| Capítulo 15 parte 2 |

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14 de Junio de 2022

El calor era sofocante, y gracias a la excitación de Sunghoon había llevado algo que no me haría morir asfixiada. Sin embargo, las multitudes no ayudaban. Muchos de los chicos habían bajado a bailar por primera vez en mucho tiempo, al menos desde que yo iba a sus fiestas, y no tenía nada que hacer ni nadie con quien hablar. Bailar no era lo mío, ni mucho menos mezclarme entre multitudes de gente desconocida y sudada.

Tras haber tomado varios vasos de ponche mientras hablaba con Sunghoon como si nada hubiera pasado en mi casa, sentía que la cabeza me daba vueltas de alguna forma, y era extraño, porque no siquiera llevaba alcohol el ponche que estuve bebiendo.

Ahora él estaba bailando apartado con Jungwon, o hablando. Realmente no me importaba lo que estuvieran haciendo, solo quería despejarme porque estar allí comenzaba a ser tanto adictivo como peligroso y no sabía por qué.

Entonces me di cuenta de algo, y es que Heeseung no había bajado en ningún momento, y me puse a pensar, dándome cuenta de que nunca le vi abajo con la gente. Nunca le vi bebiendo en exceso como los otros ni tampoco bailando. Ni siquiera le vi pisar la planta de abajo más que para despedirse de mí, abrirme la puerta o acompañarme hasta arriba.

Pensé que una buena forma de despejarme sería buscarlo, y como sabía que no estaba fuera porque no le vi salir en ningún momento, subí las escaleras de mármol una vez rodeé el grupo enorme de gente en medio de la gran sala principal.

Con cada pisotón me sentía mejor al dejar un poco la música estruendosa de lado. Seguía estando presente, pero al menos de esa forma podía escuchar a otras personas hablar sin necesidad de gritar, y eso significaba que mis oídos descansaban.

Fui a la sala de siempre, donde solían estar los seis cuando se reunían arriba y esperaban que fuera con ellos. La puerta estaba un poco abierta y por la pequeña franja que había le pude ver, sentado con un vaso de lo que parecía ponche en la mano, medio lleno y con sus paredes transparentes cubiertas del líquido espeso. Se sentaba de la misma forma de siempre, con las piernas bastante abiertas, pero ahora incluso más porque estaba solo. O eso creía, hasta que abrí algo avergonzada y la puerta emitió un chirrido, que curiosamente no le inmutó para nada. ¿A cuántos ruidos estaría acostumbrado?

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