Capítulo 17. Dos copas y una vela.

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Le había hecho el amor bajo la ducha, porque en ningún momento ha sentido que fuera solo sexo. Había buscado su bata luego y había caminado a su lado, rodeando sus hombros para mantenerla pegada a ella. Había abierto la puerta de su cuarto, también, y le había dado paso primera para ingresar. Había apagado la luz, cerrado la puerta y había caminado hasta ella, para detenerse contra su cuerpo, desnudarla nuevamente y volverla a besar.

La había recostado en la cama con cuidado, apoyando su brazo primero y se había mecido sobre ella; sin necesidad de un roce sexual ni en busca de calor, solo en un gesto de cariño que la hizo morder sus labios durante cada segundo que duró.

Y la había invitado a una cita. O algo así.

Luisita hizo todo eso cuando salieron del baño media hora después de su segundo orgasmo compartido y, a ella, le había parecido todo un solo acto bondadoso de amor.

¿Podía llegar a enamorarse de ella? Posiblemente; y es que Luisita tenía toda las de ganar: era delicada, su voz ronca contra su oído para gemir y sus caricias en todo momento, la hacían sentir especial.

Se acomodó contra ella, con sus codos flexionados contra su pecho y la rubia le rodeó la cadera, escondiéndose en su cuello para conciliar el sueño.

Respiraba rítmicamente sobre su piel y la sensación la obligó a cerrar sus ojos; estaba cansada, sí, pero quería oler un poco más el aroma a vainilla que el cuerpo de Luisita desprendía.

Sintiendo las últimas caricias en su cintura, le susurró por lo bajo un buenas noches que Luisita no respondió. Solo sonrió contra su piel y se pegó más a ella.


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—¿Cómo me veo? —preguntó Amelia, girando sobre sus talones y haciendo bailar un vestido color rojo.

Luisita sonrió como si de la respuesta se tratara y se acercó a ella, para acomodarle un pequeño mechón de cabello tras su oreja.

—Muy guapa —le aseguró antes de acariciar su mejilla e inclinarse para dejarle un beso en los labios —¿Estás nerviosa?

—Un poco. Es una cena con Benigna.

—Todo saldrá bien. Solo recuerda lo que ensayamos ¿si? No será la única que esté en el lugar.

—Todo saldrá bien —repetía segura la morena.

—¿Bajamos?

—¿Amelia? —interrumpio Luke al abrir la puerta de la habitación y asomar su cabeza —Uff, estás preciosa —le dijo al guiñarle un ojo y Luisita intercaló su mirada en ambos, sorprendida.

—¿Disculpa?

—No es mi mamá realmente, puedo decírselo cuantas veces quiera. Están comenzando a llegar ¿pueden bajar?

—Ahora vamos —le dijo Luisita —Por cierto, Luke —lo detuvo cuando él intento marcharse —Llama a tu hermana, solo serán unos segundos.

—¿A Chloe? —preguntó él confuso.

—Pues si, ella es tu hermana. Rápido, no tenemos mucho tiempo —apenas dos minutos se tardó en regresar con la niña, con un vestido color pastel y una trenza que ella misma se peinó.

Luisita los hizo pasar, al medio de la habitación y cerró la puerta un momento.

—Bien, esto es como… el tercer paso que damos en equipo y una presentación oficial de los cuatro juntos. Nunca he trabajado en compañía tan grande pero… me agrada mucho hacerlo por primera vez con ustedes. Son unos niños inteligentes —les dijo a ambos y Chloe se cruzó de brazos, ladeando su cabeza y demostrando poco interés.

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