"La noche que caminamos juntos caímos en ritmo y tuvimos una larga conversación. Esa noche éramos dos, poco a poco. Yo estaba temblando, sentimos que faltaba algo.
Esa noche nos perdimos, no pude ver bien tu corazón, lo busqué a tientas"
—"The Night", de Lovewave.
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Más tarde en ese mismo día, Hoseok y yo nos acercamos a ese lugar al que tanto ansiábamos llegar: el área verde que se encontraba bastante lejos de nuestras casas y que estaba ubicada en una zona de la ciudad que no estaba extremadamente poblada como el resto. Sonreí para mis adentros cuando desde lejos divisé el pequeño puente y la laguna que adornaban ese sitio de una forma tan sencilla. Yo siempre había odiado las cosas al aire libre, porque eso implicaba el sol, los insectos, el viento, etcétera, pero justo en ese lugar y en esta época del año podía sentirse una brisa por demás agradable y los árboles brindaban una sombra maravillosa.
Cuando estuvimos más cerca, ambos bajamos del vehículo de dos ruedas y caminamos juntos. Me gustaba esa clase de silencio, no era extraño o incómodo ni nada por el estilo, era pacífico y tranquilizante; sentía que, como había dicho tiempo atrás, nos conectábamos por una clase de telepatía que hacía que las palabras nos sobraran.
Pero en esos instantes había tantas cosas que quería decirle, el problema era que no sabía cómo.
Sentía que tenía algo muy preciado y costoso entre mis manos, pero también demasiado frágil, de esas cosas que deben ser tratadas con extremo cuidado. Así era la relación (si es que se le podía llamar así) que tenía con Hobi, sobre todo ahora que él me había dicho que sentía algo más que atracción por mí. Estaban pasando demasiadas cosas y yo no sabía qué hacer con ninguna de ellas.
Lo único que sabía era que cada vez lo quería más.
—El clima es realmente bueno aquí —habló Hobi de repente. Él trataba de sonar muy natural, pero era obvio que estaba iniciando la conversación monótona porque sabía que había cosas de las que teníamos que hablar—. ¿Verdad que sí, Yoongi?
Giré mi cabeza con tranquilidad para observarlo con mayor detalle. —Sí, me gusta —respondí. El silencio volvió a hacerse presente hasta que por fin llegamos al lugar cubierto de verde pasto fresco y brillante. Dejé la bicicleta recargada en un árbol cercano y me senté, Hoseok hizo lo mismo. Yo estaba sentado con mis piernas extendidas y apoyando todo mi peso sobre las palmas de mis dos manos, que estaban posicionadas a cada lado de mi cuerpo, un poco atrás de mi torso. Hobi estaba abrazando sus dos piernas con ambos brazos y el peso de su cabeza descansaba en su mejilla, que a su vez estaba recargada sobre sus rodillas.
—¿Crees que hemos cambiado, Yoon? —me cuestionó Hoseok de la nada, su repentina pregunta me hizo salir de la inmensidad de mis pensamientos y volteé a verlo.
—La gente cambia, Hobi —respondí, haciendo un gesto de poco interés—. Así es la vida.
—No, Yoongi —dijo Hobi. Su entrecejo se había fruncido, como si se estuviera concentrando demasiado en lo que iba a decir, como cuando trataba de resolver un problema de matemáticas—. Lo que yo quiero decir es que... Quiero saber si tú y yo hemos cambiado, lo que somos, lo que tenemos. ¿Tú lo crees?
Reí irónicamente ante su pregunta. Yo supongo que si dos personas que no se veían de otra forma que como mejores amigos llegaron al punto de su vida en el que no pueden verse por más de dos segundos sin querer besarse, claro que han cambiado. —Creo que la respuesta es obvia.