| Capítulo 17 |

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22 de Junio de 2022

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22 de Junio de 2022

Abrí los ojos lentamente cuando el pitido de una máquina desconocida interrumpió mi sueño. Ahí estaba, en un hospital frío que no me traía muy buenos recuerdos. Por un momento sentí mi vista nublarse de nuevo, y quise caer nuevamente para dormir un rato más.
Los recuerdos asfixiaban.

—¡Aerum! —mi madre vino corriendo hacia la cama sobre la que estaba acostada, cuando me vio despierta pero a punto de dormir de nuevo, sacándome del trance—. ¡Vaya susto nos has dado, idiota! —se aguantó las ganas de darme un golpe típico suyo en la frente, teniendo en cuenta mi estado.

"Nos".
Miré por todas partes en la habitación, hasta dar con Sunghoon sentado en un sillón que había en una esquina. Tenía su teléfono en la mano, pero me miraba directamente a mí con una sonrisa de oreja a oreja.
Y yo estaba agradecida, porque aunque no sabía qué me pasó, me salvó y supuse que era él quien me trajo hasta allí. Pero... ahora mi madre debía de imaginar cosas que no eran. Y, lo más importante, ahora sabía que iba a sus fiestas, que pasaba tiempo con ellos.

Nuestros ojos se encontraron; cruzamos miradas. Él me guiñó el ojo y yo intenté ignorar las mariposas en el estómago que sentí al saberlo. Que él me había llevado hasta allí, que verdaderamente se preocupaba, que de alguna forma le importaba. Nunca lo había pensado de ese modo.

Miré a mi madre.
—Mamá...
—Tengo muchas preguntas —me dijo—. Pero eso para esta tarde, que te van a dar el alta. —suspiró.
—¿Qué me ha pasado?
—No lo sabemos exactamente, pero el médico dice que estás deshidratada y tu presión sanguínea es baja. Por eso te desmayaste. Te ha recetado unas pastillas y cosas...
—¿Cómo estoy de la alimentación? ¿Tengo todas las vitaminas y...?
—Estás bien, Aerum.

Mi madre parecía preocupada, al igual que yo lo estaba, pues aquello era muy repentino pero familiar. Dolorosamente familiar.

No me asustó que tuviera preguntas, pues sabía que serían por el chico, las salidas de noche que ahora sabía que eran a sus fiestas... el típico interrogatorio de madre. No sería la primera vez que tuviera uno, y estaba preparada. Además, ya era hora de confesar.
Yo misma me enfadaba por sentir vergüenza de contarle lo de mi amistad con los chicos. Tal vez porque mi orgullo se iría con el viento, ya que una de las primeras cosas que le dije a mi madre es que no entraría a una de sus fiestas ni me acercaría a ellos.

—Iré a comprar los medicamentos. Este chico lleva aquí desde anoche. Te trajo a casa y vino conmigo y tu hermano hasta aquí. —miró a Sunghoon, al igual que yo—. Eras... ¿Sunghoon?

El pelinegro asintió sin más, moviendo su flequillo que tapaba sus ojos. Parecía un tanto avergonzado. Él era así aunque conmigo no lo pareciera.

—¿Te quedas con ella?
—Sí. Yo me encargo de cuidarla. —Sunghoon me sonrió burlón, lo que a mi madre le causó risa.

La observé mientras agarraba sus llaves y su bolso y salía por la puerta. En ese momento Sunghoon se dignó a levantarse y venir hasta mi cama.

—¿Y mi hermano? —me incorporé algo mareada, pasando de estar acostada a sentada con la espalda apoyada en la almohada.
—Eh, cuidado. —me extendió sus manos para ayudarme. Viendo que podía sola y no me quejaba, se mantuvo quieto a mi lado. Sus ojos encontraron los míos de nuevo y un escalofrío me recorrió inmediatamente—. ¿No me vas a dar las gracias por traerte hasta aquí?
—¿No me vas a explicar lo de anoche?
—¿No has oído a tu madre?
—¿No ves que no me refiero a eso?

Aunque yo iba en serio, ambos desatamos las carcajadas del otro. Me limpié las lágrimas que se me escaparon al reírme por la cara de circunstancia de Sunghoon, y él, preocupado, insistió en que no me moviera mucho por si me mareaba más.

—Es lo mínimo que podías haber hecho, pero te daré las gracias. —me elevé un poco hasta su rostro. Posé las manos en sus mejillas y dejé un corto beso en sus labios rojizos—. ¿Te vale?
—No.

Fue él el que agarró mis mejillas esta vez, con algo más de fuerza y pasión. Me besó y mordió suavemente mis labios, jugando con ellos. Se relamió los labios durante una pausa para respirar y pasó a jugar con nuestras lenguas.

Yo sentí la necesidad de separarme porque todo aquello me estaba encendiendo demasiado, como cada vez que Sunghoon actuaba así. Me encantaba, pero estábamos en un hospital y cualquiera podría entrar repentinamente. Un médico, por ejemplo.

—No sabemos por qué hay una sala con una fuente en la casa. —Sunghoon lo concluyó de esa forma. Con esa excusa tan patética. Yo no me lo creía—. Estaba ya de antes. Ya sabes que esa casa estaba abandonada.
—Ya... ¿y cómo...?

Cuando por fin iba a atreverme a preguntar cómo hicieron para ambientar la casa en un par de días, la puerta se abrió de golpe y Sunghoon no se molestó ni en dejar de agarrar mi rostro suavemente. Sabía que no podía ser mi madre aún, pues se acababa de ir, así que no pude evitar asustarme.
Miré hacia la puerta blanquecina, y eran los otros cinco chicos.

Sunoo entró casi desesperado y sonriendo ampliamente al verme despierta y bien, aunque fusiló a Sunghoon con la mirada. Heeseung iba detrás como si nada. El resto no entraron porque una enfermera llegó corriendo y gritándoles.

—¡Muchachos, esto es un hospital! ¡No pueden correr así ni colarse en habitaciones como si nada!
—Es su amiga. —Jay señaló a los chicos tanto dentro como fuera, excluyéndose.
—Desde luego que tuya no —murmuré lo suficientemente alto como para que me escuchara y rodara los ojos.
—No me importa que sea su amiga. El cupo de visitantes es de dos personas. Solo podrán quedarse dos.

Todos sabían que Sunghoon no iba a moverse de allí. Parecieron saberlo tan solo cuando lo miraron y él, todo lo que hizo, fue devolverles la mirada.

—¡Yo me...!

Heeseung cortó a Sunoo acercándose a la enfermera, saliendo, dando pasos muy sonoros y lentos. No tenía prisa y su intención era verse superior, claro estaba.

Con las manos en los bolsillos, la miró a los ojos, y dijo:
—Usted va a dejar que entremos todos. —miró a Jay—. Él no, por idiota.

Jay fingió no estar molesto y se marchó, saliendo de mi campo de visión, rodando los ojos una vez más.
La enfermera se quedó mirando a Heeseung, deduje, porque estaba frente a ella y no podía verle la cara.

Escuché un suspiro.
—Está bien.

La mujer mayor se fue y Jake y Jungwon entraron, como si nada, satisfechos.
Como si lo que Heeseung acababa de hacer hubiese sido lo más normal. Yo, por lo menos, no esperaba que aquello fuera a pasar así de fácil.

Los chicos entraron y seguidamente entró Seongmin. A este la enfermera le fue a gritar que se detuviera, pues lo escuché, pero no le importó en absoluto y corrió hasta mí.

Me abrazó con todas sus fuerzas, se separó y me preguntó:
—¿Estás bien?
—Seongmin, no te preocupes. No es eso.

Sunghoon me miró interrogante, aparentemente preocupado. Los chicos miraban pero él ahora les daba la espalda, y sin llegar a decir nada, con sus labios dibujó la frase "¿estás bien?"
Yo asentí.
—No es nada —susurré sonriente.

Era cierto. No sabía qué me había pasado, pero gracias a Dios no fue nada relacionado con mi pasado.

...

𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 | ENHYPEN ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora