Hacía ya un par de semanas desde que yo había concluido con mi terapia, un poco después que la de Jungkook. Los doctores le dijeron a mi abuela que una terapia no cura a una persona, sino que la ayuda a aprender a vivir con el dolor que vivió en el pasado y le enseña a utilizarlo como estímulo positivo para vivir mejor en el futuro.
De una u otra forma terminé hablando con el doctor Siwon acerca de mi orientación sexual y en la última sesión me aconsejó que tal vez podría tratar de hablar de eso con mi familia y las personas más cercanas a mí, yo le prometí que lo intentaría. Sólo lo hablé abiertamente de eso con Namjoon y Seokjin, quienes ya lo sabían, puesto que también estaban enterados de mis sentimientos por Hoseok.
Mi familia no lo sabía y ni siquiera estoy seguro del por qué, ya que algo me decía que mi abuela y mi hermano lo tomarían de la mejor manera, pero por alguna extraña razón yo aún no me sentía preparado.
En ese instante me encontraba acostado en mi cama, con Hobi en mis brazos, se había quedado dormido después de haberme contado lo bien que se la había pasado en la fiesta de cumpleaños del novio de su hermana. Aunque me sentí aburrido, opté por no despertarlo, verlo dormir era algo que me encantaba, hacía sentir a mi corazón lleno y feliz. No habíamos hablado del supuesto "nosotros" ni sobre su relación con su novia, estábamos siendo los mejores amigos de siempre, a diferencia de que, antes de que se quedara dormido, lo besé rápidamente en los labios.
Estaba mirando al techo y pensando acerca de todo y de nada al mismo tiempo. Era de noche y, al parecer, la hora perfecta para que a mi cerebro se le ocurriera pensar en todos los errores que había cometido hasta ese punto de mi vida. Una sensación inexplicable se esparció por todo mi ser al pensar en todo lo que me había sucedido en el pasado y lo bien que me estaba tratando la vida ahora. Siempre creí que yo terminaría con mi vida en algún momento y que hasta ahí se escribiría mi historia, pero de repente el destino empezó a sonreír para mí y ahora me encontraba ahí, más vivo y fuerte que nunca. No pude evitar que unas lágrimas amenazaran con salir de mis ojos.
—Yoon... —una voz tranquila y adormilada me hizo voltear para encontrarme con la imagen más adorable del mundo: Hobi tenía sus ojitos hinchados de tanto dormir y bostezaba con pereza.
Todo rastro de lágrima se disipó al verlo y le sonreí sinceramente, con todo mi corazón.
Se liberó de mis brazos y se sentó, frotando sus ojos con ambas manos y mirando a su alrededor como si buscara algo, nuestros ojos se encontraron y los dos reímos. Su cabello castaño se encontraba despeinado en todas direcciones y la mitad de su cara estaba enrojecida por haber dormido de ese lado, pero para mí seguía luciendo jodidamente apuesto. Me acomodé mejor en la cama y me senté con las piernas extendidas y la espalda descansando sobre el respaldo de ésta.
Después de haberse despabilado un poco, se acercó a tientas a mi lado, adoptando la misma posición que yo. Nos quedamos en un silencio placentero un rato hasta que lo sentí revolverse en su lugar para tomar mi camiseta con una de sus manos y jugar con la tela entre sus dedos. Yo lo miraba con curiosidad y las ganas de tocarlo se apoderaron de mí, pero no lo hice. A veces sentía que si yo actuaba con demasiada premura él saldría huyendo de mí como un venado que descubre que ha estado siendo observado por un cazador.
Me miró y me derretí, así de simple. Me sonrió y me solidifiqué nuevamente. Los dos sabíamos lo que queríamos y ninguno se quedaría sin obtenerlo. Puse una de mis manos sobre su mejilla y él se acercó por su cuenta, cerrando sus ojos al mismo tiempo que posaba sus labios sobre mi ansiosa boca.
El ligero y tímido contacto me reconfortó al instante, como si bebiera un vaso de agua helada en un intenso día de verano. Por el contrario, su mano sobre mi hombro se sintió como si ardiera, pero de la manera más agradable posible. Nuestros labios se movían a un ritmo lento y delicioso, hasta que nuestras lenguas se tocaron y todo se volvió un desastre.
Bajé mis dos manos hasta posicionarlas sobre su delgada cintura y él dejó las suyas en mi hombro y mi cuello, respectivamente. Lo atraje hacia mí y pude sentir sus aceleradas palpitaciones contra mi cuerpo, su corazón estaba igual de intranquilo que el mío. El beso estaba aumentando de intensidad y pude sentir todo mi cuerpo calentarse cuando él atrapó mi labio inferior entre sus dientes para después darle un pequeño jalón. Un gemido entre dolor y placer se escapó de mis labios enrojecidos y él se apartó de inmediato, se encontraba tan absorto en nuestro beso que no había medido sus acciones.
—Lo siento mucho, Yoongi, de verdad. No sé en qué estaba pensando... —sus mejillas se colorearon de un rosa muy bonito y él miró al suelo, avergonzado—. Perdón, a mí me gusta... Ya sabes... Así... Ay, Dios, esto es tan desastroso.
No había un número exacto de las veces que yo había fantaseado con ese momento. Obviamente yo ya sabía que a él le gustaba hacerlo así, yo mismo me había reprendido en el pasado por quedarme viendo con demasiada concentración mientras él se besaba intensamente con sus antiguas novias; siempre tenía unas manos demasiado inquietas y le gustaba dar ligeras mordidas. Una noche me había levantado cubierto en sudor y con la erección más dolorosa del mundo por haberme ido a dormir con ese pensamiento en mi cabeza.
—No te disculpes, Hobi, es decir, a mí también me gusta... —aclaré mi garganta después de mis palabras y miré hacia otro lado, sus ojos me escudriñaban de una manera tan intensa que no pude resistirlo. El ambiente se volvió tan abrumador de repente y yo no sabía si volver a besarlo o correr para esconderme debajo de mi escritorio.
Pude ver que, aunque se sentía incómodo, Hobi esbozó una media sonrisa que trató de ocultar. Puso su mano dominante nuevamente sobre mi antebrazo y yo lo miré, ese fue algún tipo de señal que me indicaba que él tenía ganas de más.
Por más narcisista que esto suene, era bastante agradable sentirse deseado de esa manera. Le sonreí con atrevimiento y lo besé.
Lo besé porque no sólo quería hacerlo, sino porque mis labios me lo exigían a gritos. No lo besé con mi cuerpo, sino con toda mi alma.
Lo único que deseaba era que él pudiera hacer lo mismo.