En el camino

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Erin caminó seguida de Jeff. Ella encontró un auto, lo suficientemente viejo para poder abrir la cerradura. Seguramente ni rápido era, pero era lo que tenía. Era algo. Se arrodilló en la acera, y se quitó uno de sus muchos incaíbles que tenía para el cabello. Comenzó a maniobrar con la cerradura de la puerta, con mucha precisión. Jeff estaba más que nervioso. -Oye, tengo un auto... Si quieres... Bueno, podemos usarlo- comentó él. No le parecía buena idea robar un auto. Erin ahogó una risa. -Eres encantador ¿Sabías eso?- le dijo con mucho sarcasmo a su compañero. Jeff estaba sudando. -¿Que acaso nunca lo has hecho? ¿Has robado algo alguna vez? Todos los chicos de tu edad lo han hecho, incluso en la adolescencia...- comenzó Erin, pero Jeff se llevó las manos al rostro y negó enérgicamente cuando ella logró abrir la puerta. -Bueno Jeff, sube al auto- ordenó mientras tomaba su lugar en el asiento del conductor, y buscaba por debajo del volante los cables para hacer funcionar el vehículo. Jeff rodeó el auto y se sentó en el lugar del copiloto. Cuando la chica encendió el motor, instintivamente buscó el cinturón de seguridad, y se lo abrochó. Erin observó a Jeff, y de nuevo salió de sus labios una risa muy real. Debía reconocer que la inexperiencia delictiva de su compañero daba gracia. -Jeff, necesitas ser más criminal...- comentó ella, mientras arrancaba. Jeff se aferro al asiento, aun cuando el auto no iba tan rápido. -¿Más criminal? ¿A qué te refieres...? Es que robar un auto me parece excesivo... ¿No podíamos caminar? Caminar es bueno, ayuda a tu salud- contestó él. Erin lo fulminó con la mirada. -Me refiero a que si no soportas hacer algo tan simple como robar un auto, no me sirves de nada. Y no, Jeff. No podemos caminar hasta Las Vegas, Nevada- contestó. Jeff se puso pálido. -¿Las Vegas? Espera... ¿Qué?- preguntó él. Erin rodó los ojos. -Tranquilo, Playboy, no iremos en este auto. Y haremos muchas paradas- contestó ella, mientras conducía hacia el hotel en el que había dejado sus pertenencias. Jeff estaba muy quieto. No le parecía buena idea. No le parecía buena idea nada. ¿Cruzar todo el mapa para llegar a Las Vegas? ¿Ir asesinando gente a su paso? Ni siquiera sabía el nombre de la chica y ya iba junto a ella en una misión mortal. No se percató de que el auto se detenía frente a un hotel. -Ve y trae mi maleta- ordenó Erin, mientras le lanzaba a Jeff sus llaves. Él la miró como si no hubiera entendido nada. -¿Tu maleta?- preguntó. Erin soltó aire exasperada. -¡Date prisa Jeff!- le gritó. Jeff bajó del auto como una bala y comenzó a caminar hacia las puertas del hotel. Sabía que la asesina estaba en el auto riéndose de él. Buscó la habitación y entró en ella. Encontró una mochila, y se la colgó en los hombros. Antes de salir, arrastró sus pies al baño y se mojó el rostro con agua fría. Se llevó la mano al pequeño bulto de su antebrazo en donde estaba el chip. Y descubrió que realmente no confiaba en Harrison. Luego le entró la paranoia. ¿Y si me mintió? ¿Y si fue una trampa? ¿Y si me mata junto con ella? Y lo mas importante... ¿Y si ella me deja aquí? Salió corriendo de la habitación hasta el auto, completamente vacío. Jeff se sentó en la acera frente al auto. Quería reír de su estupidez. Se sentía un inútil. En verdad no estaba hecho para eso. No era como él pensaba. Aquello era algo serio. Entrecerró sus ojos. Aun podía regresar al FBI, disculparse por su ineptitud y dedicarse a otras cosas. Sacó su iphone del bolsillo. Y luego alguien se lo arrebató y lo estrelló en el suelo. La pantalla salió volando en pedacitos. -¿A quién llamas, Jeff?- preguntó Erin mientras sonreía maliciosamente. Jeff se levantó nervioso. -No es lo que parece- comenzó él. Erin le arrebató su mochila, y la subió al auto. Sacó de ella una brida para cables, y luego regresó con Jeff, quien tenía la frente perlada de sudor. -Te juro que no estaba llamando a nadie- suplicó. Erin aplastó el resto del iphone con su pie, escuchando el glorioso ruido que hacia el aparato al romperse. -Oh, me consta que no hayas hablado con nadie. Pero tu estupidez me mata, en verdad. O lo hará en un futuro. Ahora dame las manos- le dijo con sarcasmo. Jeff titubeó pero al final se las dio. Erin le sujetó las manos con la brida. Jeff se quedó con el corazón en un puño. Sin comprender. Aterrado de ella. Erin abrió la cajuela. -Muy bien, Jeff. Entra a la cajuela, y reza* o al menos trata de recapacitar acerca de tu estupidez. Si vuelves a hacer algo que me delate te asesinaré- explicó ella. Jeff caminó hasta la pequeña cajuela del auto. -Lo siento- susurró. Erin asintió con la cabeza. -Seguro lo harás, ahora sube- contestó ella, sonriendo. Jeff se hizo ovillo en la cajuela que era demasiado pequeña. -Oye, no me dejes aquí... Por favor...- suplico Jeff. Erin suspiró. -¿Cuánto hace que trabajas en el FBI?- preguntó ella. -Estaba en entrenamiento... Como dos días creo- contestó Jeff demasiado aterrado. Erin asintió con severidad. -Si. Necesitas mucho entrenamiento, Jeff. Eres patético ¿te lo habían dicho?- preguntó ella, ocultando su risa. Jeff la miró. Erin observaba los ojos suplicantes de Bambi que tenía Jeff. Estaba a punto de estallar en carcajadas. -¿Me asesinarás? En serio estoy planeando rezar- comentó Jeff. Erin rió. No quería hacerlo, pero era necesario. -Pequeño Jeff... Te dije que no confiaras en mí- respondió ella y cerró la cajuela. Caminó hasta el auto y lo encendió de nuevo. "Acabo de secuestrar al Playboy" pensaba divertida. Aun tenía una sonrisa patética en el rostro. A su mente llegaron sus otros amigos... Esos que ella había negado muchas veces, pero que habían dejado huella. Josh e Idina. Perdió su sonrisa, y no pudo evitar pensar en Jeff. Ella trabajaba sola. Necesitaba abandonarlo. Comenzó a conducir hasta Virginia. Ahí cambiaría de auto, y asesinaría a un agente.

La Última JugadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora