Llegué a mi casa y lo primero que vi fue a Jungkook sentado en el sofá con una expresión avergonzada mientras mi abuela estaba parada frente a él. Cerré la puerta detrás de mí y puse mi chaqueta en el perchero y mi mochila en el suelo, sin apartar los ojos de la situación. Di un par de pasos hacia ellos y tomé la misma posición de mi abuela, frente a mi hermano.
—¿Qué pasa? —los miré a ambos, esperando una respuesta, el ambiente estaba tan lleno de tensión que no parecía mi casa.
—Dile a Jungkook que te diga qué es lo que pasa —mi abuela lucía bastante molesta mientras miraba a mi hermanito.
Miré a Jungkook para que me explicara lo que sucedía y él puso su vista en el suelo, lucía avergonzado, pero también ligeramente molesto como nuestra abuela.
—¿No vas a decirme qué pasa, Jungkookie? —pregunté. Tomé asiento al lado de él en el sofá y lo miré a pesar de que él no había levantado su vista del piso.
—No me llames Jungkookie, ya no soy un niño. Yo también he crecido —Jungkook por fin se animó a hablar, pero su molestia se había incrementado.
—Sí, Jungkook, si has crecido. Pero esa no es razón para recurrir a hacer cosas como las que hiciste el día de hoy —replicó mi abuela, quien se dio la media vuelta y se encaminó a la cocina—. Yoongi, pídele que te diga por qué lo he castigado.
Jungkook mordió su labio inferior con nerviosismo y habló sin mirarme. —Tuve una pelea con otro chico de mi clase.
Mi entrecejo se juntó y miré a Jungkook confundido, eso realmente me tomó por sorpresa. Mi hermano siempre había sido un niño amable y responsable, jamás nos habían dado una queja sobre su comportamiento y escuchar eso era realmente desalentador. Aun así, yo estaba completamente seguro de que Jungkook no se involucraría en una pelea solamente por el gusto de hacerlo, así que antes de decirle algo más, preferí escuchar sus razones.
—¿Puedes decirme por qué peleaste? —puse una de mis manos en su hombro para transmitirle la confianza para abrirse completamente conmigo. Yo estaba seguro de que él no me mentiría, sólo nos tuvimos el uno al otro por mucho tiempo y nos conocíamos demasiado. Nuestra relación era mucho más profunda que la del resto de los hermanos ya que habíamos compartido el mismo dolor por la mitad de nuestras vidas. Por varios años habíamos tenido que curarnos nuestras heridas entre nosotros.
—El día de hoy la maestra nos pidió que pasáramos al frente y que le dijéramos a los demás a qué se dedicaban nuestros padres. Tuve que decir al frente que mi mamá ya no estaba conmigo y que mi papá estaba en prisión. Nadie dijo nada en ese momento, pero a la hora de salida, cuando ya no estaba la maestra, unos chicos del salón empezaron a molestarme y a llamarme huérfano. ¡Me dijeron que mi papá está en prisión por haber matado a mamá! —Jungkook recalcó la última frase levantándose del sofá, su voz sonaba más fuerte y sus puños estaban cerrados, me dolía ver sus ojos jóvenes llenos de furia.
Me partió el corazón el hecho de que los niños pudieran ser tan crueles, pero lo que más me lastimaba era que todas esas cosas afectaran a mi hermano de una manera tan negativa, tanto como para que él llegara al punto de ponerse violento. Tomé su mano y lo hice tomar asiento a mi lado nuevamente.
—Jungkook, yo entiendo cómo te sientes, tienes que creerme. Tú sabes que las personas me trataron así por mucho tiempo, pero pelear así no es la manera correcta de defenderse. Claro que tienes que hacer algo al respecto, tienes que hablar con tus maestros acerca de que ellos te dijeron esas cosas tan malas, pero no puedes tomar la justicia en tus manos, ¿me entiendes? Tú y yo no podemos portarnos violentos ni lastimar a las personas, así es como era él y así es como a mamá jamás le hubiera gustado vernos —le hablé mirándolo a los ojos, sabiendo que él comprendía perfectamente a quién me refería con "él". Yo no podía permitir que Jungkook recurriera a los golpes para liberar sus emociones tal como lo hacía nuestro padre.
Las facciones de mi hermano se suavizaron y puso sus ojos, que ahora estaban vidriosos, en mí. Sólo me abrazó rápidamente, hundiendo su cabeza llena de mechones de suave cabello negro en mis brazos mientras sollozaba con intensidad.
—¿Por qué yo no puedo tener una mamá? —preguntó.
Me dolía hasta la vida verlo llorar de esa forma, tan destruido y tan frágil, sin ningún rastro de la adorable sonrisa infantil en su cara. Lo estreché fuertemente entre mis brazos y miré a mi abuela, quien nos había estado observando desde la cocina.
Yo iba a protegerlo para siempre, a como diera lugar y aunque me costara la vida. Él era la principal razón por la que yo no había terminado con mi vida cuando quise hacerlo un par de años atrás, él era la razón por la que, un par de ocasiones, me había atrevido a confrontar a mi padre con tal de que no lo lastimara. Él era sangre de mi sangre y la única cosa que me quedaba que me recordaba a mi mamá. Yo iba a estar con él para siempre, e iba a cuidarlo toda la vida.