| Capítulo 22 |

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6 de Julio de 2022

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6 de Julio de 2022

Siempre me habían gustado los vampiros cuando aún creía que se trataban de una mera criatura fantástica, producto de la imaginación de un humano. Criaturas pertenecientes a un cuento terrorífico, o normalmente una historia para adolescentes. Ahora esa misma historia era la mía; se asemejaba bastante. Una joven rodeada de seis vampiros atractivos que se acercaban a ella.
Pero ¿por qué? Aún no tenía una respuesta concreta para esa pregunta que no paré de repetirme desde el inicio de aquel nuevo comienzo. Todo parecía una aventura completamente distinta ahora que tenía claro qué eran los chicos.

Había pasado un día, y allí me encontraba de nuevo. Si bien no dormí en toda la noche ni mucho menos estuve tranquila, alejarme y despejarme me dio la suficiente calma como para pensar con algo más de claridad y darme cuenta de que los chicos no podían tener malas intenciones.
Eran lo que eran, y estaba segura de que mataban precisamente para sobrevivir ellos mismos. Sunghoon me lo dejó claro, pero en múltiples ocasiones podían haber acabado conmigo y no lo hicieron.
Existía en mí esa esperanza y, sobre todo, las ganas de creer que de verdad me consideraban una amiga —menos Jay—, y Sunoo y Sunghoon tal vez algo más.

Sunghoon me pidió él mismo que me fuera a dormir, que descansara y volviera al día siguiente aprovechando que el curso estaba por acabar e ir a clases ya no era tan necesario; habíamos terminado los exámenes. Pero sobre todo, insistió en que no dijera ni el más mínimo detalle insignificante a nadie, por nada del mundo. Obedecí ante su petición, pues estaba claro que aquello no era algo de lo que todo el mundo pudiera enterarse. No debían.
Yo misma creía que no debía de enterarme, pero Sunoo tuvo aquel descuido de mostrarme sus ojos en aquella forma cuyo significado desconocía.

Agarré un vaso de ponche rojizo antes de subir a donde todos me esperaban, juntos, como de costumbre. Sería la primera vez que afrontara cara a cara a los seis sabiendo su verdadera identidad. Ahora podía entender por qué eran tan intimidantes, tanto solos como en conjunto. Incluso Sunoo y Jungwon, que tenían un rostro más tierno. Y por qué siempre estaban alejados de las multitudes, tal vez por su sed de sangre, o por qué estaban siempre en la sombra; porque el sol no podía darles directamente en la piel por mucho tiempo.
Por qué Sunoo me pillaba los primeros días en aquel camino cubierto de árboles que daban sombra con su copa, o por qué me rogó que fuera rápido hacia la sombra cuando fuimos al parque. Por qué Sunghoon me dijo que no solían salir de casa por las tardes.
Ahora todo cobraba sentido, y en cierto modo, por fin podía entender sus actitudes extrañas sin pensar que estaban mal de la cabeza.

Miré el ponche, le di un sorbo e instantáneamente lo escupí al notar su sabor metálico y dulce que siempre me había gustado tanto.
Aquello no era ponche.

—No es posible —musité mientras lo miraba incrédula—. ¿Llevo meses bebiendo sangre?

Noté un par de manos apretar mi cintura de repente. Miré para atrás pensando que alguien de la fiesta estaba intentando algo, pero no fue así. Vi a Heeseung, que me guiñó el ojo antes de desaparecer.
Y yo con él.

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