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OHM

Con todo el miedo del mundo me dispuse a leer.

No tengo nada de tiempo, así que iré al grano Ohm. Lamento si soy muy brusco, pero esto es necesario. Algo sucede. No se bien si es en mí, o en lo que me rodea, tal vez no haya diferencia. Pero algo me esta sucediendo. En verdad no se como explicarlo. No encuentro las palabras sin que mis manos comiencen a temblar. Pero lo intentaré. A pesar de que le temo a la reacción que pueda llegar a tener mi cuerpo, lo intentaré.

Ya no puedo guardármelo más, no puedo controlarme ni a mí mismo. Y no tienes una idea de lo horrible que es esto. No saber si llorar o gritar; no saber cual es el sentimiento que se aproxima. Aunque después de tanto meses, ya debería de haberme acostumbrado, pero no es así. No me he acostumbrado para nada y cada vez que siento, escucho, o veo algo desconocido me aterro. Me aterra no conocer que se aproxima. Que va a pasar. Cómo, cuándo, dónde, en qué circunstancias ¿alguien saldrá herido?

¿Alguien será lastimado por mi culpa?... No lo se. No tengo idea de lo que soy capaz de realizar, ya ni siquiera me reconozco. ¿Sabes?...

Tal vez he matado a alguien y ni siquiera me he percatado de ello. Dios, no. No quiero ni pensar en eso. Mi querido Sumi, mi perrito blanco, ¿fueron mis manos las que le hicieron daño? No, no, no, no, no. No fui yo... Yo la vi. Vi como le abría su pequeño estomago con las uñas, vi la sangre en su dedos temblorosa. Yo lo vi...

No fui yo, no fui yo ¿verdad? No eran esas mis manos, no eran esas mis uñas. No era yo.

No es posible... Ya no se que pensar tal vez me estoy volviendo loco, seguro estas pensando eso ahora. Y lo pensarías más si te dijera que cada mañana al levantarme en mi cama en Bangkok escuchaba pasos en el pasillo. Y Sumi ladraba todo el rato... Y aun puedo escuchar sus ladridos, aunque yo se que no esta aquí conmigo.

Siempre a la misma hora, a las tres de la mañana, siempre. Siempre pasan cosas raras a esa hora. Es por eso que te llamaba a esa hora hace unos meses, ¿lo recuerdas? Te llamaba porque tu voz me tranquilizaba. Maldita sea, Ohm seguramente quisiste mandarme a la mierda muchas veces, pero no lo hiciste y no sabes cuanto te lo agradezco.

Escuchar tu voz por el celular me hacía pensar en otra cosa que no fuera el agua de la ducha corriendo libremente por el baño. O los pasos que se escuchaban en la cocina. O la pequeña risa que resonaba debajo de mi cama.

Todos esos temores y hechos inexplicables desaparecían cuando escuchaba tu voz adormilada del otro lado de la línea. Pero cuando cortabas la llamada las mierdas extrañas se quedaban un par de horas más. Pero yo no quería molestarte, maldita sea. No quería contarte todo lo que me estaba pasando, porque me avergonzaba. Me avergonzaba a mi mismo explicarte que tenía un jodido fantasma en mi casa, o tal vez varios quien sabe, así que no te conté. Además no estaba seguro de nada, tal vez eran paranoias mías.

Hasta fui al psicólogo por un tiempo. ¿Sabes? Lo hice a escondidas de todos porque me daba muchísima vergüenza, aunque sabía que no había nada de que avergonzarse. Pero aun así algo en mí se rehusaba a revelarles esa información a los demás. De todos modos aquel psicólogo no sirvió de nada, o tal vez era yo el que no servía.

Fue por esa época, en la que te diste cuenta de que algo me pasaba. Me preguntabas constantemente si había algo que me estuviera atormentando, pero yo no era capaz de contarte. ¿Qué querías que hiciera? ¿Qué te contara que escuchaba risas en mi habitación? ¿Qué cada noche sentía que mi colchón respiraba por debajo de mi cuerpo? ¿Los pasos en mi casa? ¿Los cortes de luz instantáneos que me obligaban a salir de ahí porque estaba terriblemente asustado? ¿Las veces que me había ido a pasar la noche a un bar por miedo a estar en mi propio hogar? ¿Qué querías Ohm? No era tan simple.

Sin luz || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora