Meses después.
1
— ¿Entonces no piensas decirle jamás, tonto? —Namjoon lazó una almohada a mi cara, haciendo que yo errara en una de las notas en el teclado, tomé la almohada y le regresé el golpe.
—No, y deja de joder con el tema.
—Dejaré de joder con el tema cuando tú dejes de comportarte como niña, Yoongi, ya tienes dieciséis años, no puedes continuar guardando esto para siempre.
En efecto, recientemente había cumplido los 16 años.
—Claro que puedo, déjame en paz. Aparte, no es nada serio, solamente te dije que me sentía mínimamente atraído, no es como si estuviera enamorado o algo así. No seas ridículo.
— ¿Sabes qué es lo que va a suceder si no te confiesas nunca? Él va a enamorarse de alguien más, va a casarse y tú morirás solo, viejo y feo, con tu piano.
—Eso suena bastante bien para mí —hablé sin mirarlo y Nam suspiró, molesto, se levantó y fue a la cocina.
Días antes a ese tuve la maravillosa idea de contarle a Nam que me sentía un poco atraído por Hobi, pero le dije que era demasiado poco, casi nada. Y desde ese momento no paraba de decirme que debería confesarme, argumentando que él estaba seguro de que Hobi en el fondo sentía lo mismo por mí, que nadie trata a sus amigos con tanto amor y con tanta delicadeza como Hobi lo hacía conmigo.
Por poco y me convence diciendo que era posible que Hobi me diera una oportunidad, pero puse mis pies en la Tierra y me repetí a mí mismo que Hobi no era gay y que jamás lo sería, lo único que lograría confesándome sería arruinar nuestra amistad.
Sí, el tiempo pasó rápido y con él cambiaron muchas cosas. Yo crecí y esos sentimientos en mi interior por Hoseok también lo hicieron al punto en el que creí conveniente decirle a Namjoon cómo me sentía. Pero no, no pensaba hacérselo saber a Hoseok por nada del mundo.
2
— ¿Ya estás listo, Yoongi? —mi abuela tomó su bolso y me miró, no se veía nada cómoda con la situación y trataba de ocultar a toda costa su nerviosismo.
—Sí... ¿Y Kookie?
—Él ya está en el auto.
Caminé junto con mi abuela hasta la entrada, cerramos la puerta con llave y me subí al auto, en el asiento del copiloto, Kookie estaba en el asiento de atrás. Me di la vuelta para tocar su rodilla y darle un apretón. Mi hermano lucía demasiado aterrado, me sentí tan mal de verlo así. Había pasado muchísimo tiempo desde que lo había visto así de asustado, que me preocupaba verlo tan intranquilo.
—Tranquilo, ardilla, todo estará bien.
—Gracias, hyung —Jungkook me dio su mejor intento de sonrisa y respiró hondo.
Era la primera vez después de un año que iríamos a ver a mi padre a prisión. A decir verdad, ni mi hermano ni yo queríamos ir, pero era su cumpleaños y mi psicólogo, y el psicólogo de Kookie, le mencionó a mi abuela que nos haría bien enfrentarnos a nuestros miedos, que esa era la única manera de superar un trauma. A pesar de que Kookie tenía ya 11 años y yo 16, que llevábamos ya un año asistiendo a terapia y que nuestra relación con las personas y el entorno había mejorado bastante, aún teníamos asuntos pendientes con ese hombre que ahora estaba tras las rejas.
El recuerdo de mi padre ya no era algo que me robaba el sueño o que me hacía llorar de repente, pero aún era algo que me dolía ligeramente en el pecho, como pequeñas punzadas con un objeto afilado de vez en cuando. Con el pasar del tiempo, yo había logrado abrirme por completo sobre mi padre con el doctor Siwon, con mi abuela e incluso con Namjoon y Jin, incluso con Jackson, en quien no confiaba tanto al principio porque creí que, al ser alguien tan despreocupado, no me entendería
Aunque la idea de encontrarnos con mi papá me tomó por sorpresa, entendí que era lo mejor si yo quería cerrar ese ciclo y continuar con mi vida de la mejor manera posible.
Mi abuela no quiso hablar con él, así que sólo nos encontrábamos Jungkook y yo mirando en silencio a ese hombre que estaba detrás de un cristal.
—Hola —mi padre habló en un tono demasiado afable para ser el de él.
—Hola —me sentí tan tonto por haber hablado tan débilmente.
—Ustedes dos... —el hombre tomó una respiración profunda antes de continuar—. Ustedes dos están tan grandes ahora... Estoy muy sorprendido. Kookie, cumpliste once años hace poco, ¿no es así?
Jungkook sólo asintió con su cabeza lentamente, dubitativo, se resistía completamente a mirarlo.
—Y tú, Yoongi... Tu cabello tiene un nuevo corte y pareces haber ganado algo de peso, eso está muy bien. ¿Qué tal la escuela?
—Va muy bien, a los dos nos va muy bien. Mi abuela nos trata muy bien y lo estamos haciendo genial en la escuela.
—Eso me alegra mucho... —de repente mi padre se cubrió el rostro con ambas manos y empezó a sollozar incontrolablemente, no podía ver nada más que su cuerpo estremeciéndose por el llanto—. Yo lo siento tanto... Siento tanto todo lo que les hice, me siento tan arrepentido de haberlos tratado como los traté, lamento mucho haberlos lastimado tanto y de tantas formas... Soy de lo peor... Yo, yo...
No pudo continuar, se ahogaba con sus propias lágrimas y se tragaba su amargura de la manera más miserable posible. Mientras tanto, Jungkook y yo sólo estábamos sentados ahí, contemplando la escena en silencio.
—No hay nada de lo que debas preocuparte ahora, Jungkook y yo ya no tenemos miedo de nada, en cuanto aprendimos a no temerte a ti nos dimos cuenta de que podemos vivir sin temerle a nada. Yo ya soy fuerte y mi hermano también lo es, pudiste haber roto muchas cosas de nosotros dos, pero no pudiste destruir lo que somos. Así que ya no llores, no sirve de nada. Kookie y yo lo haremos bien, saldremos adelante.
Él me miró perplejo, al parecer no se imaginaba que yo tendría la fuerza de voluntad para mirarlo a los ojos en tan miserable estado. A decir verdad, yo sólo podía sentir lástima.
—Espero que tengas feliz cumpleaños —Jungkook le entregó la caja plástica que contenía una rebanada de pastel—. Tenemos que irnos ahora.
Me levanté de la silla y Jungkook hizo lo mismo, el hombre me miró a los ojos, suplicante.
—Yoongi... Dime que me perdonas. Por favor, los dos perdónenme —mi padre puso su mano sobre el cristal mientras sollozaba. Los ojos de mi hermanito se abrieron abruptamente y se escondió detrás de mí.
—Para que nosotros podamos perdonarte, tienes que perdonarte tú primero. Adiós, papá —lo miré por última vez y caminé, siguiendo a Jungkook, que prácticamente había salido de ahí corriendo.