POWER RANGERS: Beginning

Capítulo 29. Adiós mi pelirroja

• William Hurt es Samuel Edwards
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Un nuevo día llegó a Nueva York, y con él, nuevos retos; ese día se realizaba el homenaje a Nancy, su cuerpo sería entregado hoy y el funeral se llevará a cabo en la tarde, todos los estudiantes de Midtown se encontraban ahora en el gimnasio, junto a varios padres de familia, incluyendo a los señores German, Elena sabía que estarían mal, pero como siempre, una cosa era saberlo y otra muy distinta verlo; la mamá de Nancy estaba inconsolable y toda la familia de ésta parecía haber venido, porque ahí estaba la abuela de la pelirroja; a quien la joven visitaría el fin de semana que desapareció; el dolor no se podía disimular, y entre otras cosas el enojo, los padres de Nancy culpaban a la Ranger Rosa; aunque no hubiesen pruebas, el dolor solo los hacía querer una explicación, y cuando las noticias dieron esa teoría, ellos se aferraron a ella y culparon a la enmascarada de que ahora Nancy no estuviese con ellos.

En el homenaje, hablaron varios estudiantes y maestros sobre la pelirroja, incluyendo a Caroline, Elena lo intentó pero sentía que no podía ni mirar a los padres de Nancy a los ojos, la culpa volvía y no quería romper a llorar frente a todos; le parecía hermoso el gesto por parte de la escuela, pero de cierta manera también lo veía como una tortura. El evento pasó y los padres se fueron mientras los demás estudiantes volvían a clase. El día pasó sin mayor contratiempo, el grupo de amigos se dedicó a prestar atención a clase y no hablar de nada más, el haber empezado el día con lo de Nancy hizo que todos entraran en ese trance que no les permitía pensar en nada más, unos por dolor y los otros por respeto a los amigos de la pelirroja; es que ni siquiera Caroline se quejó nuevamente de la declaración de cacería a los Rangers, mañana sería otro día, por hoy, estaban guardando respeto por su amiga.

En la tarde, Kol y Elena no fueron a entrenar, tenían algo más importante que hacer, que para la pelinegra era despedirse de su amiga, era lo mínimo que podía hacer por ella, y lógicamente Kol no se iba a perder el funeral, puede que no pasara mucho tiempo con Nancy, pero sabía que había sido buena mujer y le parecía que era justo despedirse; al único que avisaron fue a Lucían, honestamente, Elena no estaba para un reproche por parte del maestro.

Elena ahora se encontraba en su cuarto organizando su vestido negro y cepillando su cabello, ese día no había tenido ánimos de mucho, sabía por Mark que entregarían el cuerpo hoy, pero no se imaginó que todo fuera tan rápido, los padres de Nancy habían decidido velar a su hija en el cementerio y que allí mismo se enterrara el cuerpo, sentían que nada calmaría su dolor, podrían velar el cuerpo de su hija durante días, pero solo sería aumentar su sufrimiento, nada les devolvería a su pequeña.

-¿Estás lista cielo?- preguntó Jenna desde la puerta, y Elena asintió mientras miraba a su tía, ésta también llevaba un vestido, y su cabello iba recogido en un ordenado moño.

-¿Mark ya llegó?-

-No tarda, acabo de hablar con él- Elena volvió a asentir mientras se daba una última mirada en el espejo; Mark dijo que pasaría por ellas para ir al cementerio de Queens, donde se llevaría a cabo los actos fúnebres, Elena había hablado con sus amigos y todos dijeron que se verían allí, ninguno parecía estar de mucho ánimo, ni siquiera Kol, aunque en la mañana como prometió, pasó por ella y hablaron de manera animada hasta la escuela, en cuanto pisaron Midtown y vieron cómo iba el asunto, su ánimo decayó.

-...Ante la muerte humana, la propia y la de nuestros seres queridos, cada uno de nosotros se queda con el corazón conmovido, la mente obnubilada y la mirada triste. Dios tiene derecho de llamar a sí de este mundo, a la mansión eterna, a quién desee, cuando quiera, y del lugar y de la forma que Él quiera. No se consulta con nadie sobre nuestra muerte, ni exonera a nadie de la muerte. Él es el Creador de nuestro cuerpo y de nuestra alma; hoy, estamos todos reunidos, para pedir por el eterno descanso de Nancy German, una dulce joven, a quien nuestro señor llamó para que estuviera a su lado y su alma encontrara la paz; nosotros, que nos quedamos en el mundo de los vivos, pedimos por su alma, y pedimos a Dios que le de fuerza a su familia, para enfrentar esta dura prueba que se les fue impuesta...-