Capítulo 13. Punto número 2.

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—Es una casa grande.

—¿Cuán grande?

—Mmm, no mucho. Solo vi dos cuartos y la cocina… ¡Oh! Y el living.

—¿Aparatos costosos? ¿Cuadros? ¿Muebles de calidad?

—Solo una televisión, los sofás y esas cosas. Y videojuegos, muchos videojuegos.

—¿Coches?

—Am, solo uno. Pero en el garaje vi una motocicleta y la podadora de césped.

—¿Cómo fue su trato contigo?

—Amelia es simpática; bueno, en realidad no la traté mucho. Luisita es… algo más malhumorada.

—¿Alguien más vive con ellos?

—No, solo ellos cuatro.

—Bien…. tu porción de chocolate está en el refrigerador.

—¡Genial!





Regla número 10 de su trabajo: Solo puedes relajarte el primer y el último mes. A partir del día 31, todo comienza a tomar forma.

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—¡Equipo! —gritó Luisita, arrojando el periódico de esa mañana contra la mesa antes de abandonar la cocina. Caminó hasta las escaleras y acomodó un pie sobre el primer escalón y una mano en el barandal, continuando su llamado a los demás —¡Vamos! Los quiero en la cocina. ¡Ahora!

—Cierra la boca, Luisita. ¡Madre mía, es sábado! —gritó Luke desde su habitación y ella rodó los ojos.

Ya eran las 9:30, ¿hasta qué hora pretendían dormir?

—¡Arriba! Vamos, ya salió el sol hace tiempo, tenemos algo de qué hablar. ¡Levántense!

—Shhh. ¡Cállate! —le gritó Chloe y por el sonido de su voz debía estar con su cabeza bajo la almohada.

—Vamos, les prepararé el desayuno si se levantan —ofreció ella, avanzando al segundo piso pero sin gritar —Y les compraré el pastel del otro día. Sé que les gusto ¿cierto, Luke?

No recibió respuestas ni nuevos gritos para que se callara. Jaque mate, pensó al sonreír y pisar el último escalón. Giró camino al pasillo pero observó su cuarto antes de continuar. Ladeó apenas la puerta y apretó los labios al ver a Amelia dormir boca abajo, con la sábana solo cubriendo su espalda y dejando al descubierto la pierna que caía a un lado.

No habían vuelto a tener intimidad desde aquella vez luego de la cena de los Fernández. Pero solían compartir abrazos o dormir demasiado pegadas cada noche. Y es que Amelia le parecía a veces difícil de leer. Solía comportarse divertida y cariñosa por momentos o simplemente cómo la conoció.

¿O tal vez esa era ella y lo veía reflejado en la morena? Agitó la cabeza y continuó su camino cuando la vió moverse y la escuchó murmurar dormida. Golpeó con fuerzas la puerta de Luke y le ordenó que se levantara. Sin embargo no oyó movimientos por lo que abrió y retrocedió al instante cuando algo la golpeó.

—¡Luke!

—¡Lárgate de aquí! —gritó él lanzándole una segunda almohada —Quiero dormir.

—Y yo quiero que te levantes. Vamos —insistió golpeando una vez más la puerta antes de caminar al cuarto de Chloe.

Abrió y se detuvo bajo el marco cuando un par de ojos se posaron sobre ella. Acostado en las piernas de la niña, Charlie alzó su cabeza y la ladeó, intentando entender qué iba a hacer.

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