Erin corría a todas partes mientras trataba de encontrar una salida de emergencia. No podía salir por la puerta principal, porque las patrullas ya se habían estacionado afuera y todos estaban armados. Sacó su revólver cuando descubrió quién le estaba disparando. Apuntó y no falló. Sólo quedaba uno, pero en ese preciso momento, un policía entró y lo abatió. Erin aventó su arma al suelo, se tiró, y comenzó a gatear hasta el cuerpo sin vida de un hombre que ella no conocía. Lo abrazó y comenzó a chillar cuando un oficial pasó a su lado. -¡Ayuda por favor!- suplicaba mientras lloraba. El oficial la levantó con cuidado. -Tranquila, todo va a estar bien...- le susurró, y comenzó a llevarla a la salida de emergencia que se encontraba en la parte trasera del edificio. Justo cuando estaban a tan sólo unos pasos, el oficial reparó en su aspecto. -Señorita, déjeme llevarla a un hospital...- dijo. Erin no tenía tiempo para esos contratiempos. Con sus habilidades, le quitó el arma al oficial y disparó a quema ropa. El hombre se desplomó. Erin medio lo arrastró hasta el exterior, y luego lo dejó en el suelo. Se embadurnó el rostro de sangre, y salió corriendo hacia un callejón. Un Lincoln negro le cortó el paso y casi la atropella. Se quedó de piedra cuando del auto bajó Benedict y la estrechó en sus brazos. -Estás a salvo, Natalie... Todo está bien- susurró de manera protectora. Erin dejó que el hombre la llevara dentro del auto. Al parecer esa noche, también asesinaría a Benedict.
En todo el trayecto, Benedict mantuvo abrazada a Erin, quien tuvo que fingir estar temblando todo el tiempo. El hombre susurraba palabras tranquilizadoras, y Erin, a pesar de ir contra de sus principios, le agradeció mentalmente. Tal vez, si las cosas fueran diferentes, le agradaría pasar más tiempo con él. Benedict le ordenó al chófer que se dirigiera a un hotel de cinco estrellas, así que cuando Erin bajó del auto, se encontraba en un estacionamiento lleno de varios autos caros. Benedict la cubrió con su saco negro, y la llevó al elevador. Todo era muy caro y lujoso. Benedict la llevó tras los desiertos pasillos hasta llegar a la habitación 579. Erin ya había dejado de fingir miedo. Tan sólo se abrazaba el cuerpo y de vez en cuando buscaba posibles cámaras de seguridad, aunque al parecer, Benedict quería privacidad y discreción. Ella apostaba que nadie, ni siquiera las recepcionistas sabían que Benedict Whiplash estaba en ese hotel con una mujer. Eso era un punto a su favor. El hombre abrió la puerta, y Erin se quedó sin aire. Era excesivamente lujoso. Ningún hombre que ella había conocido, por mucho dinero que tuviera, jamás la había llevado a un lugar así. Comenzó a dudar realmente sobre su misión, pero ya estaba ahí. Benedict la sentó en la cama, y caminó hacia el baño. Tomó una toalla de algodón y comenzó a sumergirla en el agua caliente del lavabo. Erin supuso que era para limpiarla.
Benedict exprimía la toalla con rapidez. No le agradaba ver a Natalie llena de sangre. Por alguna extraña razón, miró su reflejo en el espejo, y antes de que pudiera reaccionar, sintió un fuerte golpe en la nuca que lo mando a dormir.
##################################################################
Harrison caminaba de un lado al otro en el salón. Los médicos forenses se estaban encargando ya de los cuerpos muertos. Sentía una furia intensa porque había dejado que la asesina se infiltrara en aquella fiesta. Y el saldo de muertos había sido espeluznante. En especial los cuerpos que había encontrado en el baño. Ya había llamado varias veces al celular de Benedict, pero estaba apagado. Los demás agentes no sabían su paradero, y tampoco podían localizarlo pues no había usado tarjetas de crédito. Le dio una patada a la pared. Sus ayudantes eran unos estúpidos. Habían pasado por alto las grabaciones de la biblioteca pública, pero él no. Él había entrado en todos los discos duros de las computadoras y había encontrado una búsqueda. Y nadie más buscaría información del FBI más que la hija de Eric. Volvió a llamarle a su jefe, pero el celular seguía apagado. Pensó que quizá, Benedict estuviera bien. Quizá Benedict había reconocido a aquella sabandija, y se la había llevado al reclusorio de nuevo... Aunque después de cuatro años, la asesina había cambiado mucho físicamente. Llamó a la oficina de seguridad del reclusorio. Sintió nauseas cuando le informaron que Benedict no había puesto un pie en ese lugar.
$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$
Benedict abrió los ojos con lentitud, hasta que las pulsaciones de su cabeza cedieron. Estaba tumbado en la cama, amarrado de las manos y los tobillos a los postes. Le pareció que los nudos no eran lo suficientemente fuertes, y sopesó la posibilidad de liberarse hasta que observó a Natalie frente a él, completamente limpia, envuelta en una toalla blanca, y una navaja en las manos. -¿Sabes con quién te estás metiendo?- preguntó buscando intimidar a la chica, pero ella simplemente se encogió de hombros y se fue a sentar a su lado. -¿Con Benedict Whiplash? ¿En verdad crees que me importa?- le contestó ella. Benedict tenía la cabeza en otro lado y no podía concentrarse. -¿Qué estás haciendo...? Quién... ¿Quién eres?- preguntó al fin, al sentir los ojos penetrantes de la chica sobre él. -¿No te acuerdas de mí?- susurró ella. Benedict negó con la cabeza. -Esto es una estupidez... ¿Por que no me desatas? ¿Quieres dinero? Tómalo...- comenzó él, pero Natalie le gritó. -¿Es que no ves?- preguntó divertida. Él comenzó a pensar que ella estaba loca. -La verdad no sé... ¿De qué me hablas?- preguntó, esperando una aclaración. Natalie rió. -Mira esto y dime si te recuerdo a alguien- comentó ella y le mostró su brazo. Tenía una herida de bala con unas puntadas algo caseras para su gusto, pero él aún no entendía. Natalie pareció enfadarse. -No puedo creer que no me recuerdes... Y yo que pensé haber dejado mi sello personal en el reclusorio; ya sabes, con la esposa de tu hermano- susurró. Benedict pasó saliva. -No puede ser... No puedes ser tú- repitió una y otra vez aterrado mientras ella reía. Y entonces descubrió la mentira: -Soy Natalie. Trabajo en Informática del FBI-.
En realidad no era Natalie. Era la hija de Natalie y Eric. Antes de decir algo más, ella se subió sobre él y le cortó una muñeca con suficiente profundidad. Él se las arregló para no gritar. -Debe de parecer un suicidio, en verdad me parte el corazón...- comentó ella de manera burlona mientras acercaba la navaja ensangrentada a su otra muñeca. Benedict se revolvió en vano. Y sintió pavor. Se estaba desangrando. -Tranquilo, esto será rápido- susurró ella, mientras se recostaba a su lado. Benedict no tenía otra opción más que resignarse y aguantar el dolor. Se sentía estúpido.Erin suspiró. -Si te consuela saberlo... Fuiste el mejor de todos. Es decir, me ofreciste un empleo, me trajiste a un hotel de lujo. De todos los hombres con los que he estado, tu fuiste el mejor- susurró.
Benedict dejó de sentir miedo, golpeado por las palabras de la chica.
ESTÁS LEYENDO
La Última Jugada
ActionMi padre me dice que esto es un juego de Ajedrez. Que el mundo es el tablero, y que la organización y nosotros somos las piezas. Apuesto a que estoy en el lado blanco, aún cuando mis manos están llenas de sangre. Aún cuando a mis espaldas solo hay m...