| Backstory 7: Shim Jake |

1.5K 156 15
                                    

"Goddess"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"Goddess"

Andando por las calles sin rumbo alguno. Siendo un completo idiota. Así se sentía Jake.

Jake desconocía sus orígenes, de dónde provenía y por qué tuvo que estar condenado a estar siempre solo. A ser un bicho raro perteneciente a una raza que quisieron aniquilar. Y lo lograron. Él mismo se puso nombre. Él mismo dio paso a una vida sin rumbo.

Durante toda su vida fue un chico de la calle. Paseaba por estas dando la apariencia de un adolescente eterno bastante normal, pero nadie sabía que para que Jake pudiera hacer todo aquello, tenía que matar, mentir. Estafar. Manipular. Que vivía en la calle y lo haría por lo que él creía que sería toda uma eternidad. Dejaba inconscientes a trabajadores de tiendas al clavarle sus colmillos para así poder robar algo de ropa. Se alimentaba de su sangre y en algún punto aprendió a mezclarla con alcohol, para así intentar emborracharse como veía a muchos humanos hacerlo por la noche.
Pero no lo conseguía.

Solo la recordaba a ella. A diario la chica vivía en su mente, paseaba por cada rincón de su cabeza y le revivía el recuerdo de sus besos. De sus labios paseando por el cuello de Jake de forma ardiente. Él recordaba cómo manipulaba sus dedos sobre ella para hacerla enloquecer y explotar de placer. Cómo sus lenguas se entrelazaban y parecían ser las piezas de un puzle de dos que encajaban a la perfección. Y no solo eso. También recordaba las caricias, el amor. Los besos dulces y no solo los que estaban llenos de pasión. Las palabras bonitas que alguna vez dejaron de cobrar sentido. Cuando la mataron.

Y Jake nunca supo lo importante que era ella. El potencial que su novia escondía, que siempre le mantuvo oculto por su bien, porque la guerra estaba a punto de comenzar cuando ambos se confesaron sus sentimientos y llegaron al punto culminante de su relación. Ella quería protegerlo, y para eso, nunca debía de saber que tuvo conexión con una de las vampiros originales. Con lo que para todos fue una Diosa.

Jake nunca pudo encontrar ningún tipo de información sobre su raza en libros, porque por algo los humanos acabaron con ellos. Los odiaban, y en todos los años que pasó vagando por las calles y entrando a bibliotecas, nunca fue capaz de encontrar ni el más mínimo rastro escrito de lo que alguna vez fue su especie. Ni mucho menos de ella, pues no sabía que debía buscar sobre su enamorada.

Desconocía muchas cosas de él mismo, así como que tenía un poder que otros no de su especie no llegaron a tener; el poder de desaparecer. De convertir su cuerpo en un reflejo del lugar en el que estaba. En pocas palabras, de hacerse invisible. Él creía que todos los vampiros en algún momento pudieron, y si no la vio a ella hacerlo fue porque no se dio la ocasión.

Él desconocía que cada uno tenía un poder especial adaptado a sus necesidades, que se desarrollaba con el paso del tiempo basándose en lo que necesitara cada uno en su vida. Jake lo utilizaba para robar, pues un día sin más se dio cuenta de que podía hacerlo y nadie le veía.

En algún punto de aquella miserable estancia en el planeta, como todos los que quedaban como él esparcidos por el mundo, se dio cuenta de que no merecía la pena estar vivo, si tenía que seguir arriesgándose a ser descubierto por alguien que le pillara con la guardia baja, y que pudiera matarlo. Todos le odiaban en el fondo sin saberlo, porque era de una raza no deseada. Y qué sentido podía tener aquello, si solo se dedicaba a intentar vivir aunque no quisiera. Y además, sin su australiana. Con el dolor de haber visto cómo la asesinaban por completo unos cuantos humanos y él, escondido, lo observaba.

Saber que posteriormente los mató y desgarró sus cuerpos hasta que no quedó nada de ellos no era suficiente. Saber que se convirtió en una bestia y que, con más razón, nadie lo querría vivo allí, no solucionaba sus problemas. Solo los empeoraba.

Llevaba alrededor de doscientos cincuenta años, aproximando mucho, vagando por aquellos espacios que en algún momento llegó a desconocer. Perdió la noción del tiempo y el espacio, y fácilmente podía haberse recorrido toda Australia sin saberlo. No sabía dónde estaba ni qué hacer. Y en todo ese tiempo, jamás se topó con alguien como él. Con alguien cuyos colmillos sobresalieran de debajo de sus labios cuando estaba furioso o sediento de sangre. Nadie era así, todos eran humanos, mortales. "Normales" como se hacían llamar ellos cuando hablaban de las luchas entre sus antepasados y los vampiros. Cuando creían que estos ya no existían.

Pero existían, y había más de uno, y más de dos. Más de los que se pudieron llegar a imaginar.

Seis, en concreto, y Jake se dio cuenta cuando, un día paseando por allí y pensando en cómo podría morir "accidentalmente", se topó con un incendio enorme. Un bosque estaba siendo incendiado, y de alguna forma u otra eso llamó su atención de forma espectacular. Se percató así de que había llegado a una zona costera, pues al lado de aquel bosque estaba el infinito mar.

El fuego empezó a llamarle sin saber por qué, y pensó que fuera lo que fuera que causó eso, iba a ser el culpable de su muerte. Iba a meterse ahí y hacer su cuerpo arder en llamas de una vez. No quiso pensarlo más, no quiso darle más vueltas a una decisión ya tomada en el momento. Era demasiado tentador como para ser real, y eso le asustaba a la vez que le provocaba. ¿Qué mejor que aquello?

Fue corriendo a adentrarse en el bosque. Corrió como nunca antes lo había hecho, y se sorprendió al notar la velocidad inhumana que un vampiro podía llegar a tener, y que nunca antes había aprovechado, porque ni siquiera creía tener las energías para ponerla a prueba.

Llegó a la inmensa arboleda en llamas. Se metió por completo y comenzó a atravesar aquel laberinto de árboles con olor a ceniza, buscando el núcleo ardiente del bosque.

La desesperación con la que él mismo se veía corriendo le hacía sentirse todavía más vivo. Y más, y más, solo de pensar en que iba a morir. Alimentaba su mente suicida de una forma tan placentera que solo quería saciarla de una vez.

Llegó. Llegó al sitio del cual fuego provenía, y se sorprendió al ver que flotaba. Una gran llamarada controlada flotaba en el centro. Su fuente parecía no ser ninguna, y se expandía por todas las copas de los árboles, también sin saber Jake cómo llegó hasta allí. Desde lejos parecía todo un incendio, pero entonces comprendió que aquello no era normal. Pensó que no era real, que de tanto que quería morir, se quedó dormido en un banco en la calle y tuvo un sueño demasiado agradable, que ahora se volvía una pesadilla.

Pero entonces, otro giro de los acontecimientos hizo acto de presencia en forma de vampiro. Un chico salió de entre las llamas con aspecto sádico, pareciendo un auténtico loco que incendiaba el bosque. Y en efecto, fue él. El pelinegro se giró contemplando con aires de grandeza el fuego. Jake pudo incluso ver la lujuria en sus ojos, y un especie de afición por el fuego.

El adolescente volvió a mirar a Jake, y este vio unos colmillos afilados y largos cuando sonrió como un maníaco. Uno como él.

El chico le extendió la mano sin decir nada. Lo supo. De alguna manera se enteró, de que por Australia estaba Jake, en alguna parte, y él y otros cuatro chicos dieron con él a partir de ese maravilloso incendio que alimentó la piromanía de Sunoo.

...

𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 | ENHYPEN ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora