La noche en Nueva York era calurosa y tranquila. Había un silencio sepulcral en los callejones, y lugares apartados de la ciudad. En especial en aquellas instalaciones ultra-secretas camufladas con la fachada de un museo abandonado. Las personas ignoraban por completo el edificio, cuando en realidad, ahí adentro se encontraban archivos que contenían información importante y secreta de los altos mandatarios del mundo y las identidades de los agentes del FBI. El edificio estaba rodeado por cercas metálicas, pero Erin sabía que no era simple metal. Era metal electrificado con más volteos de los que una persona puede resistir, y todo para que ningún curioso se atreviera a acercarse. El traje negro de tela gruesa que Erin vestía, la estaba haciendo transpirar. Se encontraba agazapada detrás de unos botes enormes de basura, esperando a que la falla en la seguridad ocurriera. Había estado observando durante semanas, y se había percatado que cada tres horas, el complejo sistema de seguridad fallaba y desconectaba temporalmente las cámaras de seguridad muy bien ocultas de la construcción. Puede que eso no fuera perceptible para una persona normal... Pero Erin no era una persona normal. Prueba de ello era la mochila que llevaba en el hombro, llena de artefactos letales. Su misión era entrar ahí y conseguir la información de Charles Whiplash, líder de la Élite de asesinos y espías del FBI. Ese era su blanco. Erin comenzó a trepar por la pared del edificio que se encontraba frente al museo mientras las gotas de sudor escurrían por su rostro. En la azotea la esperaban sus dos compañeros. Josh la recibió con una palmada en el hombro, y una sonrisa socarrona. Idina le lanzó un beso. Erin hizo una mueca de desagrado, y luego fingió una sonrisa para ellos. Los llamaba "compañeros" pero apenas los conocía.
Josh tenía 25 años, era musculoso, de ojos verdes y cabello marrón con un corte militar. Idina tenía 20, delgada, cabello marrón ondulado y ojos color miel. Una pareja extraña. -Belleza- saludó Josh. Idina se acercó a Erin, y le entregó una cuerda. Ella la recibió y comenzó a atarla a su cintura. -Bajaremos tu y yo, después seguirá Josh- comenzó a explicarle Idina. Josh estaba amarrando unas cuerdas más. Iban a entrar por el techo. -Deberían dejarme entrar sola- sentenció Erin. Idina la miró con desaprobación. -Nena... Eres demasiado pequeña como para infiltrarte en ese monstruo tú sola- atajó ella. Josh se acercó a Idina y le dio una nalgada traviesa. Idina lo empujó y entre risa y risa, terminaron besándose con mucha pasión. Erin apartó la mirada, y terminó de ajustar las cuerdas. Observó a la pareja darse ánimos. Ella no lograba comprender porque ellos se habían animado a acompañarla. Erin tenía una reputación bastante mala como para alejar a cualquiera... A excepción de ellos dos. Sonrió con tristeza. Y se enumeró las cinco cosas que la caracterizaban.
1. Nunca fallaba cuando disparaba.
2. No perdonaba vidas.
3. No regresaba por nadie.
4. Obtendría su venganza a cualquier costo.
5. Ella era una leona disfrazada de cordero.Cerró sus ojos, y trató de relajar sus músculos, y sus latidos. Josh la empujó a propósito. -Belleza, no te vayas a tardar, que Idina está que arde...- le dijo. Idina estalló a carcajadas. Erin solamente asintió con la cabeza. -¡Hey! ¡Sonríe! Eres joven como para no encontrarle gracia a nada- exclamó Idina. Erin le regaló la mejor sonrisa fingida que pudo. -Tienes razón Id, apenas tengo dieciocho, no puedo amargarme de esa manera- contestó, y se lanzó a correr por la azotea, hasta que llegó a la orilla, y entonces se lanzó. Abrió sus brazos como si fuera un ave, y sintió, con alivio, el aire fresco que golpeaba su rostro. La liga con la que llevaba recogido el cabello marrón se soltó, y este voló con el viento. Sintió que la cuerda la paraba de golpe, justo cuando su rostro quedaba a tan solo unos centímetros del techo del cuartel secreto. Se puso de rodillas en el suelo, y sacó una navaja de su bota. Cortó la cuerda, y de su cinturón extrajo un fino desarmador con el cual comenzó a retirar la pesada placa de vidrio del techo. Esa sería su puerta de entrada. El cristal reflejó su rostro. Tez blanca con rubor debido a la subida de adrenalina, ojos negros y cabello alborotado. Era bonita. Muy parecida a su padre. Su padre. Terminó con el cristal justo cuando Idina aterrizaba a su lado. -¡Estás demente, Erin!- chilló ella. Josh rodó a unos cuantos metros por el suelo. Se levantó y se sacudió la tierra del traje. -Por poco y suelto la cuerda, Belleza... A la próxima avísame- la reprendió. Erin bufó, exasperada, y una oleada de preocupación se apoderó de ella. Posiblemente esa sería la última vez que vería a ese par. Por eso trabajaba sola. Se acercó a ambos. -Gracias por hacer esto... Pero preferiría entrar ahí, sola- susurró, tragándose lo que sentía. Idina la tomó del hombro. -Dijimos en el bar que juntos...- comenzó. Josh las abrazó a las dos. -Lo haremos juntos...- comentó. A Erin le pareció que aquello era demasiado sentimentalismo, y decidió terminar aquello antes que seguir perdiendo el tiempo. -¿El qué?- preguntó como quién no quiere la cosa. Idina y Josh rieron a carcajadas, y ella aprovechó para recargar el arma que llevaba en la cintura. La volvió a guardar en su funda. Josh se puso en cuclillas frente a la pesada placa de vidrio, mucho antes de que Erin pudiera levantarla. -Déjame ayudarte, Belleza- le dijo. Mientras Josh hacía fuerza para abrir el techo, Idina se acercó a Erin, y comenzó a trenzarle el largo cabello. Ella se tensó. Nadie la había peinado así desde que era una niña. Antes que los recuerdos invadieran su mente, negó con la cabeza y se alejó de Idina, quien se encogió de hombros con una mirada confundida. Erin terminó de trenzarse el cabello, y su compañera le pasó una liga nueva. -¡Listo!- exclamó Josh rompiendo el momento incómodo entre las dos. Erin se acercó al agujero en donde antes había estado la placa de vidrio, y calculó unos 558 metros. Si la cuerda se rompia, le esperaba una muerte segura... Pero el simple hecho de estar ahí en ese preciso momento, lista para cometer un crimen federal, también era un pase seguro a la muerte. -Bajo primero- sentenció. Josh asintió y le pasó una cuerda doble llena de nudos. Erin la amarró de nuevo, y esperó a que Josh la amarrara con fuerza a una tubería gruesa de hierro. Con eso aguantaría. -Me esperas, pequeña- la despidió Idina. Erin se abalanzó hacia el agujero, y pasó su cuerpo pequeño y delgado por ahí. Josh la estaba bajando. Erin sentía la adrenalina palpitar en cada una de sus venas. Adentro estaba tenuemente iluminado con focos amarillos, y todo estaba lleno de pasillos. Las instrucciones de su padre habían sido claras, e incluso el plano también. Seria pan comido, o al menos eso esperaba. Al tocar el suelo, Erin se quitó la cuerda, y ésta subió con rapidez. Erin escudriñó a sus alrededores. Todo estaba despejado. Dio un brinco al escuchar que Josh e Idina se dejaban caer desde arriba. Ambos abrazados. Al quedar a unos centímetros del suelo, Erin cortó las cuerdas que los amarraban. -Josh, necesito que vigiles el área izquierda- ordenó Erin. El chico asintió, obediente. -Idina, tu cuidas mi espalda-. La mujer asintió con una sonrisa. Erin comenzó a adentrarse al pasillo derecho, que sorprendentemente estaba desierto. Idina besó a Josh y luego emprendió el camino, siguiendo a Erin. El aire de las instalaciones estaba viciado. Y Erin sabía que necesitaban silencio... Y la chica que le cuidaba las espaldas no conocía ese concepto. Al parecer, estaba tarareando el intro de la canción "Centuries" de Fall Out Boy. Erin resopló, pero al final, mientras pasaban por un montón de puertas cerradas, se unió a la canción. El sudor escurría por su espalda. En serio odiaba el maldito traje. Idina interrumpió la melodía. -Ehhh... ¿Qué buscamos?- preguntó. Erin se detuvo de golpe, y la mujer se estampó con ella. -Lo siento- murmuró Idina, claramente apenada. Erin la miró unos minutos bajo las luces de color naranja. -La puerta 80-DIE- contestó Erin. Idina asintió con la cabeza, de manera socarrona. Se veía que trataba de ocultar la risa. -¿Qué es tan divertido?- le preguntó Erin, mientras sacaba de su bolsillo la copia exacta de la llave que abriría esa puerta. Idina hizo comillas con sus dedos. -La puerta 80-DIE... ¿Entiendes? DIE* espero no morir ahí adentro- comentó, evidentemente divertida. Erin puso los ojos en blanco. -Ya. DIE es Departamento de Información del Estado. No encuentro la gracia- atajó, buscando las placas plateadas que ennumeraban las puertas. Ya estaban cerca. Al llegar a la puerta, Erin miró hacia los dos lados, para darse cuenta de que no había nadie. Idina se había recargado en la pared del pasillo, mirándose el esmalte de sus uñas. -Ya. Gracias por cubrir mis espaldas- espetó ella. Idina se encogió de hombros, y sonrío. -No veo a nadie por aquí, señorita amargada- contesto Idina. Erin negó con la cabeza, pero le devolvió la sonrisa. Introdujo la llave en la cerradura, pero no cedió. -¿Qué demonios?- preguntó, tratando de girar la llave. -¿Problemas?- preguntó Idina, acercándose a ella. Erin aplicó fuerza de más, y la llave se rompió. -¡Maldición!- susurró ella. -Wooooow, bueno... al menos lo intentamos- comentó Idina, mientras daba media vuelta. Erin se quitó la mochila de los hombros, y comenzó a rebuscar entre las bolsas hasta que encontró unas pinzas muy finas. -Ten, cierra esto, por favor- ordenó ella mientras le lanzaba la mochila a Idina, quien seguía recargada en la pared. Erin sudaba a mares. Estaba perdiendo tiempo. Trató de sacar el pedazo de la llave que estaba atorado en la cerradura, pero era muy complicado. Y la luz no ayudaba mucho. Idina volvió a romper el silencio. -Autumn shades, calm my shaking hands... Tender, cool breeze, keeps me where I am.... Suddenly here, when i want to scream... Autumn calms me down, keeps me in my dreams...**- cantaba. Erin se secó el sudor de su frente, y tiró con más fuerza de la llave. Ésta cedió, y ella suspiró aliviada. Después, volvió a introducirla en la cerradura, esta vez usando las pinzas para hacerla girar. Y funcionó. La puerta se abrió. Erin entró seguida de Idina. La habitación estaba sumida en la oscuridad, y el ambiente estaba humedo y fresco. Erin estaba agradecida. Idina abrió la mochila y sacó dos linternas pequeñas. Le pasó una a su compañera, y las encendieron. Había demasiados archiveros separados por diminutos pasillos. Algunas carpetas estaban llenas de polvo, como si tuvieran años encerradas ahí. Erin había memorizado el mapa de su padre. El archivero que buscaban estaba en el último estante del quinto pasillo. La cuenta regresiva había comenzado. Las dos chicas corrieron hasta llegar al archivero. Erin abrió un cajón, y comenzó a pasar frenéticamente los fólderes de color amarillo, buscando un nombre en específico. De pronto, escuchó que la linterna de Idina caía al suelo, mientras la llamaba, aterrorizada. -¡Erin!-. Con el corazón saliéndose de su pecho, Erin giró de golpe, justo para ver que una araña del tamaño de una uva trepaba por el brazo de su compañera, quién estaba congelada con la piel pálida. Erin le quitó la araña del brazo, y la aplastó con el pie. Idina suuspiró con alivio. -No hagas esas expresiones, Idina... Sólo era una araña- la reprendió con una mirada inquisidora. Idina soltó el aire de sus pulmones. -Lo sé, lo siento... es que odio las arañas- se defendió. Erin negó con la cabeza, y regresó al archivero, para buscar en el segundo cajón. No había nada. Abrió el tercero, y continuó con su búsqueda. Idina volvió a llamarla de nuevo, de la misma manera, pero esta vez casi susurrando. -¡Erin!-. La chica continuó con su tarea, y puso los ojos en blanco. -Id, sólo son arañas... puedes aplastarlas con tus botas- comentó ella, un poco harta... hasta que escuchó el disparo de un arma con silenciador. Perdió el aire de sus pulmones, y se giró de inmediato, encontrando a dos agentes de seguridad vestidos de negro. Ambos llevaban armas con silenciador, uno le apuntaba a ella, y el otro sujetaba a Idina, muerta. La mujer tenía un agujero en la cabeza, y al grandulón no parecía afectarle. -Aleja tus asquerosas manos de ese archivero- ordenó el tipo que le estaba apuntando. Erin sintió furia. Nadie la mandaba. Como un rayo, pateó al tipo entre las piernas y le arrebató el arma, mientras él se retorcía de dolor. El segundo dejó caer el cadáver de Idina, y se lanzó a golpear a Erin, pero ella fue más rápida, y esquivó los dos primeros golpes. Ella se movía con la gracia de una bailarina, mientras hacía al hombre sudar. El guardia que estaba en el suelo se levantó, la sujetó de la espalda y la lanzó contra un archivero. Erin cayó al suelo, sintiendo un dolor terrible en la espalda. Antes de que el hombre pudiera tirársele encima, ella lanzó una patada, y antes de que el segundo la golpeara, alcanzó el arma, y disparó. Sólo quedaba uno. Aquél, sin embargo, era todo un peleador experimentado. Fue divertido para Erin aunque se llevó varios golpes. Al final, hizo una llave, y cuando el brazo del hombre se dislocó, le propinó una patada en el trasero, que lo mandó al suelo. Tomó el arma de nuevo, y se acercó a él. -Mataste a mi amiga- le dijo llena de odio, y colocó el cañón en la frente. El hombre sonrió a pesar del dolor. La sangre escurría de su labio roto. -Ellos ya saben que están aquí. No saldrás con vida de esta, pequeña escoria- le escupió. Erin no cambió su expresión. Seguía siendo fría y cruel. -Es una lástima que no verás como sí salgo con vida- contestó, y sin más, disparó. Salió del cuarto de archivos con la información más que necesaria. Corría por el pasillo, hasta que chocó con Josh. Sudaba, y en su rostro se apreciaban varios golpes. -¡Hay que irnos de aquí!- espetó, y comenzó a correr hacia la salida. Utilizarían la cuerda que habían dejado suspendida. Erin sintió una presión en su estómago, porque Josh no se había dado cuenta de la ausencia de Idina. Cuando llegó a donde estaba Josh, él ya tenía todo listo. Erin iba a explicarle todo, pero Josh la amarró, y comenzó a subirla. Y ella no protestó. Debía salir con vida de ahí. Todo se vino abajo en segundos. Justo cuando ya llevaba la mitad del recorrido. Más de diez agentes aparecieron con armas. Josh subió la cuerda con rapidez, y Erin ya no pudo ocultar la verdad. -¡Josh, Idina murió!- gritó ella. Bajó su mirada, y se encontró con los ojos llorosos de Josh. -Uno de nosotros no va a salir de aquí, Erin... y creo que sabemos quién es...- le dijo él, manteniendo la tristeza alejada de su voz. Erin gruñó de impotencia, y la primer bala salió disparada. La bala rozó el trozo de tela que estaba debajo de ella. Josh bajó de la cuerda antes de que ésta se rompiera. Cayó al suelo, y dos agentes lo sujetaron. -¡Sal de aquí, Belleza!- le gritó él. Antes de que la acribillaran, Erin sacó el arma que había robado, y desde ahí arriba, le apuntó a Josh en la cabeza. Él la observó, y asintió con la cabeza. Erin nunca fallaba. Y esa no fue la excepción. Cuando todos los agentes se percataron que Josh estaba muerto, soltaron una lluvia de balas, pero Erin ya se había marchado.
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Erin llegó a la puerta del pequeño departamento que compartía con Idina y Josh. Sus manos temblorosas tomaron las llaves, pero cayeron al suelo. Con la respiración entrecortada se agachó, y las recuperó. El dolor que tenía en las costillas y el brazo izquierdo la estaba doblando. Entró a la casa, y no prendió las luces. Caminó hasta la diminuta cocina y comenzó a quitarse la ropa, hasta quedar en ropa interior. La única iluminación era la luz de la luna que entraba por la pequeña ventana. Recargó su brazo herido en el lavaplatos, para que la luz la iluminara. La herida de bala no había sido tan grave.Tomó un montón de trapos. Dobló uno y lo mordió. Se lavó la herida. Tomó una aguja y un hilo que encontró. Colocó la aguja sobre el quemador de la estufa, y después se dio unas puntadas. El trapo había amortiguado sus gritos. Al terminar, se vendó con cuidado. Alcanzó unos cerillos, y encendió uno. Lo apagó contra su piel para poder llorar por Idina. Encendió otro y repitió la operación, pero esta vez por Josh. Estaba sola, al igual que siempre. Pero de todas las personas con las que se había cruzado, ellos dos eran sus amigos. Lloró toda la noche, en contra de sus principios.
*Die (palabra en inglés) significa morir.
**Whispering - canción de Alex Clare.

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La Última Jugada
ActionMi padre me dice que esto es un juego de Ajedrez. Que el mundo es el tablero, y que la organización y nosotros somos las piezas. Apuesto a que estoy en el lado blanco, aún cuando mis manos están llenas de sangre. Aún cuando a mis espaldas solo hay m...