84. no me evites.

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Fred había estado llamando a muchas personas para saber dónde había estado George. Lea se sentía mal de sentirlo distante, si bien se dejaba abrazar no respondía a los abrazos o esquivaba las miradas de ella. Estaba demasiado dolido y todo que tuviera que ver con ella parecía causarle rechazo.

—esta bien, muchas gracias.— suspiro colgando el teléfono y Lea llegó con un plato de pancakes y un café con leche.— gracias.

—no es nada.— se sentó a su lado.— no ha parado de llover, creo que no va a parar por dos días más al menos.

—puede ser.— dejó el plato en la mesa de centro y bebió un sorbo de café para volver a marcar un número. Lea puso su mano en la de él frenandolo y se acercó un poco.

—Fred...

—¿Que ocurre?— miró su mano pero no a ella.

—¿Hay algo que pueda... Hacer?

—¿Para que?

—no lo sé...— suspiro.— para que te sientas mejor, o para que dejes de esquivarme.

—ah... No me siento mal y no te estoy esquivando.— aclaro y comenzó a marcar otro número para hablar por teléfono.

—esta bien...— lo miró fijamente unos segundos pero él ni se inmutó. Se levantó de ahí yendo hacia la habitación de él y se sentó en la cama. Se sentía aún muy mal, pero también le dolía el que él la esquivara, era la peor sensación de todas. Se acostó en la cama y se cubrió hasta el cuello recordando todas las veces que Fred la hacia un burrito y la abrazaba fuerte.

Había pasado un día esquivandola y se sentía como un mes. Ni siquiera podía irse a su apartamento, uno porque Fred se podría sentir más mal, dos porque pensaría que no le importa y que quiere huir y tres... Le aterraba estar sola.

En estos momentos se podría fumar hasta tres cigarrillos, pero sabía cuánto le molestaba a Fred que lo hiciera. No quería aumentar más la tensión incómoda que se formaba cuando los dos estaban en la misma habitación. Se sentía muy mal, dolida por su actitud y... Ni siquiera sabía que iba a ocurrir, sobretodo porque el guardo el anillo y no había hablado más del tema. Al despertar salió de la cama rápido y se fue a la sala, tomaron desayuno en silencio, almorzaron en silencio y Fred se puso a llamar a sus conocidos por George ignorandola. Lo mejor era fingir que ella no estaba, Lea iba a fingir que era invisible al menos para facilitarle todo.

Se recostó en la cama y al respirar por la boca vio como su aliento formaba aire blanco por el frío. El único lugar caliente era la sala por la chimenea. Prefería mil veces morirse de frío que ir hasta donde Fred quien la iba a ignorar. No quería meterse bajo las sábanas y mucho menos pedirle ropa.

Comenzó a cerrar los ojos y se hizo bolita abrazándose a ella misma e intentando conservar el calor de su cuerpo. Su nariz estaba tan fría que le dolía y los dedos de sus pies casi no los sentía. Se sentó para buscar su varita pero no estaba, la había dejado en la sala, tampoco podía soportar tanto frío así que pensó en que iba a hacer.

—¿Que haces ahí sentada?— pregunto Fred entrando a la habitación, camino hasta donde dejaba sus zapatos y tomo unas pantuflas para ponérselas. Le dio una mirada de arriba a abajo notando su aspecto, nariz roja, su mentón temblando y sus piernas descubiertas.

—estaba pensando...— se levantó de la cama y paso por su lado caminando hacia la puerta, Fred la miraba en completo silencio y fue tras ella viéndola buscar su varita.

—¿Te vas a ir?— pregunto triste, aún así no lo demostró. Seguía con su expresión y actitud fría.

—yo... No lo sé.— la tomo entre sus manos nerviosa y miro sus pies.

𝐒𝐞𝐫𝐞𝐧𝐝𝐢𝐩𝐢𝐚- 𝐅𝐫𝐞𝐝 𝐖𝐞𝐚𝐬𝐥𝐞𝐲 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora