"¿Por qué debo ir a la escuela? Hacer amigos, hacer deporte... El maestro declara su amor falso con una sonrisa forzada.
No soy lo suficientemente apasionado como para rebelarme, pero tampoco soy tan tonto al grado en que podría obedecer. ¿Cuántos años para poder salir de aquí? Para ser adulto, para acostumbrarme a las mentiras"
—"Getsuyoubi no Asa Akirt wo Kirareta", de Keyakizaka46.
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—Muy bien, jóvenes, ésta será la tarea que tendrán para este fin de semana, es algo muy sencillo y no hay pretextos de que no hay tiempo para hacerla.
La señorita Kim terminó de escribir algo en la pizarra y guardó sus cosas, se despidió de todos con una media sonrisa y salió del salón. Todos en el aula se disponían a guardar sus cosas e irse y yo no era la excepción, de hecho, tenía que hacerlo muy rápido si no quería que me pasara lo de siempre.
Ya tenía todo listo para sólo colgarme la mochila al hombro e irme sin mirar a nadie, pero mi libreta de matemáticas parecía haberse escondido de mí y no aparecía por ningún lado. Buscaba de nuevo en el compartimento debajo de la mesa de mi pupitre cuando escuché una voz familiar detrás de mí.
—¿Buscas algo, marica?
Era la voz de Tao, de nuevo, al lado de él estaban Jongin y Suho, el último sostenía mi libreta juguetonamente entre sus manos. Tomé una gran bocanada de aire en la que necesité más fuerza de la regular y traté de reunir toda mi determinación para articular una oración.
—¿Podrías devolvérmela, por favor? —dije, para después tragar saliva amarga al ver que que los tres se acercaban nuevamente a mí como lo habían hecho en la mañana de ese día.
—¿Por qué llevas tanta prisa, Yoongi? ¿Acaso no tienes ganas de jugar un rato con tus amigos? —Suho hablaba mientras fingía que me daba mi libreta, para después alejarla nuevamente de mí.
Como el peor cliché de una malísima película adolescente, los tres empezaron a jugar con mi libreta, pasándosela entre ellos y fingiendo que iban a regresármela, para después empujarme y dejarme con las manos vacías.
A diferencia de esas películas de mierda, nadie vino a ayudarme y a alejar a esos tres chicos. En cambio, sucedió lo que yo ya sabía que iba a suceder, pero lo que me gustaba evitar pensando que tal vez al final no pasaría.
Cerré los ojos y suspiré mientras Tao arrancaba todas las hojas de mi libreta porque no había nada más que pudiera hacer, tampoco hice nada cuando me empujaron al suelo y Jongin me escupió en la cara para luego retirarse.
Me limpié la saliva del rostro con el dorso de la muñeca, me levanté y recogí el resto de mis cosas para después irme. Porque, nuevamente, no había nada más que hacer.
Corrí. Corrí lo más rápido que mis cortas piernas me permitieron.
No pensaba tomar el autobús a casa porque probablemente ellos estarían ahí de nuevo ni quise pagar por un autobús colectivo debido a que papá no me había dado dinero en toda la semana y necesitaba guardar para poder comprar el almuerzo.
Y corrí para fingir que no me dolía nada. Corrí para pretender que la humillación no se escurría fuera de mí a través de lágrimas saladas que se perdían en el viento debido a la velocidad en que me movía.
Deseé haber llorado lo suficiente cuando llegué a casa y vi a papá ebrio y a Jungkook en el suelo con su labio inferior roto. Deseé haber llorado lo suficiente, puesto que no quería derramar más lágrimas cuando papá me golpeara a mí también.