SALEM.
Un beso bajo la lluvia, qué original, qué creativo.
Ramiro se pone pálido, aprieto con fuerza los dientes por forzarme a no reír. Lo ha dudado, lo cual me satisface y tranquiliza de igual manera.
—¿B-besarte? —repite para aclarar que ha escuchado bien, asiento—. ah, lo siento. No doy besos en la primera cita.
Y yo no doy besos que rompan esta bendita maldición, mi rey.
—Puedo ser tu primera vez. —ofrezco divertido.
Traga grueso, está moviendo los dedos debajo de la caja, lo sé porque percibo ese roce. No hace falta ser un genio para atribuirlo a su método de relajación cuando se pone nervioso, su amiga nos pasa por al lado corriendo bajo la lluvia hasta el auto mientras nosotros continuamos en la oscuridad, debajo del árbol, húmedos.
—Sigue poniéndote metas altas, tal vez algún día las cumplas —ahí es cuando sale a relucir ese carácter que al conocer un poco por el chisme de William, sospechaba—. ¿Por qué querría besarte?
Sus rizos se ondularon por la presión del agua, las comisuras de sus labios se curvan cuando cree que dice algo malo, enarca una ceja, es como si estuviera retándome. Con la mayor calma, serenidad y cuidado de no provocar una sensación que pudiera delatarme, ideo como sacar la lengua luego de decir.
—Por esto.
Mi piercing está lo suficiente flojo para que no se sienta, al ser parte de mi cuerpo desde que comenzó este show no debe de notarlo. Sus lindos ojos no disimulan, vuelve a tragar saliva esta vez en mayor cantidad, evito darle mucho tiempo de pensar cuando la devuelvo a mi boca.
Separa los labios, en lugar de hablar toma una bocanada de aire, los vuelve a cerrar. Yo sí disimulo que lo estoy viendo.
—Tienes razón —baja la cabeza—, podrías ser mi primera vez.
—Pero no queremos que el hotdog se estropee —le recuerdo, señalo la caja en sus finas manos—. apúrate, que mañana hay clases.
—Cierto, las clases. Buenas noches, Salem.
Más que buenas.
Espero a que suba, controlo que William esté manejando con prudencia en las desgastadas calles ahora resbalosas, la lluvia no cesa ni da paso a un beso romántico. Recién a las cuadras de verlos perderse como un punto de luz me permito recostarme en el tronco, soltar un largo suspiro.
La magia que describen los libros es cierta, porque es irreal lo bien que se siente encontrarte con tu alma gemela.
Yo le voy a hacer sentir cosas.
De manera automática, Ramiro me da paz. He de admitirlo.
Hace años que no recuerdo la sensación de desear que un día sea eterno, aunque si se hablara en sentido literal las tres de la mañana ya es "el mañana". Sigo creyendo que si duermo voy a despertar, será un sueño.
William me envió links de información antes de dormirse, miro al techo con la mente en blanco, el silencio del cuarto me permite oír mi respiración. Tengo las manos en el estómago y pienso en los archivos que acabo de releer sobre la leyenda.
La leyenda que se adapta a nuestro pueblo conectando con las orientales, es la del amor. No, no como la forma en la que lo conocen; antiguamente las parejas al intentar aliviar el dolor de sus otras mitades o al tratar de darles un poco del bienestar de uno, hicieron un pacto los dioses.
Puedes sentir todo lo que el otro, también puedes sentir la mitad, incluso puedes escoger no sentir nada. Porque no es un hilo rojo que te ate a la persona, es una cuerda invisible que te recuerda a dónde vas, hay una serie entera de detalles sobre eso.
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Siénteme pero no me sueltes
Teen FictionTener las manos del chico más atractivo de la universidad sobre ti sin ser gay solo puede ser peor de una forma: Que este sea tu alma gemela. *🌈* ¿Imaginas sentir el tacto de alguien más en tu propia piel? Ramiro no tiene que imaginarlo. Según la...