Capítulo 7. Tras la cortina.

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Domingo, 9:30 y Luisita sonrió luego de acomodar sus manos tras la espalda. Era el primer día en que no debía esforzar su voz ni sus actos para llamar a los demás. Amelia, Chloe y Luke estaban sentados en el sofá y escuchándola hablar al lado de una blanca pizarra.

Con marcador en mano, escribió el nombre de la niña y lo encerró en un círculo, dibujando flechas a los costados para continuar.

—Empieza Chloe ¿qué tienes?

—Leonel Castro, siete años, nacido en Lima, ciudad de Ohio bajo un vientre de alquiler. Único hijo hasta el momento de Benigna Castro y por eso su consentido. Tiene una niñera que lo acompaña todo el tiempo mientras esté fuera de su casa porque sufre de déficit atencional. Así mismo le gusta la lectura, es el niño que más lee de su salón y las artes creativas. Una maestra particular lo acompaña y ayuda en su hora de matemáticas diarias porque es la asignatura que reprueba desde que empezó su paso por la escuela primaria. Se pasa la gran mayoría de los recesos solo, en el arenero tras el patio principal o a veces interactúa con Samuel, algo así como su mejor amigo —terminó la niña, irguiéndose satisfecha y recibiendo un gesto aprobatorio por parte de la rubia.

—¿Luke? —preguntó Luisita señalando al niño.

—Haré lo que tú me ordenes. Ella fue la que ingresó a la oficina de la directora y leyó sus datos —aseguró él porque así lo habían hecho el viernes.

Durante el segundo receso del colegio, Luke fingió una caída cerca de la señora Jones, la directora y ella de inmediato corrió a auxiliarlo. Ajena a los ojos de los demás, Chloe ingresó y buscó luego de cronometrar su reloj en busca del archivo de Leonel. Le bastó solo fotografiar con su móvil la información necesaria y salió triunfante casi dos minutos después. Afuera, a través de las piernas de una profesora, Luke la vió alejarse y se puso de pie, alegando que ya estaba mejor y solo necesitaba un poco de agua.

La cuestión es que Luisita nunca había dado órdenes a un niño. Ella sabía a la perfección qué hacer, cómo actuar y cuándo pero Luke escapaba de su radar y realmente no había preparado o ingeniado un plan para él.

Regresó la vista a la pizarra y notó varios puntos anotados tras la información de Chloe, sacó apenas una flecha del nombre del niño y golpeó el marcador varias veces intentando idear algo.

—Habíamos quedado que te acercarías a él —le dijo al volver a verlo —Uno de nosotros tiene que estar cerca de esa familia. Sabes de tecnología, Luke y a él le gusta el arte y esas cosas creativas, puedes llamar su atención —terminó satisfecha y el niño asintió con efusividad —Y Chloe, necesitamos que ya no haya mejor amigo. Solo Luke —le ordenó y la niña apuntó algo en su móvil. Luisita caminó hasta la otra punta de la pizarra y escribió el nombre de la morena —¿Amelia?

—Sebastián Fernández es su sobrino, el familiar más directo luego de su hermana y su hijo. Es policía, graduado con honores y exactamente con el objetivo de preservar la riqueza de Castro. A diferencia de Benigna, él habla todo el tiempo de su vida y no cuida la información que ventila. Inclusive será más fácil acercarnos a él que a Leonel —aseguró la morena y Luisita la observó fijamente, armando una idea y tratando de que no escapara de sus límites.

—¿Tiene pareja?

—El único casado con una mujer, y viviendo aún aquí con permiso de su tía, por supuesto y bajo su protección. Tiene una hija de dos años y junto a su esposa, una tal José viven a dos cuadras de la casa de Castro. Una distancia que no sé si es buena o solo nos dificultará las cosas —dijo Amelia y la rubia asintió, escribiendo bajo una flecha dibujada en el nombre de la morena.

—Necesito que te acerques a la mujer. Y si él es policía, tal vez....

—Imposible —la cortó Amelia negando con la cabeza —Solo tienen relación con los vecinos de mayor antigüedad. Carmen dice que es orden de Castro y José las acata sin...

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