Erin estaba acostada en el suelo de la cabaña. Su padre le había dejado un par de cobijas de lana para cubrirse, pero no era suficiente. El frío se colaba por todas partes. Era de noche, y el fuego de la chimenea estaba apagándose poco a poco. Estaba en un periodo de descanso, pues Eric había salido. Llevaba una semana fuera. Posiblemente la mejor semana para ella pues no había tenido que recibir palizas ni entrenamiento. De pronto escuchó unos ruidos extraños que provenían de afuera. Erin se levantó y se acercó a la puerta, en posición de ataque.
Se abrió de golpe y ella retrocedió, espantada. Su padre estaba cubierto de pieles de la cabeza a los pies. Sólo podía distinguir el brillo de sus ojos. -¿Papá?- susurró ella, tratando de sonar segura. Su padre lanzó un bulto al suelo, sin decir palabra alguna. Después cerró la puerta y comenzó a sacudirse la nieve de sus ropas y a colgarlas. Erin se acercó al bulto, y pronto se dio cuenta de que era una persona. Una muy golpeada. Una persona viva y amordazada. El hombre amarrado se removió, quejándose, y Erin se sobresaltó. Sintió escalofríos cuando su padre la sujetó con fuerza de los hombros. -Esta escoria de aquí es un espía... Y tu prueba final- le dijo con una sonrisa macabra. Erin negó con la cabeza. -Está muy débil, papá... Lo hubieras matado y ya- contestó ella mientras se alejaba de todo. Eric la tomó del brazo con más fuerza y la obligó a mirar. Sacó una pistola, y le disparó al espía en la cara. Como castigo, Erin se quedó colgada de los brazos en la rama de un pino. Como un animal. El frío hizo su trabajo y le entumió las articulaciones. Ella pensaba que sería todo, pero rara vez los castigos de su padre eran tan simples. Erin dejó de sentir los brazos. Y entonces, las cosas se pusieron feas. Dos hombres salieron de las sombras dispuestos a lastimarla. La desataron y la golpearon mientras su padre miraba de lejos. El dolor y la ira hicieron que se levantara del suelo. Se obligó a mover los brazos, y esa fue la primera vez que derramó sangre de la manera en que su padre lo hacía. Cuando había terminado con los dos hombres, ella escurría sangre aún caliente. La nieve se tiñó de rojo y entonces ella pudo ver el horror de sus acciones. A uno de ellos le había sacado los ojos con sus propias manos y al otro lo había apuñalado tantas veces que su cuerpo había quedado destruído. Temblaba. Eric se acercó a ella y la abrazó. -Estás lista- susurró orgulloso. Erin se soltó de los brazos de su padre, pero no salió corriendo. El daño estaba hecho. Era un arma letal. Y estaba lista. Se prohibió sentir remordimiento. Se dijo a sí misma que los asesinos de su madre no habían sentido nada. Y entonces ella tampoco lo haría...Erin se enderezó para respirar. Su movimiento tan espontáneo provocó que el agua de la tina se desbordara. Se estremeció con sus recuerdos. El agua estaba roja. Quería gritar. Se enjuagó de nueva cuenta y drenó la bañera. Se envolvió en una toalla y al salir resbaló, y aterrizó en el suelo. Se arrastró hasta el inodoro y esperó ahí hasta que las arcadas desaparecieron. Se secó el cuerpo y se vistió. Se miró en el espejo y recompuso su rostro para Jeff.
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Jeff observaba el rostro de Erin, mientras ella pasaba una esponja por su rostro. Le dolían sus moretones y cortadas. Por un momento se preguntó por el dolor de Erin. Tenía un ojo que comenzaba a ponerse un poco hinchado y el labio estaba partido. Eso y además tenía un rasguño en la mejilla. -¿Duele mucho?- preguntó Erin de pronto. Jeff negó con la cabeza y después volvió a quedarse quieto para que Erin pudiera continuar. -¿Qué tal los tuyos?- dijo él. Erin arrugó su nariz. -He tenido días peores...- susurró ella, y después, terminó su trabajo. -Listo. Como nuevo. Como Jeff recién salido de bañar-se burló. Jeff rió con sarcasmo. -Acabo de bañarme, duh...- comentó y después se acercó al espejo del tocador. Se miró el rostro en el espejo. Los moretones y los cortes casi habían desaparecido con el maquillaje de Erin. Sin embargo, se sentía como un completo idiota usando maquillaje. -Voy a quitarme esto- anunció y después se alejó de Erin, quién bufó sonoramente. -Acabo de gastar mi maquillaje en tí... Deberías estar agradecido o algo- comentó Erin mientras comenzaba a maquillarse ella. Jeff se anudó la corbata tres veces, pero la verdad no recordaba cómo hacerlo así que al final lanzó la corbata a su cama. El traje le quedaba bien, pero aún estaba descalzo. Quería sorprender a Erin con el anillo, pero no sabía como.
Erin se pintó los labios de rojo, y luego se levantó del banquito. Se acercó a Jeff. -¿Y bien...?-preguntó un poco cohibida. El chico la repasó con la mirada, y se ruborizó. -Te ves como una princesa- murmuró. Erin sonrió. -Ven aquí, Jeff... Déjame ayudarte con esto- dijo Erin mientras tomaba la corbata de Jeff y comenzaba a arreglarla para él. Jeff se perdió en el rostro de Erin. Y después, todo había terminado. Estaban tan cerca, y después parecía que había un océano entre ellos. -Gracias- comentó él. Erin sonrió y fue a ponerse sus zapatos. Jeff suspiró al ver a la chica de lejos. Se veía realmente hermosa. Sacó sus zapatos y escondió la cajita en el bolsillo de su saco. Cuando estuvo completamente vestido, se acercó a Erin que se estudiaba en el espejo.
Erin giró y encontró a Jeff frente a ella. -Quiero darte algo...- susurró él. Erin sintió que su cuerpo era fuego. Jeff sacó la cajita pequeña, la abrió y le mostró el anillo. Erin se quedó estática. Conocía el significado. Era una promesa de amor. Todo lo que cualquier mujer desea. Le tendió su mano temblorosa al chico. Jeff la tomó con delicadeza y deslizó el anillo en su dedo. No pudo evitar sonreír. Le agradaba sorprender a Erin. Hacerla ruborizar... Le gustaba la Erin fuerte y la Erin tímida. -No sé que decir...- comentó Erin mientras observaba la piedra brillar en su dedo. Jeff le ofreció su brazo. -Vamos a divertirnos- respondió. Erin tomó a Jeff y sonrió ampliamente... Y después su boca se volvió una línea recta. -Espera...- comentó mientras se acercaba al armario y sacaba su revólver. En verdad era pequeño. Sólo tendría un disparo. Lo guardó en el bolsillo del saco de Jeff y se maldijo mentalmente por estropear todo. -Ya. Yo lo guardo...- dijo Jeff mientras sonreía. Erin suspiró. -¿Listo?- preguntó. Jeff asintió con la cabeza.
Después salieron de la habitación y tomaron un taxi hacia el Highclere Castle.

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La Última Jugada
ActionMi padre me dice que esto es un juego de Ajedrez. Que el mundo es el tablero, y que la organización y nosotros somos las piezas. Apuesto a que estoy en el lado blanco, aún cuando mis manos están llenas de sangre. Aún cuando a mis espaldas solo hay m...