Valerie

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El trayecto al hotel transcurrió en un incómodo silencio. Erin estaba completamente pegada a la ventana y trataba de no tener contacto alguno con Jeff.

Jeff estaba perdido en sus pensamientos. -¿Cómo es que llegamos hasta aquí, Erin? Explícame cómo fue que me cambiaste tan rápido- se preguntaba una y otra vez. Recargó su cabeza en el vidrio de la ventana que estaba frío. Observó la luna y las estrellas que brillaban en el cielo nocturno de Londres.

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Al llegar al hotel, Erin tomó de su ropa una camiseta y unos pantalones y corrió a esconderse en el baño como una vil lacra cobarde. Se llamó cosas peores mientras se quitaba el vestido, y se lavaba el maquillaje. Tenía miedo de enfrentarse a Jeff. Su corazón quería algo que su cerebro le negaba. Su alma estaba en conflicto y ella sabía que en cualquier momento iba a explotar.

Jeff se acercó a la puerta del baño para hablar con Erin. Estaba desesperado. Estar encerrado en un cuarto con ella lo sacaba de quicio. La tensión que había era obvia, y le frustraba que Erin lo negara.

Erin abrió la puerta y dio un brinco al encontrar a Jeff frente a ella. -¿No podías esperar a que saliera, Hudson?- le preguntó de manera cortante, y después salió, sin siquiera mirarlo a los ojos. Jeff se cruzó de brazos y suspiró. -Necesitamos hablar- comentó él.

-No hay nada que hablar- contestó Erin mientras sentía una opresión en el estómago. Lanzó el vestido y los tacones lejos y comenzó a destender la cama para poder fingir que tenía sueño y que iba a dormir. Observó su mano y se dio cuenta de que el anillo seguía en su dedo. Continuó con sus actividades tratando de no ver a Jeff. No podía caer. No podía tirar por la borda cuatro años de entrenamiento suicida. Además, ¿que sentido tendría? Ella tenía planeado desaparecer cuando todo terminara. Sería un fantasma. Y no podía obligar a Jeff a seguirla. Y lo peor de todo era que Jeff no iba a necesitar que lo obligaran. Jeff iría voluntariamente con ella, y eso le retorcía las tripas. Erin pensaba que de algún modo u otro tenía prisionero a Jeff... Pero entre más lo pensaba, la pregunta que llenaba su cabeza era ¿Quién tiene cautivo a quién? Erin podía marcharse. Podía hacerlo... Y sin embargo, no quería. Tenía demasiado miedo de regresar al silencio, a la soledad. Le aterraba no volver a escuchar las bromas estúpidas de Jeff, su risa, le aterraba dejar de ver su sonrisa.

Jeff observaba a Erin tan absorta en perder el tiempo, que comenzó a acercarse, hasta quedar a tan sólo unos pasos de ella. -Erin, ya basta- le dijo.

Erin dejó de hacer lo que estaba haciendo y se obligó a encarar el problema. -Quieres hablar... Hablemos- dijo ella mientras miraba el pecho de Jeff quien aún llevaba su traje.

Jeff tomó aire, y dio el primer paso.

Erin se dio cuenta de que Jeff se iba a acercar un poco más, y extendió una mano contra su pecho para detenerlo.
Levantó su mirada y le observó el rostro y los ojos, y se sintió estúpida al estar luchando.
Tan sólo tocando el pecho de Jeff sentía algo lindo. Le gustaba. Sintió como le faltaba el aire en los pulmones, y entonces, las palabras de Benedict retumbaron en su cabeza; Si vas a besar a alguien, debes hacerlo por amor.
Ella no estaba segura de que fuera amor, pero quería descubrirlo. Quería saber lo que se sentía besar los labios de Jeff.
De manera muy lenta, deslizó su mano por el hombro de Jeff hasta su cuello. Inclinó su cabeza ligeramente, y comenzó a acercarse poco a poco al rostro de Jeff, quien estaba muy quieto. En vez de mirarlo a los ojos, miró sus labios, y en voz muy baja, dijo su nombre.
-Jeff-.

Erin estaba tan cerca de él que sus labios casi se tocaban. Cuando ella dijo su nombre de nuevo en voz baja, Jeff comenzó a besarla.

Erin sintió que Jeff la besaba con más y más fuerza, mientras atraía su cuerpo pequeño hacia el suyo con toda la fuerza que tenía, hasta quedar abrazados.

La Última JugadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora