| Capítulo 7 |

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16 de Mayo de 2022

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16 de Mayo de 2022

Salí de casa mirando hacia los lados. La noche era fría, como de costumbre, pero cada vez más cálida frente a la cercanía del verano. Además, no era necesario llevar una chaqueta sobre mi corto y diminuto vestido, esta vez negro, pues en cuanto entrara a la casa y la multitud de personas me acogiera entre ellas, iba a notar un inmenso calor acompañado del agobio de siempre.

Comenzaba a acostumbrarme a las sensaciones que me llenaban cuando entraba en las fiestas de los seis chicos, pero no a ellos. Me inquietaba pensar en la extraña aura que los rodeaba, y además saber que con tres de ellos tenía ya abierto un pequeño historial que empezaba a volverse sexual.

Era extraño, porque no sabía ni qué estaba haciendo. ¿Ellos me gustaban? No. No podía afirmar tal cosa sin conocerlos, solo sabía que Sunoo me provocaba cada vez más, especialmente cuando decía que quería ser dominado por mí. Jake me ganaba en inteligencia y rapidez, y Sunghoon... con él iba todo mucho más despacio, o mejor dicho, más normal. Sencillo, tal vez.

Un sábado como cualquier otro, decidieron invitarme otra vez, y en este caso de alguna manera Heeseung consiguió mi número para contactarme por el móvil.

En un abrir y cerrar de ojos estaba en la puerta de la mansión anteriormente abandonada. Todo había sucedido tan rápido que apenas tuve tiempo de pensar en lo escalofriante que era pensar que mucha gente afirmaba que esa casa estaba encantada, que era imposible de habitar por los continuos ruidos extraños y actividad paranormal, y en unos días ellos se apoderaron de ella. Aunque, con tanta música estruendosa y continua, era imposible fijarse en los pequeños detalles, o escuchar con dedicación los mínimos sonidos fuera de lugar que anteriormente solían acontecer.

Tocar al timbre era inútil y ellos lo sabían. Por eso, Heeseung me pidió que le enviara un mensaje cuando estuviera fuera, y tras hacerlo no tardó mucho en venir a abrirme.

—Subamos arriba. Los chicos y yo queremos jugar a algo. —me sonrió.
—Algo estáis tramando... —musité, negando con la cabeza mientras le sonreía con una pequeña sonrisa.

Ya podía imaginarme las intenciones de lo que fuera que querían jugar, y estaba dispuesta a aceptarlo si no era demasiado arriesgado o precipitado. Ellos querían algo, y yo quería lo mismo.

Subí rápidamente las escaleras detrás de él, y no miré hacia donde siempre estaba el ponche porque sabía que se convertiría en una adicción de un momento a otro.

Fuimos hacia la habitación de la última vez, al fondo y apartada, lo suficiente para no escuchar tanto todos los ruidos que la casa albergaba dentro.

Cuando entramos, nos esperaban todos sentados en el sofá. No mentía cuando decía que tramaban algo. En sus rostros se podía ver tanto la lujuria como el atrevimiento y las ganas de jugar.

—Contadme. —me acerqué por inercia a donde estaba Sunoo, atraída de inmediato hacia él al recordar lo de hacía unos cuantos días. Él solo me sonrió y me ofreció sentarme en su regazo, pero me negué. Quise mantener lo que esa noche me pidió, que yo mandara en esa especie de relación que estábamos construyendo, aunque solo fuera algo sexual—. Sunoo, hazte a un lado.

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