| Capítulo 25 |

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10 de Julio de 2022

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10 de Julio de 2022

Comparar sentimientos era de lo peor.
Había estado pensando mucho en lo que me dijo Heeseung, tratando de entender por qué amaba a los dos, o si de verdad eran los dos o era solo uno de ellos.
Pero la misma pregunta de hacía un par de días se me hacía presente cada vez que intentaba resolverlo: ¿cómo decidirme? Era imposible.

Para mí seguía siendo extraño tener dos parejas aunque prácticamente ya las tuviera. Consolidarlo de esa forma era lo que no me cuadraba. No me acostumbraba.

Sin embargo, tratar de resolverlo solo me hacía darme cuenta de que estaba completamente enamorada de ambos chicos, por muy imposible que sonase, y de que ambos ocupaban mi corazón, cada uno una mitad a su manera.

Comparaba lo que sentía por Sunghoon, la forma en la que me hacía sentirme única; cómo me cuidaba; me regalaba una protección que nunca le pedí y me amaba incondicionalmente; su lado posesivo y lo mucho que lo disfrutaba; la manera en la que se preocupaba por mí y lo que me hacía sentir mirarle a los ojos; ver sus colmillos alargados o no, afilados o no; su sonrisa, con lo que sentía por Sunoo. De este último amaba su lado tierno, que despertaba en ocasiones y opacaba esa lujuria que tenía oculta para todos. Esa que solo me regaló a mí; la forma en la que me veía como una persona a la que podía pertenecerle y aún así recibir cariño; sus abrazos cálidos; su mirada brillante y resplandeciente; sus labios suaves; sus manos y su afición por mis pechos; su forma de sollozar, pues hasta eso lo hacía bien; sus palabras de amor, cómo aseguraba quererme; el hecho de que se abrió a mí para contarme su terrible pasado.

Cada uno tenía sus cosas, y al compararlas solo lograba darme cuenta de lo mucho que les quería, más de lo que ya era consciente. Ambos pusieron, junto a sus amigos, mi mundo al revés en un par de días, que ahora eran meses. Pero sobre todo ellos.
Cada uno me hacía sentir de una forma tan particular, y a la vez tan similar. Junto a todo lo nombrado, se añadían miles de sentimientos inexplicables y emociones que no comprendía, que se escapaban de mi realidad.
Y, por si fuera poco, no eran simples humanos corrientes. De por sí, todo era extraño, distinto a lo que siempre pensé que me depararía el futuro. No eran los amores adolescentes que siempre imaginé, principalmente porque eran dos y no uno, y seguidamente porque eran... vampiros. Aún era difícil de asimilar.

Finalmente llegué a la conclusión de que Heeseung tenía razón. Él fue, de hecho, quien me estuvo animando a hacerle caso en ese par de días, y agradecía que no usara sus habilidades —poderes— de persuasión conmigo. Suponía que tenía que apreciarlo.
Le sentí como un amigo de toda la vida aún cuando no era así, y lo que habíamos tenido hasta el momento no era una amistad normal como cualquier otra. Como la que podía tener con Jungwon, por ejemplo, o con Jake, que se seguía comportando de una forma bastante extraña, pero era una buena compañía.

Y hablando de Jungwon, ahora estaba con él. He de decir que no fue la mejor decisión ir allí estando fuera de mis casillas de por sí, pues acababa de volver de una fiesta a la que me invitó Minhee y bebí un poco de alcohol. Cuando llegué de madrugada a casa de los chicos, el sobrante de ponche sangriento que quedó me lo bebí a escondidas, y ahora el castaño jugaba con su piercing en el labio mientras me miraba con desaprobación por haberla bebido, sabiendo ya lo que era.

Sunghoon entró a su habitación con medicinas que acababa de comprar en la farmacia, con indicaciones dadas por mí, pues él no tenía ni idea de qué comprar. Jungwon había estado vigilando, ya que el dolor de cabeza, el alcohol y el mareo no eran una gran combinación en mí. El estómago me daba tantas vueltas como la cabeza, pero peores eran mis alucinaciones y las estupideces que decía cada dos segundos.

—Ya te puedes ir, Jungwon —le informó, sentándose en el borde de su cama, donde me habían dejado descansar, aunque también lo veía como una forma de retenerme para que no hiciera ninguna estupidez, encerrada entre las sábanas de Sunghoon, que olían tal y como él.
—Nah, me quedo. —hizo un ademán con la mano restándole importancia al asunto y le dejó hueco a Sunghoon, levantándose de la cama para así quedarse a un lado de esta—. Ha dicho muchas cosas raras mientras estaba aquí... —dio un suspiro—. No quería enterarme de tantos detalles.

Sunghoon me miró pícaro y sacó de la bolsa que llevaba una jeringuilla y un medicamento. Estuvimos un rato para leer entre los dos las pequeñas instrucciones y ver cuánto debía de beber en base a mi peso.

—¿No había pastillas? —me quejé, dándome cuenta ahí de que mi voz salía ridícula.
—¡No sabía qué pedir, no es mi culpa que los humanos seais tan frágiles! —exclamó indignado, y metió así la jeringuilla con el líquido transparente en mi boca, callándome.

Lo trague a regañadientes, pero estaba asqueroso.
—¡Joder, qué asco! Tráeme un poco de vino a ver si se me quita el sabor de la lengua. —fruncí el ceño y saqué la lengua, riéndome yo misma de algo, no sabía de qué.

Sunghoon suspiró y mandó a callar a Jungwon cuando este empezó a reír. Me ayudó a tumbarme de nuevo y me tapó con las sabanas. Tocó mi frente y puso una cara de disgusto al notarla caliente.

—¿Me puedes traer un paño con agua tibia? —le pidió al más pequeño. Él asintió y salió de la habitación—. Y dile a Jay que venga.
—¿Por qué a Jay? —pregunté.
—Los demás están... ocupados.

Estando en ese estado no imaginé de qué podría tratarse lo que estaban haciendo el resto, así que me limité a ignorar sus palabras y quedarme observando el techo. Hacía tiempo que no bebía tanto alcohol, y ahora veía cosas, siluetas semitransparentes y de colores en el blanco techo de la habitación de Sunghoon.

—Tendré que decirle a Minhee que si sale contigo se preocupe un poco más de cuánto bebes. —suspiró.

La realidad era que yo misma había conseguido juntar las piezas en mi cabeza para mover los dedos con coherencia y marcar el número de mi madre, pidiéndole que me llevara a casa de Sunghoon y los chicos, ya que, mintiéndole descaradamente, le dije que había quedado en que él me recogería pero de lo ebria que estaba no logré marcar su número. La realidad era que quería estar con ellos, simplemente, ni siquiera pensaba con claridad.

—Minhee también estaba borracho —me reí al recordar la forma en la que bailaba mi amigo—. Es la primera vez que bebe. Ay.

La puerta se abrió interrumpiéndome. Era Jay, con su típica cara de pocos amigos. Se cruzó de brazos apoyado en el marco de la puerta y Sunghoon lo observó de mala gana.

—Necesito que vayas y compres un termómetro. Creo que tiene fiebre. —me señaló.
—Joder, ¿por qué yo? —rodó los ojos.
—Déjate las idioteces y ve.

Jay suspiró y desapareció de inmediato, aprovechando sus poderes para ir rápido.

—A veces es muy insufrible —renegó Sunghoon, sacándome una risa, que estando sobria se habría transformado en un asentimiento.
—Sí, y es muy estú...
—Estúpida eres tú. —Jay volvió a aparecer a nuestro lado, extendiéndole a Sunghoon un termómetro blanco y azul, agarrándolo solo con un par de dedos, como si fuera radioactivo o algo por el estilo.
—No te va a morder, eh. —Sunghoon le sonrió burlón, a lo que Jay me miró de reojo.
—¿Nos pegamos?
—La última vez...
—No me refiero a ti, borracha. Me refiero a tu noviecito —me interrumpió de mala gana sabiendo que iba a alardear de que le pegué una bofetada.

Volvió a irse sin más, Sunghoon suspiró y me dio el termómetro para que me lo pusiera.

—¿Dónde está Sunoo? —pregunté.
—Él está haciendo una cosa con los demás, ya te lo he dicho. —su tono era relajante, era mucho más paciente de lo que lo sería yo con alguien en ese estado, hablaba tranquilo y conservando el cariño de siempre. Se agachó hacia mí y dejó un pequeño beso en mi frente—. Pronto te explicaré el qué y entenderás muchas cosas.

...

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