Reglas de oro

Capítulo 15. Luces.

—Y esa es Luisita luego de su graduación. Solía llevar ese chándal todos los días —dijo Amelia y las risas femeninas estallaron dentro de su living.

—¿Era parte de las porristas? —preguntó José, al cambiar una página del álbum y encontrar una fotografía de la rubia al lado de una jovencita con un uniforme azul y blanco.

Amelia se inclinó hasta ella y observó la imagen, no recordaba que hubiesen hablado previamente de eso con Luisita.

—Oh, no, no, ella es… María, si mal no recuerdo. Su mejor amiga del instituto.

—¿No estudiaron juntas? —preguntó Carmen, estirándose hasta la mesa ratona a tomar un vaso de limonada.

—Solo en la Universidad pero distintas carreras. Allí nos conocimos.

—Oh si, Luisita contó la historia en la reunión hecha en casa —recordó José —Tus libros cayeron y ella los alcanzó ¿no es eso lo más romántico del mundo? —le preguntó a Carmen y la muchacha le sonrió con esfuerzo tras su vaso —Sebastián en cambio solo me invitó a una copa luego de su graduación. Compartíamos fraternidad pero como era la única no ebria esa noche, pues me tocó bailar con él. Que estaba demasiado tomado —agregó con algo de fastidio y haciendo reír a Amelia.

—Si, Carmen nos dijo que amaba el vino blanco —dijo la morena. José lanzó una carcajada al instante.

—¡Lo odia! Solo vino tinto para él —aseguró con inocencia, ignorando la mirada de Amelia hacia Carmen —Pero ustedes llevaron vino tinto. No sabía que bromeabas sobre eso —le dijo a Carmen, palmeando su muslo en un amistoso gesto.

—Tampoco sabía que bromeaba sobre eso —susurró Amelia.

—Es pelirroja —continuó José, describiendo con diversión el cabello de su amiga —Mi abuelo solía decir que los pelirrojos son algo así como…. muy divertidos, bromistas. Ya sabes… en fin ¿este es el álbum junto a los niños? —agregó al tomar otro y la morena asintió, sonriendo y sentándose a su lado para mirarlo también —Oh pero mira esa carita. ¿Es Luke?

—Sí, él… él es un año mayor a Chloe —comenzó Amelia, observando la fotografía del bebé.

Los ojos color avellana, idénticos a los de ella a esa edad, sus pequeños pies sobresaliendo de un pañal y sus manos aferradas a un muñeco de goma, casi rozando su boca, la hicieron juntar sus labios, apretándolos para ahogar el nudo que se había formado en su garganta.

—Wow y Chloe tiene los ojos iguales a Luisita —le señaló José otra imagen.

La pequeña estaba dentro de una bañera color rosa y reía, seguramente porque disfrutaba el baño que estaban dándole. No lo sabía con exactitud porque el brazo que acompañaba la fotografía no era el de ella. Ni el de Luisita.

—¿Dónde es está casa? ¿Vivian allí antes?

—Es de los padres de Luisita. Tenían una pequeña casa de campo que nos dejaron usar el tiempo necesario. Luisita consiguió un empleo fuera de la ciudad luego y allí nos mudamos. Y luego aquí —dijo Amelia, sonriendo satisfecha de haber aprendido su guión con solo una lectora.

—¿Y por qué se mudaron aquí? —preguntó Carmen, acariciando la base de su vaso ya vacio y con seriedad. Amelia se aclaró la garganta.

—Luisita consideró que podíamos hacerlo. Ella estaba algo ya cansada de una ciudad grande y de las horas pesadas de su trabajo. Entonces me lo comentó y luego ambas a los niños y a todos nos pareció una idea agradable.

—¿Y cómo sabían del lugar? —siguió Carmen —Mi padre es amigo de Benigna y por eso registraba Santa Bárbara, de alguna manera todos tenemos una conexión con alguien importante. ¿Ustedes con quién?