| Capítulo 29 |

1.3K 157 48
                                    

22 de Julio de 2022

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

22 de Julio de 2022

Dejé caer mi mochila en el suelo de mi habitación. Hacía frío aquella noche aunque estuviéramos en pleno verano, tomé una pequeña chaqueta y una bufanda porque estaba constipada, me las puse y me aproximé a la ventana. La fiesta de aquella noche en casa de los chicos había terminado temprano, imagino que porque querrían hablar conmigo con tranquilidad y a solas, sin gente borracha y fuera de sus casillas bailando por allí.
Aunque no la hubiera presenciado, sabía que la habían celebrado porque no habían dejado de hacerlo aún, y las luces estaban encendidas de un azul marino muy oscuro que salía de las ventanas, al igual que los rayos de luz resplandecientes de la bola de discoteca que tenían colgada en el techo. La música, sin embargo, no sonaba como de costumbre, lo que me daba la pista de que ya había terminado.
Me sentía mal al saber que la fuente era una responsabilidad mía, aunque no hubiera sido mi decisión, y no sabía cómo hacer que funcionara correctamente.

Mamá entró a la habitación con un semblante serio, pero sonrió inmediatamente, lo que me alivió.
Había barajado lo que los chicos me dijeron, y tenían razón, era la mejor opción. No quería lavarle el cerebro a mi madre, pero no podía hacer nada cuando se trataba de un tema así, fuera de lo común, prácticamente imposible de imaginar para ella.
Sería lo mejor para todos.

—¿Vas a ver a tus amigos? —preguntó abrazándome por los hombros, colgándose de mí al ser un poco más pequeña de estatura. Reí porque mi madre a veces parecía una niña pequeña. Asentí—. ¿Dormirás allí hoy también?
—No, no creo. Vendré a pasar un poco de tiempo con vosotros.
—¡Ya estaba bien! —chilló victoriosa. Algo en mí se removió cuando me percaté por su tono alegre de que había estado alejándome de todo lo que me rodeaba y, ahora, iba a utilizar los poderes de Heeseung para irme a vivir con ellos sin ni siquiera consultárselo, simplemente para convencerla de ello, porque sabía que quería protegerme y se negaría si se lo preguntaba con normalidad.

Estaba en un punto de dudas en el que tenía que tomar una decisión, quedarme con mi familia y continuar la vida normal que siempre tuve, desde cierto punto de ella, viendo a los chicos y ocultando mi relación con dos de ellos, o facilitarme las cosas pero quedarme con el remordimiento de haberlo hecho de una forma un tanto sucia.
Mis amigos sabían que algo pasaba, Sullyoon y Minhee se percataron de mi distanciamiento leve, lo cual comprendía perfectamente, y me entristecía de igual manera, porque estaba haciendo algo que quería hacer, y al mismo tiempo no. Realmente necesitaba irme con los chicos, cambiar de aires tras diecinueve años viviendo con mi madre y Seongmin, era lo normal en una chica que se acababa de volver adulta, ¿no? Me convencía de que eran pensamientos normales, pero por las circunstancias y el ambiente extraño en el que me estaba adentrando, no podía evitar sentirme cada vez peor.

—Bueno, me voy y así llego temprano, son casi las diez —le recordé. Se apartó suavemente, dejándome espacio para agarrar mi móvil de la pequeña mochila que llevaba.

Salimos a la vez, ella en dirección a su cuarto, yo a bajar las escaleras para salir. Cuando abrí la puerta de entrada me encontré a Sunghoon delante, caminando hacia esta.
Cerré tras de mí una vez salí.

—¿Hola? —sonreí dudosa de por qué estaba allí.
—Hola. —esbozó una sonrisa nerviosa, cuando eso pasaba me alteraba con facilidad, y más aún desde que sabía lo que eran, eso solo consiguió que la cantidad de posibilidades aumentara y mi cabeza creara mil escenarios cuando veía que sucedía algo.
—Iba para allá. ¿Pasa algo?
—Solo quería ver si habías llegado. ¿No te ibas a desayunar? Son las diez.
—La familia de mi madre es así: te invitan a desayunar, terminan convenciéndote para ir a comer y alargan la charla hasta la cena. —me encogí de hombros aproximándome a él. Agarró mi bufanda preguntando con la mirada por qué la llevaba, también acarició el cuello de mi chaqueta levantándome una ceja—. Me he constipado, iba todo el rato en tirantes, he sudado mucho y estaba puesto el aire acondicionado. Cosas de mortales.

Sunghoon soltó una risa escandalosa y asintió, aunque rápidamente volvió a su semblante de preocupación. Me abrazó suavemente, envolviendo mi cuerpo con sus brazos y pegándolo contra el suyo, el calor que me regalaba era inigualable, tan cómodo que quería quedarme así durante un buen rato, me daban ganas de ello aunque estuviéramos en plena calle.

—¿Vamos? —pregunté, alzando la cabeza. Estornudé un par de veces seguidas.
—¿Sabes? Si estás enferma podemos dejarlo para mañana.

Quería asentir porque no me encontraba para nada bien y le prometí a mamá que pasaría tiempo con ella y con mi hermano, sabiendo que si me metía en casa de los chicos no llegaría para nada temprano. Además, me sentía cansada y con pocas fuerzas para afrontar lo que fuera que sucedería.
Pero por otra parte, sabía que lo que tenían que anunciarme era importante. Sunghoon estaba muy nervioso, escuchaba pegada a su pecho los latidos desenfrenados de su corazón, su mirada era distinta y pataleaba con su pierna derecha.
Había intentado decírmelo por la mañana, pero le corté sin dejarle continuar.

—No, está bien, pero que sea rápido, por favor.
—Solo tengo que decirte algo, ¿sabes? Puedo decírtelo solo y, cuando te encuentres mejor, planearemos mejor las cosas.
—¿Planear el qué?

Sunghoon suspiró, ahora le miraba a los ojos sin apoyarme en su corpulento pecho. Estos estaban completamente encendidos de un brillante rojo, pero sus cejas juntas por los nervios. Miró a los lados, comprobando que no hubiera nadie, y de un momento a otro desaparecimos. Cerré los ojos por la impresión que me daba esa sensación extraña a la que me costaría acostumbrarme, era como perder el equilibrio y el sentido de la gravedad por un momento, dormir despierta durante un par de segundos y, cuando los abría, estaba en un lugar completamente distinto.
Eso fue exactamente lo que sucedió.
Estábamos en el jardín de su casa, decidió no perder un valioso minuto andando hasta este, pero estábamos en la parte trasera, tal vez escondidos de los chicos, procurando así que aquello fuera rápido.

—Cariño —sentí un escalofrío al escuchar ese apodo saliendo de su boca, dicho por su melodiosa voz—, eres la única que puede activar la fuente y acabar con los asesinatos que cometemos. Inevitablemente, nos hemos humanizado un poco, y ya no nos parecen de lo más acertados.
—Eso lo sé, pero no sé cómo se hace, esperaba que me lo explicaras.
—Por supuesto, eso voy a hacer, pero hay un problema.
—¿Cuál?
—La fuente necesita tu sangre para funcionar, o eso creemos. —noté que se me cerraba la garganta, no pudiendo responder, por lo que continuó hablando—. Hay que probar, pero sabemos que no será una gotita, Aerum. Necesitamos una cantidad no humana de sangre.
—¿Y eso qué significa?
—Significa, cariño, que siendo mortal no aguantarás la pérdida. —suspiró—. Tendremos que convertirte en vampiro.

...

𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 | ENHYPEN ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora