«Mi amor, se muere por mis andares
Me tengo contados los pasos que me llevan a su calle».El Barrio - Quiéreme.
Ramiro.
No se puede tener privacidad en esta casa.
—Podrían avisar al menos que van a salir —comenta mi madre, al entrar por la puerta trasera veo del otro lado a Rodrigo entrando por la ventana—. Un día van a activar el mecanismo de seguridad y la alarma despertará a medio barrio.
—Yo fui a comprar empanadas—se excusa Rodrigo.
—¿Y las empanadas? —lo confronto.
—Me las comí.
—No importa quién se comió qué —interrumpe mi madre—, ¿Qué es esta costumbre que andan armando de no avisar cuando salen? ¿Y si algo les pasa cómo vamos a saber?
—Le avisé a mi mejor amigo por si acaso —informa Rodrigo de subir a las escaleras—. ya me voy a dormir, descansen.
Cómo le es tan fácil zafarse de las situaciones incómodas. Maldito.
—¡No dejes que se vaya! —le reclamo a mi madre.
—Rodri es mayor y responsable, déjalo dormir por hoy —me guiña—. ¿Tú? ¿Dónde estabas?
—En una fiesta de Halloween.
—Te llevó Lubana. —asume yendo a buscar su kit de maquillaje.
—Ella iba a ir, pero no, solo yo —titubeo nervioso—. Y Salem.
—Salem a mí me cae bien —ella me ofrece un pequeño espejo y algodón mojado en desmaquillante—. Sin embargo, creo que lo conoces hace muy poco para de aquí para allá detrás suyo, aún no son amigos cercanos.
Yo creo que sí.
—Dos veces. —le recuerdo mientras limpio mis párpados.
—A la tercera qué pasará —bosteza—. mínimo podrían encontrarse en el día ¿Conoces a su familia? ¿Qué conoces de él?
—Me estás poniendo nervioso.
—Ramis —aliviana su voz—. no quiero sonar intensa o sobreprotectora, lo soy, pero te entiendo. Lo que no entiendo es por qué este cambio abrupto.
—A qué te refieres con cambio.
—Bueno, a ti no te gusta salir, ir a fiestas, comer fuera de casa o hablar mucho —cita al contar con los dedos—. Inclusive eres reservado con Luba mas de pronto aparece alguien nuevo y empiezas a cambiar hábitos.
—Estoy creciendo, la gente cambia —me limito a responder en bajo tono—. Espero.
Ella no vuelve a contestar, solo me da una sonrisa de labios sellados y suspira. A estas horas de la noche ya no trae ninguna joya, solo su largo vestido verde de pijama y su cabello rojizo libre, es cuando más tranquila se ve.
—Tienes razón —vuelve a suspirar, sus ojos se ven vidriosos—. no esperaba que este momento llegara tan pronto.
—No llores. —pido, aunque más que un requerimiento autoritario, es una súplica. He tenido suficientes emociones esta madrugada.
—Como quieras —empieza a caminar a su habitación—. si hay algo de lo que quieras hablar puedes decirme, si tienes hambre todavía hay cena en el refrigerador.
—Ya comí, gracias.
Ella ahogó una risa.
—Claro que ya comiste. —rueda los ojos.
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Siénteme pero no me sueltes
Teen FictionTener las manos del chico más atractivo de la universidad sobre ti sin ser gay solo puede ser peor de una forma: Que este sea tu alma gemela. *🌈* ¿Imaginas sentir el tacto de alguien más en tu propia piel? Ramiro no tiene que imaginarlo. Según la...