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— ¿Realmente piensas hacerlo? — Escuché de mi manager pese a ver el edificio. Asentí. —No hay mucho más que pueda hacer, si puedo ayudar a unos cuantos a debutar con un buen inicio estaría bien— Empecé a entrar.

—Además, he ganado demasiado dinero, no se qué hacer con tanto— Añadí, viendo que estaba ya casi totalmente remodelado. —Nadie va a sospechar ahora que tengo el cabello negro y largo— Saqué parte de mi idea al aire, ganándome una mirada rara. — ¿Tienes lo que te pedí? — La miré, no entendiendo tanto. Sacó el montón de tarjetas, dándomelas.

—Estás muy animado ahora para lo deprimido que estabas hace un mes— Cuestionó. —No puedo estar triste por siempre, ya estoy lo suficientemente bien— Miré mi cuerpo. —Casi morir dos veces me hizo entender que no puedo sentirme mal por nadie— Suspiré.

—Hoy tomaré un taxi— Me di la vuelta, yéndome y dejándola sin entender.

Entre todo el peso que subí, las operaciones y el cabello, era muy díficil que alguien con el tapabocas me distinguiera.

Tomé una de las bicicletas públicas de la ciudad, acompañándome en mi travesía.

Una vez visto el primer objetivo, me baje, colocacandome perfectamente. Todo mundo estaba bailando como era lo normal, aunque tenía ganas de unirme, entre supervisar y mi cuerpo, estaba incapacitado.

Aunque no veía nada fuera de lo normal, exceptuando una chica que tenía mucha actitud y buena técnica de baile, además de saberse mucho todo, dejándome a la espera de que volviera con los demás, logrando darle una de las tarjetas, bajandome por una fracción el tapabocas, sabiendo quién era.

Proseguí con mi búsqueda, llegando hasta lo que era un grupo promocionandose, aunque un par de preguntas a alguien del público y terminé enterandome que eran un grupo amateur haciendo un cover, sacando dos de las tarjetas.

Una vez más, repitiendo el proceso y reconociéndome después de lo de la mascarilla bajada.

Paré cuando mi pierna estaba gritándome parar, tomando un taxi a casa.

Una vez en casa, seguí con el plan, investigando ex aprendices de diferentes empresas, dejándolos a mano de mi pequeño equipo de relaciones, para al menos averiguar sus direcciones.

Más que estrés, era divertido hacer todo aquello por mi cuenta, además, así no se negarían tanto, ser un fantasma en Seúl era divertido.

Al día siguiente me desperté con dos direcciones, sorprendiendome de la velocidad de aquello, dándome miedo además, no sabía si aquello era muy legal.

Aunque de igual manera tomé mi auto y lo dejé conducir solo hasta la primera dirección.

Me bajé, viendo que era un edificio residencial, entiendo más el porqué de aquella dirección, entrando sin más, tomando el elevador y chequeando los números.

Una vez comprobé todo, le dí al timbre, esperando unos cuantos segundos, revisando la información de la chica. Sentí como se abrió, viendo una chica de quizá quince años.

— ¿Si? — Preguntó. — ¿Está Park Si Eun? — Pregunté, a lo que me miró raro. — ¿Por? — Preguntó con algo de miedo, recordando que aún tenía el tapabocas, quitándome y echándose a atrás ella. — ¿Está? — Volví a preguntar, dando la vuelta con un nerviosismo tangible.

Un minuto después, tenía a la chica en cuestión y su hermana temblando al lado. Saqué una de mis tarjetas, dándosela. —Me sorprendió lo muy parecidos que somos— Dije sin más, esta no entendía tanto.

—Ambos estuvimos en Fantagio, actuamos antes de transferirnos a JYP, esas cosas— Indiqué, notando que la había investigado. —Espero que llames pronto, deberías hacerlo— Sonreí y me fuí sin más.

Fuí a la segunda dirección, sin haber nadie, y además, haber aparcado a casi medio kilómetro por no haber sitio, iba de extremado mal humor a ese punto del día.

Aunque viendo a todos lados para no aburrirme, notando que había un cartel que decía «Fan meeting» y una imagen de la solista Hyuna.

En aquel momento vi salir a un montón de personas, aunque me llamó la atención una en concreto, corriendo a la velocidad increíble de diez kilómetros por hora, llegando junto a ella sin aire y dándole la tarjeta.

Le hice una seña de esperar mientras recobraba mi aliento, una vez recto, hice el truco infalible del tapabocas, y yéndome después a esos mismos diez kilómetros por hora.

Y pensar que antes llegaba hasta los treinta y cinco por hora.

Terminé sentando en una banda, muerto en vida, recuperando aire y regulando mis latidos, viendo cómo pasaba una chica que solo hizo que mi mirada la enfocara y siguiera, una vez entrado en razón, me levanté, poniéndome a su posición, dándole la tarjeta.

Procedí al truco de magia y me fuí, como era costumbre.

Aureum - Jihyo & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora