Amelia le dio un vistazo a todo su alrededor y se sintió reconfortante. Especial y cálidamente exclusiva; y eso en nada tenía que ver con lo costoso y lujoso que se veía el lugar dónde estaban.
Había una pareja ocupando cada mesa y cada una perdida en ese pequeño círculo, dentro de una burbuja íntima que ni su mirada expectante llamaba la atención. Podría quedarse allí toda la noche, o el resto de la semana, o cientos de días, pensó; nada de allí molestaba y todo formaba un ambiente de naturalidad imposible de ignorar.
Desvió su vista hacia dos de las mesas al final; se preguntó si les tocaría la del lado de la ventana, para tener la vista a la calle y al cielo estrellado o si ocuparían la del lado derecho; casi alejada de las del resto y en donde la luz interior era más tenue.
—La mesa diecisiete es la nuestra —Luisita se detuvo tras ella y habló contra su oreja. Cerró un segundo los ojos y exhaló aire, su voz sonaba ronca, tanto como cuando le deseaba buenas noches y la creía dormida —Vamos —la guió con una mano en su espalda y caminaron entre los demás, llegando al final del lugar y deteniéndose en su lado derecho.
—No había notado que tenían número —murmuró ella, señalando los pequeños carteles color blanco con los números impresos en negro.
—Según el camarero, podemos quitarlo si molesta —le aclaró Luisita, alejando una silla y dándole lugar a que la ocupara. Le agradeció por lo bajo y negó ligeramente con la cabeza luego de sentarse —Es un bonito lugar ¿cierto? —agregó preocupada al acomodarse frente a ella.
—Cierto. Haz elegido un restaurante muy lindo…. pero parece costoso.
—Bueno, eso es lo de menos. Cobraste tu sueldo ayer ¿no? —bromeó la rubia —Podemos comer todo lo que deseemos mientras tu cheque nos lo permita.
—Señora Ledesma Gómez —las interrumpió el camarero, entregándole la carta de menú a Amelia —Un pequeño aperitivo mientras se deciden —terminó él, dejando una bandeja con hojaldres saladas rellenos de verdura.
—Solo dejó una carta —murmuró Amelia confundida, volteando a ver la partida del muchacho.
—Observa las otras mesas —lo hizo y a simple vista no entendió el pedido. Luisita tomó una servilleta y la sacudió al reír, antes de acomodarla sobre su muslo —Es un restaurante exclusivo para matrimonios. La idea es que las parejas lean y escojan su comida juntos; como parte de un detalle romántico.
—¿Romántico? Eso es raro. ¿Y qué tal si uno es vegetariano y el otro no?
—¿Eres vegetariana?
—No.
—Pues yo tampoco. Ese no es nuestro problema.
—No lo soy pero si tengo un respeto por los animales. Es algo confuso pero real.
—Tranquila —le sonrió Luisita divertida —Será nuestro secreto —agregó al tomar uno de los bocadillos y llevarlo a su boca, gimiendo al sentir el sabor contra su paladar —Esto está delicioso.
—¿Conocías este lugar?... Realmente si —apoyó las palabras de la rubia al morder un primer bocado.
—No lo conocía —respondió Luisita, estirándose sobre la mesa y hablando por lo bajo —Pero tú querías una cita y de entre los lugares que busqué, me pareció el más adecuado.
—¿Estás aquí solo porque yo quería?
—Busqué los lugares porque querías una verdadera cita… pero estoy aquí por las dos.
—Quieres algo en especial? ¿Pastas?
—Tú elige. Me encargaré del postre.
—Mmm… tengo debilidad por el pescado.
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Reglas de oro
FanfictionLuisita Gómez es una estafadora profesional que quiere dejar el negocio con un último golpe. Para lograrlo, deberá reclutar integrantes que fingirán ser junto a ella una familia feliz. ¿Conseguirá quedar en el recuerdo? (Advertencia: Fic G!P) .Esta...