| Backstory 2: Park Jay |

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"Gentleman"

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"Gentleman"

Jay, desde pequeño, se vio en las garras más viles y despreciables con las que podía haber topado; las de su propia familia.

"Tienes que ser un caballero".
Jay estuvo convencido desde que su pequeño cerebro tomó consciencia de ello, de que en aquel mundo en el que le ocultaban las guerras no se podía vivir a base de organizar cenas y festivales sofisticados. Que una copa de sangre no bastaba para solucionar todos los problemas lejanos que rodeaban su entorno y su familia parecía ignorarlo.

"Con persistencia y evitando a toda costa las disputas, lograrás sobrevivir". Estaba totalmente en contra de las palabras insistentes de su madre, y cuando era pequeño eso no pasaba. La persuasión funcionaba con su estúpido cerebro infantil e inocente, haciéndole creer que una vestimenta mona y una actitud cordial con desconocidos millonarios bastarían para que Jay siempre estuviera a salvo.
Pero no, no era suficiente y alrededor de sus seis años de edad comenzó a ser consciente de ello.

Desgraciadamente, su familia, como todo ser que aparentaba ser perfecto ante el resto de la sociedad, ocultaba muchos secretos. En lo más profundo del ser de cada familiar, padres, tíos y primos, se hallaba la mismísima maldad.
Y era toda su familia contra él, porque una sola persona soez no bastaba para relajar a Jay, quien en cuestión de días se volvió todo lo contrario a lo que le obligaron ser. Pudrieron su corazón con prohibiciones, desde la más pequeña hasta la más inútil, y se convirtió en lo que siempre tuvo prohibido.

Jay mataba, pero mataba no solo a humanos sino también a cualquiera que encontrara trajeado saliendo de una limusina en un lugar apartado, oscuro y sospechoso alejado de la luz solar y, por lo tanto, de la visión de los demás. Aniquilaba a empresarios que le recordaban a sus padres, a sus guardaespaldas y a todos los presentes para no dejar rastro de sus delitos.

No le importaba en lo más mínimo que su especie estuviera en peligro. No cuando su propia familia, que era lo único en lo que en teoría podía confiar, lo maltrataba esperando que fuera tal y como ellos.

Si nadie entendía que para sobrevivir había que matar, entonces usaría esos mismos métodos que siempre le prohibieron contra su familia. Pensaba matarlos a todos hasta no dejar ni el mínimo rastro de ellos. Hasta que nadie pudiera impedirle formar parte del ejército para acabar con los humanos que trataban de matarles a ellos.

Y para ello, tuvo que fingir. Transformarse en lo que odiaba y dejar de lado todo por un momento.
Se volvió un humano a simple vista, no sonriendo nunca mostrando sus dientes, maquillando con base de tonos más oscuros su pálida tez y fingiendo que tomaba comida aún cuando le repugnaba.

Pero eso no quitaba sus poderes. Podía hacer cosas que el resto no; ir a lugares sin ser visto, por ejemplo.
Consiguió con estos entrar a laboratorios cerrados con máxima seguridad y llevarse las primeras muestras del virus que los humanos crearon para acabar con su especie; las más poderosas. Se llevó jeringuillas y estas bacterias que posteriormente fue metiendo en el cuerpo de sus familiares.

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