"We've Never Met but Can We Have a Coffee or Something", de In Love With a Ghost.
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—No sé qué tanto estás esperando, Yoongi, él no puede seguir haciéndote esto a ti y a Kookie, es una bestia.
—Estás apretando muy fuerte mi nariz.
—Pues de una u otra forma tengo que deshacerme de la sangre —Hoseok limpiaba mi nariz con una gasa. Estábamos sentados en su cama.
Ah, por cierto, a las 3:18 AM. Habían pasado ya varios meses desde que vi a Hoseok por primera vez y jamás creí que un día estaríamos así.
Mi padre me golpeó poco antes de eso, por suerte Jungkook dormía y él no recibió ningún daño. Me sentí tan mal que lo único que pude hacer fue llamar a Hoseok desde mi ventana, que me daba una vista a su habitación. Al principio no me escuchó, por lo que me vi en la necesidad de lanzar piedras, después salió y yo bajé de mi cuarto a través del árbol. Entramos a escondidas a su casa y las cosas terminaron así.
—Tú ya sabes lo que pienso de esto y que si no he hecho nada es porque no me has dejado, la única solución sería llamar a la policía... Me enferma que ni siquiera los maestros de la escuela quieran intervenir —Hoseok se escuchaba bastante molesto.
—Y yo ya te dije que no quiero que nos manden a un orfanato y me separen de Jungkookie... Sólo debo resistir hasta ser mayor de edad y tener con qué mantenerlo.
—Eres el tonto más grande que existe —Hoseok se levantó de la cama para dejar la gasa en un bote de basura.
— ¿Entonces me odias? —Reí y me rasqué la nariz con mi pulgar, o al menos lo que pude—. Debo irme, Hobi, nos vemos mañana en la escuela y perdón por haber interrumpido tu sueño de belleza.
La risa de Hoseok inundó la habitación y la calidez de su sonrisa llegó a mí en forma de olas. —Yoongi... Tal vez deberías quedarte, será como una pijamada.
— ¿Es en serio, tonto? Éstas son las peores circunstancias para una pijamada.
—Vamos, Yoongi, nadie se va a enterar. Para cuando tú despiertas en la mañana tu padre ya se ha ido y tú y yo lo sabemos —el maldito se atrevió a sonreírme sabiendo que yo era débil.
—De acuerdo, está bien —me quité los zapatos y me acomodé en la cama a su lado. A pesar de que él se acomodó a sus anchas e incluso puso su brazo sobre mí, yo parecía un cadáver, no quería moverme ni un poco.
Pasados unos minutos me acomodé frente a él. Nuestras caras se encontraban tan cerca que me sentí tan agradecido de que durmiera, ya que pude ver cada detalle de su cara. Su cara, que se encontraba con una expresión tan pacífica, sus ojos cerrados, sus labios entreabiertos y su pecho subiendo y bajando en respiraciones tranquilas.
A pesar de que Hobi ronca horriblemente, jamás había dormido tan bien como esa noche.