21. Santo sacramento

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Primero que nada, feliz Gayday. 

 🌷

Quiero tocar las estrellas sobre el mar

Solo quiero vivir, solo quiero bailar, solo estamos los dos

Oasis - Aitana 

SALEM.

La cantidad de veces que me habrán estafado en menos de veinticuatro horas es absurda.

Me excuso bajo que el primer señor vendía flores, estoy seguro que a Ramiro le hizo ilusión y a mí me encanta verlo feliz. El segundo es aún más manipulador pues dijo que un joven "pelirrojo de ojos brillantes" le recomendó que viniera a vender sus agendas, una de ellas es una lista encuadernada de alrededor cincuenta puntos, me llamó la atención los colores y el diseño de tulipanes por lo que sí, también compré eso.

Me veo en bancarrota próximamente.

Nos colamos en el crucero con las entradas de trabajadores de William, él se hizo pasar por un coordinador de eventos; Lubana —su compañera de piso y amiga muy cercana en los últimos tiempos— fingió ser su esposa embarazada a la cual no pudo dejar sola. No sé si me sorprende que le creyeran, no le pidieran documentación o hubiera conseguido "mejorar" su contrato por lo que ahora sí es un trabajador oficial con un futuro hijo que mantener.

Por mi parte, le puse el uniforme de la carrera que me hace ver como un cocinero ocupado y entré a la cocina, nadie cuestionó mi presencia ni dudó en agregarme a la lista de organización, en especial porque mis compañeros no tienen el mismo entusiasmo que yo. Algo que es difícil de entender para quienes tienen carreras o pasiones convencionales es que a mí me da vida cocinar, me hace sentir feliz, lo disfruto en plenitud al punto de no verlo como un trabajo.

El jefe de cocina es un fastidio, es exigente y somos como ocho personas para mantener a flote el negocio culinario de un barco de cien pasajeros mínimo, el crucero es el más lujoso, grande y costoso que haya visto en mi vida. Comparados con la televisión claro, tampoco es que estuviera en muchos o en alguno de este tipo.

Estuve haciendo "mi trabajo" en silencio durante horas hasta que nuestro sitio quedó en llamas, alguien subió el calor de la estufa al punto en que los utensilios finos no lo soportaron, la demanda era demasiada para cubrirlo solos. Hicimos lo que pudimos, iba por el pedido 57 cuando leí un par de filas abajo el nombre de una empresa extraña sumada a el dueño de está siendo de apellido Gurdensen, si bien ambos son complicados de recordar, la buena energía de René llegó a mi cabeza en un recuerdo fugaz.

—Yo me encargo de la setenta —vocifero entre el barullo—, denme veinte minutos.

—Pero faltan como veinte. —advierte mi compañera.

—Los números son un constructo social —bromeo al tomar la bandeja—, ánimo, que el día recién empieza y mañana tenemos una fiesta que cubrir.

Nada me garantizó que él estuviera con ellos, o que el señor no hubiera tenido una escapada a solas. Solo tuve un buen presentimiento que se confirmó al verlo en esa mesa.

Me es imposible evitar ver a Ramiro al menos el doble de increíble de lo que es, a mis ojos es hermoso y ni he empezado a describir el físico, la paciencia, resiliencia y consciencia que tiene. Es como si el universo lo hubiera diseñado para ser un luz en medio de las personas rodeadas de sombra.

El día mejoró con la idea única de su presencia incluso aunque hubiera acabado de trabajar a las doce. El sueldo falso que debería adquirir lo vale, también tenemos un camarote compartido, la mayoría son de distintos países por lo que con suerte podemos comunicarnos entre nosotros, eso ayuda a que ignoren que aparecí de la nada.

Siénteme pero no me sueltesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora