Amelia se colgó el bolso a un costado y casi a trote atravesó aquel largo pasillo. Estaba retrasada, su turno al doctor estaba programado para casi cuarenta minutos atrás pero no era su culpa y se disculparía luego.
La culpable era Luisita y su intromisión al baño mientras ella se duchaba.
Los diez minutos que solo quería ocupar bajo el agua se convirtieron en treinta, por tenerla pegada a su espalda y haciéndole el amor sin importarle la hora. Y ella no pudo decirle que no y, por el contrario, cuando volteó para besarla, perdió otros diez más.
Asi que la llegada al médico ahora podía tomarla cual falta de respeto pero podía fingir otra excusa. Y lógicamente eso haría y alegaría que no volvería a suceder.
Se detuvo frente a la puerta, agitada y se acomodó el cabello, antes de golpear tres veces con sus nudillos. Intentó controlar la respiración y, para cuando abrieron, sonrió al lograrlo.
—Estaba justo por irme. ¿Tiene una idea de qué hora es?
Amelia se mordió la mitad del labio, avergonzada y asintió.
—Lo siento mucho, el tráfico, más los niños en casa están volviéndome loca. Sus clases han acabado y no hacen más que darme trabajo. Por favor, la próxima cita es hasta dos meses. ¿Puede simplemente dejarme pasar?
Oyó un suspiro, casi odioso y finalmente le cedió el paso. Amelia pasó a su lado y caminó directo a ocupar la silla. Se acomodó su suéter desde la punta trasera y lo bajó, observando por sobre su hombro cuando oyó el pestillo.
Siempre había ido a las consultas acompañada de Luisita y ese sonido jamás se oyó. La seguridad no era algo obligado, mucho menos un derecho así de una simple revisión u operación se tratara.
Carraspeó y dejó el bolso sobre sus muslos, pretendiendo apagar el inicio de los nervios.
—Seis meses y una semana de embarazo, Amelia. ¿Cómo va todo?
Esta vez, tampoco ocupó el lugar habitual, la silla del otro lado del escritorio. Esta vez se sentó en el, con una pierna sosteniéndose y la otra al borde de la mesa. Sus manos entre sus piernas, cómodas mientras sostenían una planilla.
—Muy bien, creo que en realidad no hay muchos cambios. La bebé patea de vez en cuando, sobre todo si sus dos madres están juntas y eso es… habitual y hermoso.
—Ajá, seguro. Y dime... ¿cómo vas con la dieta? La vez anterior traías unas bolsas con dulces. Los tienes prohibidos en cantidad desmesurada. ¿Estás llevando una dieta? —la miró de arriba abajo, estudiándola y deteniéndose un momento en sus caderas.
Amelia se removió incómoda. No, no estaba llevando una dieta estricta pero sí saludable.
—Tengo una receta médica y trato de seguirla lo más conveniente. Pero a veces se sale de control, usted entiende. No creo que sea la primera embarazada que come de más por sus hormonas.
—Oh, no, Amelia por supuesto que no —hizo su bata a un lado y ella vió como arrastraba su mano a lo largo del muslo. Esquivó la mirada y fingió no alterarse cuando abandonó el lugar, para rodearla y detenerse tras ella —¿Quieres que hagamos una ecografía? ¿Quieres que veamos algo de tu interior?
—No —respondió al instante. No iba a levantarse la camiseta allí, sola y encerrada en esas cuatro paredes —Entonces… ¿está todo bien?
—No podría diagnosticarlo solo con palabras, Amelia. Haremos una revisión rápida.
La morena apretó los ojos y dio un respingo cuando sintió su toque en el codo, intentando que dejara la silla.
—Tranquila —le murmuró con diversión —Ponte de pie y en unos minutos podrás irte —lo hizo rápido y dejó el bolso a un costado solo para eso: irse de allí rápido —¿Puedes ir a la camilla?
ESTÁS LEYENDO
Reglas de oro
FanfictionLuisita Gómez es una estafadora profesional que quiere dejar el negocio con un último golpe. Para lograrlo, deberá reclutar integrantes que fingirán ser junto a ella una familia feliz. ¿Conseguirá quedar en el recuerdo? (Advertencia: Fic G!P) .Esta...