Capítulo 21. Sin control.

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"Espero que cuides muy bien de tu sobrina, tiene estadía indeterminada"- James

Amelia abolló la pequeña tarjeta y la mantuvo aprisionada dentro de su puño, esa jovencita aún ni siquiera le había dedicado una mirada y ya quería hacerla desaparecer del lugar.

Fue Luisita quien tuvo que alejarla con esfuerzo de aquel apretado abrazo para cerrar nuevamente la puerta y entregarle la tarjeta luego de leerla.

Era morena, como una combinación entre ella y Luisita y sus ojos eran tono de verde. No le gustaban, no le parecían dulces ni sexualmente expresivos como los marrones de Luisita. Su mentón llegaba al hombro de su esposa por lo que la hacía unos centímetros más alta que ella. Y era joven, no debía sobrepasar los veintidos años y sus gestos, como tono al hablar, lo demostraban.

—Entonces... —habló ella, cruzándose de brazos —...dijiste que tu nombre era…

—No lo he dicho —la cortó la chica, observándola de arriba abajo y ella alzó ambas cejas. Iba a obligar a su mente planear algo para hacerla desaparecer cuánto antes —Soy Lisa —murmuró, y ella clavó los ojos en sus pechos.

—Claro, lo notamos… ¿Y qué se supone que nos traes? Porque vienes de parte de James —aclaró al arrojar el papel —Puedes darnos el mensaje o las indicaciones y Luisita te llevará a casa, antes de que se haga más tarde.

—Oh, no, no ¿qué no ves mis maletas?

No, no las había visto pero allí estaban, a un costado de la puerta y eran bastantes grandes.

—Soy la nueva miembro de su equipo. Seré parte de esto ahora —les sonrió a ambas y Amelia tuvo que morderse los labios para no dejar caer su mandíbula.

De quién sea que haya sido esa idea, la iba a reclamar al día siguiente. ¿Qué ganaban James o Will integrando gente a su equipo? Ellas tenían todo bajo control ya.

—Estoy muy cansada ahora, no soy de aquí y mi vuelo duró casi ocho horas. ¿Cuál es mi habitación?

—Estás en ella —aseguró Amelia.

—Lo que Amelia quiere decir... —intervino Luisita —...es que James no nos había anticipado a esto y la casa cuenta con habitaciones contadas. Puedes… ¿explicarnos un poco cuál sería tu posición aquí?

—James está algo ansioso, quiere terminar este trabajo cuánto antes y dijo que mientras más gente lo ocupe y lo distribuya, más rápido acabará y tendrá el resultado que desea.

—¿Pero haz hecho esto antes? —inquirió Amelia y la chica ladeó su cabeza, obviándole la respuesta y aumentando sus ganas de golpearla allí mismo —¿Y cómo llegaste aquí? ¿Quién te acompañó? ¿Cómo sabías que esta era nuestra casa?

—James me dejó cerca, a la entrada de Santa Bárbara —le respondió ella con esa soberbia que aún no alejaba —Y me dijo que tocara timbre, que buscara a mi futura tía, a Luisita. Y antes que lo preguntes... —alzó su mano al ver la boca de Amelia abrirse para interrumpirla —...me describió a Luisita como la hermosa y sexy de las dos. No fue muy difícil deducirlo —terminó, girando para tomar sus maletas y la morena se impulsó hacia ella, deteniéndose por los brazos de Luisita en su cintura para no saltarle encima —Sé que los niños tienen un cuarto para cada uno, quizás mañana puedas desocuparme uno —ordenó mirando a la morena y perdiéndose luego escaleras arriba, arrastrando las maletas y generando un sonido ensordecedor con las ruedas sobre cada escalón.

—¿A dónde va? —le preguntó entre dientes.

—Quizás al baño —le respondió Luisita arrastrándola a la cocina —¿Puedo saber que sucede contigo? —inquirió por lo bajo y ella la fulminó con la mirada.

Reglas de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora