𝐑𝐄𝐃 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 | "Un mundo sin reglas que amo, en el que quiero y necesito permanecer".
Una extraña bebida adictiva, personas que bailan como marionetas controladas por un mismo ser. Un submundo sin normas, una casa de origen desconocido y una sa...
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"Family"
El orfanato era frío. Cada día que pasaba encerrado en este era como un año entero; largo, vacío y aburrido.
Deseaba sentirse querido aunque supiera que no lo era y nunca lo fue. El contacto con humanos a los que les importaba en lo más mínimo aunque fuera solo por interés.
Estar con dieciséis años metido ahí se le hacía ridículo. La mayoría de niños sin adoptar eran eso: niños. Lo que solía haber en un orfanato y lo que parejas que no podían tener hijos por su cuenta solían buscar, bebés o infantes. Él ya era prácticamente un hombre, y la persona más cercana a su edad era una niña de doce años muy rara, que nunca le habló para nada bueno, solo para insultarle o decirle que se apartara de su camino en los pasillos nocturnos.
Jungwon había crecido en una familia en la que el hambre estaba muy presente. Su padre era alcohólico y siempre estaba fuera trabajando, a saber de qué, para pagar al menos una barra de pan y su alcohol. Jungwon nunca supo en qué consistía su trabajo. Y su madre, la joven bella de la que le habló su padre antes de morir en un hospital por cáncer, murió en el parto cuando él nació. No tenía más hermanos, él iba a ser su primer hijo y el último, pues por su nacimiento ella se marchó. Por darle a luz a él, y siempre se atribuyó la culpa. Si no fuera por eso, su madre seguiría viva, y su padre estaría bien. El hombre cayó en una depresión profunda de la que ya no supo salir y la contrarrestaba con alcohol y golpes a Jungwon estando ebrio. No se enteraba de lo que hacía y cuando despertaba de algún que otro coma creía, muchas veces, que todo estaba bien, incluso que ella estaba viva.
Debido a las condiciones de su padre, Jungwon no era para nada bien tratado. A veces, ni siquiera se le prestaba atención, pero él tenía que limpiar, cocinar con lo que podía, hacerse cargo de su padre borracho y lidiar con las mujeres que él llevaba a casa para echarlas, tras tener que explicarles la situación sin tener por qué. Pero si algo había en su pequeño corazón era pureza, y no quería que mujeres también borrachas se condenaran toda su vida por una simple noche de pasión.
Era mucho más maduro que cualquier persona de su edad. Siempre lo fue, y por eso le costó hacer amigos, ser querido por alguien, porque ni lo toleraban ni él toleraba a nadie. Y para colmo, Jungwon siempre estaba triste, enfadado o sin ánimos por cualquier suceso que hubiera acontecido en su vida.
El instituto era un infierno porque aparte de ser quien peores notas sacaba, debido a que apenas tenía tiempo para estudiar, incluso cuando lo intentaba y se esforzaba, y no tenía amigos, sufría acoso. No solo por alumnos, sino también por el profesorado.
Jungwon había robado con anterioridad, por sobrevivir, durante una época en la que su padre no estaba en condiciones de trabajar. De hecho, estaba hospitalizado. El menor sabía que si vivía iba a seguir aportando lo mínimo, pero si moría él también iba a morir tarde o temprano porque solo no podría conseguir nada. Era autodidacto, se había enseñado a sí mismo muchas cosas, pero siendo un niño que ni siquiera tenía edad para trabajar no podría conseguir dinero, ni mantener la casa. No de forma legal o humilde.
