Traición

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Valerie sentía que en su interior había un tornado que estaba arrasando con todo a su paso. Quiso gritarle a Jeff que regresara, que detuviera el auto para que ella pudiera ir a ponerle fin a Harrison. Las mentiras la habían destrozado, pero que le arrebataran todo había terminado de partirla a la mitad. No le quedaba nada más que Jeff. Y ella ya sabía que en cualquier momento alguien iría a quitárselo. Ese era su problema. Siempre que a ella empezaba a importarle de verdad una persona; siempre que comenzaba a amarlas de verdad, llegaban y se las quitaban de una manera cruel. No podía evitar sentir culpa. Se imaginó corriendo hacia Harrison. Se visualizó golpeándolo, haciéndolo sangrar. Recordaba a su padre tirado en el suelo, sangrando. Sintió el papel manchado y lo arrugó con sus manos. Lo metió en el bolsillo de su pantalón.

Jeff frenó bruscamente cuando Valerie comenzó a gritar furiosa. -¡Regresa! ¡Maldita sea, regresa!-.
Él trató de sujetarla. Estaba conduciendo lejos, y no podían demorarse mucho pues los estaban siguiendo.
-Valerie, tenemos que irnos... Lo siento- se apresuró a decirle. Ella se dejó caer en el asiento, y lágrimas silenciosas comenzaron a caerle por las mejillas. -Mi... Papá...- susurró.
Jeff le tomó una mano, y con la otra comenzó a manejar. Tomó una carretera, tratando de mantener su mente despejada. Los habían encontrado. El sudor le corría frío por la espalda mientras se preguntaba el cómo. Además tenía que ayudar a Valerie. Suspiró, desesperado. Las cosas se habían puesto muy mal.

-Perdí... Lo perdí... Tenía una sola maldita tarea, y la hice mal... ¡Estúpida! ¡Estúpido juego!- gritó Valerie de pronto, zafándose de la mano de Jeff. El juego de ajedrez terminaba cuando el rey moría. Y su padre estaba muerto. Su entrenamiento no había servido para nada. Se sentía sucia y llena de sangre. Sentía que le escurría de su cabeza hasta los pies. Había asesinado y torturado, creyendo que era correcto. Lo había hecho tan bien, que el mundo le temía. Se había aislado construyendo una barrera alrededor de su corazón solo para pretender que era fuerte. Y se había equivocado. Se había perdido a ella misma tratando de complacer a su padre. Lo había amado tanto, hasta destruirse a ella misma.
-Soy un monstruo...- susurró al fin, dejando que las palabras se clavaran en su corazón.

Jeff se orilló en la carretera y aparcó el auto, rezando para que Harrison no los encontrara en ese mismo instante. En su cabeza tenía un maldito tic tac que le recordaba que estaba a contratiempo. -Valerie...- la llamó, mientras tomaba de nuevo su mano. -No es verdad lo que dices- recalcó. Valerie negó con la cabeza, y se secó las lágrimas. -Lo soy. Yo dejé que me cambiara. Hice todo lo que me pidió... Todo. Tomé muchas vidas, y lo disfruté... Y hoy comprendí que en realidad no era yo... Valerie estaba atrapada gritando, pero no podía escucharla... Iba a matarme, Jeff. Tú lo viste-.
Jeff se las arregló para abrazarla. -Todos los padres cometen errores, Valerie. No son perfectos. Te educan como ellos creen que es correcto, y no podemos culparlos... Probablemente, sus padres fueron peores. Es como una especie de cadena- comentó, y luego depositó un suave beso en el cabello de la chica.
Quería decirle que todo iba a salir bien... Pero no podía. Su cabeza le decía que las cosas estaban mal y se pondrían peor. La sujetó con más fuerza, y comenzó a sentir miedo.
-Valerie... Debemos irnos- susurró.

Valerie se separó de él, y el brillo de sus ojos se apagó. -No. Esto se acaba ahora- dijo mientras abría la puerta y bajaba del auto.

Jeff sintió que el corazón le latía con demasiada fuerza mientras la seguía gritando su nombre.

Valerie no redujo el paso, pero se detuvo cuando Jeff la tomó del brazo con tanta fuerza que le hizo daño. -Déjalo, Valy... Podemos irnos ahora, empezar de nuevo. Es lo que queríamos ¿no? Alejarnos de todo-.
Ella lo miró, y lo sujetó con fuerza de la camisa mientras lo besaba con rudeza. No podía arriesgarse.
Cuando al fin rompió el contacto, Jeff quedó desorientado.
-No voy a perderte a tí también. No puedo. Me seguirá hasta al fin del mundo si no lo hago...- susurró, mientras negaba con la cabeza. Jeff volvió a tomarla del brazo. -Valerie... No lo hagas... Por favor, hay que irnos de aquí. Por favor, Valy...- le suplicó, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Valerie endureció su semblante. -Iré contigo cuando Harrison esté en el infierno- sentenció, y después salió corriendo.
Jeff corrió detrás de ella, pero Valerie siempre había sido mucho más rápida que él. Cuando la perdió entre las casas abandonadas del barrio, el pánico se apoderó de él, y comenzó a gritar su nombre, desesperado.
Recordó la mirada de Harrison al hablar de ella. Recordó el último beso que le había dado, y se quedó sin aire cuando se percató de que posiblemente ese beso sería el último.

La Última JugadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora