera enamorado... Y que esa era la razón de su comportamiento tan inusual.

Pero ahora había una diferencia muy grande, porque, en esta nueva posibilidad... Nanon estaba enamorado; claro que sí, estaba enamorado...

...Pero de mí.

Apreté las sábanas entre mis dedos cerrando en puño y acurruqué mi cabeza entre las almohadas, sin dejar de mirar la nieve blanca cayendo de la ventana.

Pestañeé repetidas veces, al notar mi visión nublada, pero fue inútil, las lágrimas gordas comenzaron a caer de mis ojos sin que yo pudiera evitarlo.

Lo que más me preocupaba de todo esto, era lo que sentía. Por más egoísta que sonara, era la verdad. Tenía miedo de admitirlo, incluso me costaba pensarlo en silencio, pero era necesario. No podía negar que me habían gustado sus besos, incluso creía haberle correspondido por algunos segundos. Me había gustado y no era la primera vez que pasaba. Ya nos habíamos besado antes y también lo había disfrutado. Me hacía sentir cerca. Como nunca. Estar cerca de Nanon era lo que siempre había disfrutado, y besarle...era como tocar algo en el interior de su pecho, algo que nadie jamás había alcanzado. Algo que él escondía, temeroso de que lo dañaran.

Y yo... Yo le había hecho mucho daño.

Pude verlo. Recordaba sus ojos cuando lo empujé. Se veía tan pequeño a mis pies, tan vulnerable y frágil. No quise empujarlo, esa no había sido mi intención. Fue por culpa de la intensidad de la situación y el alcohol, lo que hizo que yo no midiera mi fuerza. Lo hice sentir rechazo, cuando lo único que quería era cuidarlo. Sentía que, al estar profanando sus labios, me estaba aprovechando de él, de su debilidad.

Lo rompí. Nanon ya estaba bastante quebrado por todo lo que venía sucediendo, y yo, como el tonto que soy, terminé por romperlo completamente.

Sollocé débilmente contra la almohada, apretándola fuertemente contra mi rostro ladeado en el colchón. Me sentía tan mal, tan débil, tan estúpido, por estar llorando como un niño.

Yo era el malo de la historia, claro que sí. ¿Cómo pude lastimarlo de esta manera? ¿Cómo pude permitir que las cosas se salieran tanto de control?

— Lo siento... — sollocé patéticamente. Sintiendo mi labio temblar con fuerza — Vuelve por favor... — supliqué en voz baja mientras que mis hombros se sacudían acompañando mi llanto constante. No tenía bien en claro si era a causa del clima deprimente que me sintiera tan sensible y solo.

Tenía tantas ganas de hablar con mi mamá en estos momentos. Quería que me consolara como la última vez. Que me abrazara, que me dijera que no era el malo, que Nanon estaba bien. Que ambos estaríamos bien. Que yo era fuerte, y que podría sobrellevar todo con tranquilidad, como siempre había hecho.

Puras mentiras, eso era lo que quería escuchar.

Pero no pude, ni siquiera logré alcanzar mi teléfono para llamarla. Estaba destrozado y no podía imaginarme como estaba mi bonito. Si él en verdad me quería, pues lo habría rechazado de la peor manera.

Limpié con brusquedad las lágrimas de mis ojos, y al sentirme con las suficientes fuerzas me senté en la cama rápidamente para luego ponerme de pie, algo mareado. No podía quedarme aquí llorando y lamentándome. Tenía que ir a buscarlo, los malos presentimientos habían vuelto, y tenía miedo de que algo extraño volviera a pasarle.



MARATÓN 1/4



DANI

Sin luz || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora