Para Erin

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Erin estaba en su habitación. Había optado por ir a encerrarse en vez de enfrentarse a su madre. Estaba destrozada. Sólo entonces comprendió que su padre no regresaría. Jamás lo haría. Viviría con su ausencia; lo había hecho dieciocho años, y podría hacerlo más tiempo. Su cerebro comenzó a trabajar mientras jugaba con el sobre en donde estaba la verdad escrita con la letra de su padre.
No sabía si perdonarlo o no. Recordó muchas cosas. Supuestamente "el trabajo" que él tenía lo mantenía lejos todo el tiempo. Ese tiempo en el que ella y su madre lo esperaban con ansias. Y luego, pasados algunos días, él se iba de nuevo. Se marchaba y no dejaba ninguna pista para volver a encontrarlo o comunicarse con él. Todo siempre era muy misterioso y nunca se había detenido a pensar en ello. La verdad había estado frente a ella todo el tiempo, pero había sido demasiado tonta para poder verla. Luego observó una de las muchas fotos de ella con su padre, y el corazón le dio un vuelco. En algún lugar del mundo estaba ella. Su media hermana. Valerie. No la odió. Cuando pudo aceptar lo que había ocurrido solo sintió curiosidad por ella. ¿Cómo era? ¿Sabía la verdad? ¿Alguna vez la iba a conocer? Esperaba que si. Pero también quería que fuera un secreto. Su madre estaba mal. No podía ir a decirle que sentía curiosidad por su media hermana. No podía ni mencionarla.
Observó el sobre en el que estaba escrito: Para Erin.
Sacó el papel y lo desdobló. Esa era la décima vez que lo leía.

Erin:
Mi querida hija. Antes que nada, quiero que sepas lo mucho que te amo. Después, quiero disculparme contigo y con tu madre por no haberles dicho esto en persona. Prometí que regresaría; cuando lo haga, y si aún quieren verme, podré decirles cara a cara... Pero me gustaría que después de que leas esta carta, se la muestres a tu madre. Ella debe saberlo también.
Te preguntaras ¿Por qué ahora?
Escogí este momento porque no puedo seguir así. Quiero vivir para ustedes, y solo estar para ustedes. Siempre pensaste que lo era, pero hoy te digo que no fue así.
Ya sé que eres demasiado grande para historias, pero déjame contarte una última...
Esta era una vez, el mejor espía del mundo. Uno fuerte y cruel. Un monstruo. Viajaba por todo el mundo para llevar a cabo sus peligrosas misiones. Nunca lo atraparon. Era una fiera que atacaba con precisión; muchas veces terminaba lleno de sangre, pero en el fondo, la amaba. La emoción de quitar una vida. La sangre escurriendo de sus dedos. Una máquina sin sentimientos.
En una de sus muchas misiones, viajó a Minnesota. Era una noche calurosa despues de trabajar, y quería divertirse. Entonces el espía decidió acudir a un bar. Y en ese bar conoció a una mujer hermosa que lo hizo sentir en el cielo. Se enamoró de ella, y durante semanas la observó de lejos, y aprendió muchas cosas. Le hizo un espacio en su corazón, pero no se atrevió a acercarsele porque él era un monstruo. El espía regresó a Nueva York, en dónde trató de olvidar a esa mujer de cabello café y ojos azules. Pasó el tiempo, y al espía le asignaron un equipo. Odió a uno de sus colegas desde el principio y constantemente peleaban por todo, llegando a complicar las misiones... El espía estaba tan cansado de eso, que comenzó a buscar el talón de Aquiles de su colega... Hasta que lo encontró. Era una mujer. Una mujer que él conocía muy bien. Su otra colega, Natalie.
Él se propuso destruir a su colega, alejando a Natalie de su vida; entonces, comenzó a enamorarla, hasta que ella cayó rendida a sus pies.
Pero para el espía no era suficiente. No podía serlo. No se conformó con esa mujer porque en realidad no la amaba. Así que regresó a Minnesota a buscar a la mujer de la que estaba enamorado, Annie. Se tomó su tiempo, se ausentó de su trabajo con mentiras y se creó una nueva identidad para enamorarla, y al final, se casó. Y de nueva cuenta, no fue suficiente, porque todas las noches, mientras descansaba al lado de Annie, ansiaba estar afuera, asesinando a las personas. Inventó una escusa para alejarse de su esposa, pero de una manera momentánea, pues él tenía la esperanza de regresar.
Al llegar a su empleo se dio cuenta de que su plan había funcionado a la perfección. Su enemigo se había recluído. Lo había destruído. Sin embargo, la mujer que para él solo había sido una aventura, estaba embarazada. El espía no podía creerlo, sin embargo, cuando volvió a ver a Natalie quedó atrapado por su belleza. La había estudiado tan bien durante mucho tiempo, que sin darse cuenta había hecho en su corazón otro espacio para ella. Y no la pudo dejar. Se encontró con un dilema, pues ya tenía una esposa que lo esperaba. Sin embargo no le preocupó porque su esposa sólo conocía el lado falso. Entonces el espía consiguió dos familias. Y tuvo dos hijas. Una llamada Erin y otra Valerie.
Sin embargo sufría, porque le decía muchas mentiras a la familia que más amaba. La familia que no lo conocía bien.
Aquí está la verdad que deben saber.
Les mentí a todos. Con Natalie y Valerie las mentiras salían con facilidad. Con ellas no tenía porque fingir ser alguien que no era. Con ustedes, era más difícil. Contigo siempre traté de ser un buen padre... Mientras yo te regalaba peluches, a Valerie le regalaba armas, mientras tu pasabas horas coloreando, ella pasaba horas corriendo en el bosque, entrenando sus pulmones. Con Natalie pasaba el tiempo peleando. A veces había momentos increíbles, pero nunca como lo eran con Annie.
Y entonces, los verdaderos problemas llegaron. Descubrí información peligrosa y puse a todos en peligro. No lo sabes, pero te lo diré. Asesinaron a Natalie por mi culpa, y nunca pude disculparme con ella. Mucho menos con Valerie. A ella la destruí. Le dí una tarea peligrosa... Una tarea que pudo costarle la vida. Le puse precio a su cabeza. Le quité la vida normal y tranquila que tú vives. Por eso me he marchado; voy a buscarla y la voy a liberar de todo lo que le he hecho.
Ella nunca me defraudó, y tú, mi querida Erin, tampoco. El tiempo que pasábamos juntos era corto, y constantemente las extrañaba. A ti y a tu madre... Supongo que también debería decirte que a Valerie la llamé Erin, también. Era la única manera en la que podía hablarle a ella sin sentir dolor. Pero no eras tu. Y eso me hizo privarla de amor paternal. Era sangre de mi sangre, pero nunca sentí el vínculo que sentí contigo. Siempre pensaba en ti, y en tu madre. Siempre ocuparon toda mi mente, y es por eso he terminado a todos mis enemigos para mantenerlas a salvo. Valerie me ayudó bastante, pero es hora de terminar con esta farsa. Al final solo seremos nosotros tres, como debió haberlo sido desde un principio.
Espero que lo puedan entender.

Eric

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Erin se llevó las manos a la boca y se levantó de su cama de un salto. Diez veces después de leer las palabras de su padre, había encontrado otro significado. Uno aterrador que de seguro ni su madre había notado. Se estremeció.
Las palabras: Monstruo y Valerie, y la frase "liberarla de todo lo que le he hecho" no podían significar algo bueno.
Se estremeció de miedo.

La Última JugadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora