| Capítulo 27 |

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21 de Julio de 2022

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21 de Julio de 2022

Subí las escaleras buscando a Sunghoon o Sunoo, dándome cuenta de que no estaban. Tenía que ir abajo, a la sala de la fuente directamente, había estado evitándolo porque, a diferencia de anteriormente, ya no quería acudir, ahora estaba asustada.
Al único al que logré ver fue a Jay, y me ruboricé a la vez que me sentí terriblemente mal y avergonzada, las tres cosas por lo sucedido la noche anterior.

Quise bajar los escalones por los que acababa de subir y perderme un poco en la primera planta de la casa, hacer tiempo mientras me preparaba para lo que sea que fuera a suceder, pero Jay me vio y, en cuestión de segundos, desapareció, apareció detrás mía y me agarró del brazo. Todo fue tan rápido que ni siquiera me di cuenta de que nos metió a ambos en una habitación cuando trataba de procesar lo que estaba haciendo.

—¡Eh! —grité al escuchar que cerraba una puerta tras de mí. Era la habitación de Jungwon, lo supe por un letrero que había sobre la cama con su nombre escrito en coreano, la habitación que más cerca estaba de las escaleras y en la que me metió a la fuerza. Me giré y contemplé su rostro serio—. ¿Qué haces?
—Explícame lo de ayer —exigió—. Estas con Sunoo y... Sunghoon. Con los dos —añadió soltando una risa amarga.

Rodé los ojos incrédula y desvié la mirada para que no viera mis pómulos arder de la simple vergüenza.

—Deja de comportarte como un crío, ¿quieres?
—¿Cómo dices? —le vi a los ojos y su mirada estaba completamente perdida en mí, a la vez que curiosa. Alzó las cejas, se cruzó de brazos.
—Que dejemos ya esta tontería de no soportarnos. Lo del beso solo lo hice para que me dejaras entrar.
—¡Hubiera preferido que me pegaras! —exclamó.
—¡Mira cómo acabamos la última vez! —grité ahora yo—. No soporto más esto, y a ti tampoco, pero ambos vamos a tener que aprender a convivir con el otro porque, ya ves, estoy con dos de tus amigos.

Jay murmuró algo por lo bajo, algo que no logré escuchar bien. Lo miré de reojo, alcé las cejas.
—¿Qué?
—¡Que yo sí te soporto! —chilló furioso con algo de rabia contenida—. Por Dios, no te das cuenta de nada, eres realmente tonta.
—Gracias. —reí y fui hasta él, le aparté de la puerta y puse la mano en el pomo, dispuesta a salir y despejarme abajo, aunque quería parar con aquella estupidez, Jay era difícil de soportar y comprender.
—Que me gustabas.

Como si me acabara de decir la cosa más increíble del mundo, mi cerebro se desconectó por un par de segundos. Deslicé la mano por el pomo hasta que dejé de tocarlo y le observé. Su expresión era neutral, estaba claro que hablaba en pasado y que no le importaba en absoluto haberlo confesado, pero no lo terminaba de entender.

—Pensaba que todos los piropos y vaciles eran de broma. —fruncí el ceño.
—¿Tan difícil es comprenderlo? Es solo que me molestaba ver que no tenía ninguna posibilidad y tu relación con los otros dos me ponía de los nervios. Pero tienes razón, hay que aprender a convivir, ahora más que nunca. Además, como he dicho, me gustabas. Ya no.
—¿Por qué dices eso?
—¿El qué?
—"Ahora más que nunca".

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