Capítulo 10. Más trabajo.

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Este no era su plan para salir de compras. Luisita echó su cabeza hacia atrás, bufando y sostuvo la nueva bolsa que Chloe le tendió. Estaba sentada en el banco, frente a una tienda, esperando por los demás. Amelia llevaba más de media hora probándole ropa a Luke y Chloe no paraba de hacer que las vendedoras sacaran prendas y más prendas para que solo ella las viera.

Estiró sus piernas y las cruzó para cambiar de posición, tratando de demostrar que no la estaba pasando tan mal. Inclusive bostezó sin reparos cuando la niña llegó con dos vestidos rosas, iguales para su gusto, y le preguntó cuál le convenía pagar porque no entendía la forma en que le dijeron.

—Solo elije el que te guste —le propuso y Chloe alzó uno de sus brazos.

La vió alejarse y alzó ambas cejas sorprendida: había tomado el más costoso.

—Oh por dios, al fin —murmuró al ponerse de pie cuando Amelia llegaba con Luke y dos bolsas de papel en su mano.

—Cuídalo mientras regreso —le dijo la morena antes de caminar nuevamente hacia el interior de lugar. Luisita corrió hasta ella y la tomó del brazo, deteniéndola.

—¿Qué es eso de que lo cuide?

—Pues eso, cuídalo. Necesito elegir algo para mi ahora.

—Oh, Amelia, vamos ¿estás bromeando? Llevamos horas aquí. ¡Horas! —exclamó soltándola y abriendo sus brazos, demostrando su cansancio de estar allí.

—Lo siento pero aún no compré algo para mi —dijo Amelia —Puedes volver a casa con Luke, si lo deseas —si, eso deseaba, volver a casa pero con todos, no sola. Con ella —Cuando terminemos con Chloe, iremos.

—No, Amelia —la retuvo nuevamente, acercándola a ella y atrapando su cintura. Podía besarla allí si quería, estaban en un lugar público y con mucha gente a su alrededor y eso eran para los demás; una pareja realmente feliz. Los labios de Amelia pintados de ese rojo intenso solo la llamaban a hacerlo. Acarició su espalda y negó ligeramente con su cabeza —No me iré sin ti —le dijo antes de inclinarse y detenerse sobre su boca, desviando su vista con molestia cuando alguien se acercó a interrumpirlas.

—Buenos días.

—Buenos días, Carmen —saludó la morena y Luisita pudo ver el beso de aquella muchacha con énfasis en su mejilla. Y a ella solo le dio un movimiento de cabeza.

—¿De compras? —preguntó la chica.

—Sebastián Fernández nos invitó a una cena —dijo Amelia, señalándolas y Luisita aprovechó para atrapar su mano en el aire, jalándola contra ella —¿Tienes idea si le gusta el vino?

—Le encanta —respondió Carmen —Ama el vino blanco.

—Vino tinto llevaremos entonces —murmuró Luisita con una sonrisa fingida y Amelia volteó a verla, reclamándole —Es una broma, amor —agregó antes de exigir sus labios y besarla.


Regla número 11 de su trabajo: todo lo que te rodee bajo contrato, te pertenece.




Pudo oír el sonido de sorpresa por parte de Carmen y sonrió mentalmente. Se separó, con un evidente ruido, y abrazó a Amelia por detrás.

—Tengo entendido que varias parejas irán, ¿te veremos allí? —preguntó Luisita aparentando importancia.

La chica se aclaró la garganta y se acomodó el cabello, negando con la cabeza avergonzada.

—En realidad, le había comentado a Amelia que no estoy en una relación. Estoy solt…

—Sola —la cortó Luisita —Estás sola, te entendemos. Bueno, quizás podríamos armar otra reunión luego e invitar alguna amiga ¿cierto, amor? —continuó, observando a Amelia asentir sin problemas.

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