La feria

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Erin encontró a su víctima acorralada en una de las habitaciones del refugio. Cerró la puerta y cargó la pistola. -Se terminó, William- susurró al acercarse. El agente parecía asustado. -Eric te dio mi nombre, ¿no es así?- preguntó él. Erin quedó a tan solo unos pasos de William. No contestó. -Mira, lamento lo que le pasó a Natalie...- continuó Will. La simple mención de su madre encendió de nuevo a Erin, quien sin pensarlo dos veces se enfrascó en una pelea a golpes con el agente. -¡No menciones su nombre! ¡Tú revelaste su ubicación!- chilló ella mientras le golpeaba la cara a William, quien estaba en el suelo, incapaz de defenderse. -¡Tú no sabes nada!- respondió él. Erin no vio venir la patada que la envió al suelo. La pistola se resbaló de sus dedos. Cuando el agente se disponía a tomarla, ella le metió los pies haciendo que cayera. Recuperó su arma, y disparó varias veces al mismo lugar. Una mancha de sangre comenzó a expandirse en la tela blanca de la camisa de William. Sus ojos quedaron abiertos. Erin se quedó sentada a su lado, recuperando el aire. -Sé lo que hiciste, William. Con eso me basta- susurró ella. El sudor le escurría por el rostro, y los golpes que se había llevado ya comenzaban a dolerle. Se levantó, bloqueando el dolor. Un grito de hombre cortó el silencio, y le recordó que no estaba sola. -Jeff- pensó. Y salió corriendo a buscarlo.

Jeff había terminado con uno de los guaruras, pero el otro era más difícil. Se había logrado liberar de las cuerdas y la silla, pero el hombre se le había ido encima y ahora lo tenía acorralado es la pared. Estaba sudando y le dolían los golpes. Ya no veía a la asesina, y se preguntó si lo había abandonado ahí. Decidió lanzar el primer golpe, que su captor desvió y en cambio, se ganó un puñetazo que lo dobló. El hombre lo tomó del antebrazo con demasiada fuerza. Jeff gritó de dolor. Le apuntaban con una pistola, y esa vez volvió a pensar en que había llegado su hora. El guarura se tomó el tiempo de remangarle la camiseta para ver el pequeño bulto que tenía gracias al chip. Jeff creyó ver una chispa de miedo en los ojos del hombre, y justo cuando le iba a disparar, cayó muerto a sus pies. La sangre le salpicó el rostro y la ropa. Se apresuró a ocultar su brazo cuando observó que la chica se acercaba a él. -Levántate, es hora de irnos- le ordenó. Jeff la contempló un momento, pero sólo atinó a levantarse y darle las gracias. -Me salvaste...- susurró, confundido.
Erin frunció el ceño. -En verdad te salvé- pensó. En vez de contestarle a Jeff, se agachó y comenzó a vaciar los bolsillos de los cadáveres para sacar armas y balas. Notó que el chico estaba de pie, todavía aturdido. -Ve por el túnel de la izquierda y busca ropa nueva, la necesitas- le ordenó ella.
Jeff asintió con la cabeza y caminó por el túnel izquierdo hasta llegar a una habitación. Había una cama, un tocador y un armario... Y un cadáver. William. Jeff sintió un escalofrío. ¿Cómo ella podía matar así de esa manera? Pasó saliva, y se acercó al ropero. Incómodo, abrió las puertas y encontró algunas camisetas de colores y ropa formal. Eran un poco grandes para él, pero no quería ir por ahí, manchado de sangre. Haber matado a un hombre ya era suficiente. -¿Cuánto tiempo crees que tardarán en encontrarlo?- preguntó la chica a su espalda. Jeff se asustó y giró para mirarla. Estaba recargada en la pared con la mirada perdida en la sangre. -Yo...no lo sé- contestó.
Erin asintió con la cabeza, y se limpió el sudor de la frente. -Date prisa- ordenó y después salió de la habitación. Sus recuerdos la invadieron en la oscuridad del pasillo. Tuvo que recargarse en la pared.

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-¿Lo recuerdas?- preguntó su padre mientras le pasaba una foto. Erin había tomado la foto en sus manos, y su corazón había comenzado a latir con fuerza. -Es... ¿El tío Will?- preguntó ella, todavía confundida. Observó que el rostro de su padre se deformaba por la furia. -No es tu tío. Es un traidor. Se hacía llamar nuestro amigo pero él entregó nuestra ubicación... ¿Entiendes? ¡Él también asesinó a tu madre! ¡Dime que tienes que hacer cuando lo veas! ¡Dímelo!- gritó su padre golpeando la mesa con su puño. Erin estaba muy asustada. Se acordaba de William Keller. El mejor amigo de su padre. Iba a visitarlos, y usualmente llevaba caramelos para ella. Erin lo quería. Pero después de eso... Después de saber lo que Will había hecho... Comenzó a temblar mientras recordaba la muerte de su madre. Su padre la sujetó del hombro con fuerza y la estrujó con violencia. -¿Qué vas a hacer cuando lo veas?- le gritó. Erin se quedó sin aire. Pero al final, contestó. -Lo voy a matar-. Su padre la soltó, y la abrazó un poco controlado. -Esa es mi niña...-.

La Última JugadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora