7. El rastro de Alstroemeria
Los alumnos ingresaban al comedor como un oscuro mar de destellos sin rostro. Harry los miraba desde la oscuridad tras la mesa del profesorado sin intención de unirse al grupo bullicioso, ni pasar más de esos diez minutos que malgasto en localizar las personitas que debían ser observadas.
Tom Riddle giro en su silla alta y lo miro. Lucia más interesado en él que en los niños que educaría por los próximos meses, a Harry le hizo sentir bien pensar que tal vez lo hacía.
Que hombre más complicado. Se esforzaba recordando que él y Lord Voldemort eran entidades separadas, lo sacaba de su cabeza solo para que siguiera molestándolo con su atención.
El profesor alzo las cejas y curvo los labios, Harry lo saludo con frialdad. Viro los ojos hacia su papá que ponía trocitos de carne en el plato dorado de Sirius y se marchó. No había nada destacable en esos niños más que la inocencia de la que sus contrapartes carecieron.
La próxima vez que vio al alumnado fue al terminar el desayuno del día sabado, y aunque Sirius había sido tan bueno como para ordenar sus alimentos en la tranquila salita de la habitación, estaba destinado a ser arrastrado a otra incómoda reunión.
Harry no quería verlos, pero no tenia el corazón suficiente para mostrarse descortés frente a James. Tan ilusionado con ser padre solo hacia lo que recordaba de sus propios recuerdos perfectos, a diferencia de Sirius le costaba conectar con el carácter de su hijo.
Conducía al trote un rebaño de niños por la orilla del bosque prohibido. Harry solía refugiarse con frecuencia en las inmediaciones del lugar, la mayoría de sus recuerdos más importantes estaban conectados a él.
Sabia que para salvarse de esa desafortunada situación solo la aparición de su padrino podía ayudarlo, o que Riddle enloqueciera y asesinara a algún pobre diablo.
Para empezar James era el maestro de vuelo y el encargado de arbitrar los partidos, no entendía que hacía tan lejos del campo de quidditch. Pero tal vez la ropa de gimnasia y el sudor le diera alguna idea, sobre todo porque su padre casi saltaba frente a la fila de desgraciados.
─¡Cachorro! ─lo llamo con una enorme sonrisa llena de frescura juvenil. Atrás de él los jóvenes reales se derrumbaron sobre el pasto, agradecidos por aquel trozo de piedad─ Preparación física para el club de duelo, ¿No te unes?
Ah, un club. Que mejor instancia para forjar amistades, pero Harry ni siquiera parpadeo al negarse.
James aun así no se rindió. El atraería niños hacia su cachorrito.
─Él es mi sobrino, Harrison. ─presento brillantemente. Aunque a James le disgustara, la presencia de su hijo debía ser disfrazada.
Era de conocimiento común que bebé Potter fue asesinado hace años y que luego había permanecido suspendido en un estado de depresión, solo acompañado y cuidado por Sirius. No podría justificar la presencia de un hijo tan mayor ni deseaba atraer la atención indeseada.
Las cabecitas peludas de sus estudiantes se levantaron poco a poco del suelo, donde habían estado esperando resucitar por gracia y obra de Merlín. Miraron al joven extraño con ojos redondos y ese aire curioso que solo los adolescentes tienen.
─¡Es como su gemelo!
Harry siempre había detestado esa cara más parecida a la mascara de un hombre muerto que parte de su identidad. Pero ahora le gustaba cada vez que era reconocida.
─Yo soy más guapo. ─aclaro con la misma expresión hastiada que había mantenido desde que los vio llegar. James que había abierto la boca con la intención de soltar lo mismo frunció los labios y arrugo la nariz, indignado.
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El castillo en nunca jamás
Fanfiction[ El reflejo no era un sueño, sino la pesadilla de lo no destinado a ser.] Su vida trató sobre deber. Desde el nacimiento hasta la muerte fue un periodo de caos destinado a nutrir su sacrificio, lo sabía y estaba bien con eso. Pero ¿por qué al morir...