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Trascenderán los afectos de aquellos bien amados

─Esos ocasionales arrebatos de magia. ─Harry titubeo, tirando los dedos de Tom que se entrelazaban con los suyos.

Caminaban lentamente por los pasajes de piedra. Ahora que sabía la verdad nada se sentía igual, y tal vez fuera porque era finalmente consciente de lo que ocultaba la parafernalia alegre que el disfraz no surtía efecto.

─Los remanentes de tu manía, pero también fueron provocados por lo que Lily Evans te dio. ─contestó Tom, con tono apaciguador─ Es imposible que seas un obscurial, querido. Sin embargo eres algo más problemático.

Harry tenía la nariz y los ojos muy rojos por haber llorado tanto, y aun se sentía débil de corazón, sin embargo tuvo suficiente energía para dibujar un suave puchero y contemplar a su pareja.

─Contigo no debo preocuparme aún así

Tom apretó sus dedos traviesos y le sonrió con dulzura. ─Trabajaré duro tomando tanta magia como pueda, entonces.

Luego espero unos segundos y comento con el ceño fruncido, recriminándole.

─Imagina mi horror al ver que una creación defectuosa te había reducido a tal estado.

Harry ya no quería darle demasiadas vueltas a lo que creó allí, porque solo se sentía más terrible. En ese caso, el único que lo mantenía estable en todo sentido era el hombre que lo sujetaba muy fuerte a su lado.

─A mi, la fuente de tu vida eterna ¡Qué susto debes haberte pegado!

─Uno no puede existir sin el otro, vida mía.

Distraídamente Harry era consciente, mientras hablaban, de que aquella podía ser la última vez que recorría todo ese camino hacia los dormitorios de sus padres.

─Supongo que solo querías ver las cosas del otro lado. ─murmuró Tom débilmente.

─Pasaron muchos años. ─aportó sin dejar de observar su entorno con ojos enormes, y que poco a poco se cubrían más de nuevas lágrimas.

No quería llegar al final, no estaba listo para despedirse de James y Sirius.

─Pues todos ellos te tomaron llegar hasta aquí, sufriste demasiado. ─Tom acarició su mano. Como si para él no hubiera sido duro y difícil estar encerrado en tal páramo.

Harry se sacudió. Tom debía estar tan ansioso de finalmente dejar ese lugar y aun así se esforzaba por calmarlo y ser el pilar que necesitaba, a él, un culpable.

Cuando entraron en las habitaciones familiares, decoradas de tonalidades rojizas y alumbradas solamente por ese fuego en la chimenea que parecía eterno, no hubo alegría ni el sentido de pertenencia que encontró otras veces. Su estómago se encogió de pena.

Las manos le temblaban mucho, y a pesar del calor que había ahí adentro su piel estaba muy fría. Si no fuera por Tom sujetándolo de la cintura, habría cedido ante sus piernas débiles.

Se detuvieron entonces, porque dos figuras descansaban en los sofás. Aunque solo una parecía consciente.

El mago sufrió un escalofrío, y unas lágrimas rebeldes resbalaron nuevamente de sus mejillas antes de ser atajadas por una caricia de Tom.

Harry miró a Sirius adolorido. ¿Desde cuándo su precioso rostro lucía tan plástico? ¿y qué hay de esa fea expresión? Si sonreía, entonces esas lágrimas no tenían sentido ¡Es falso! ¡Todo era falso! Incluso su amor.

Harry entonces miró con amargura a su papá, que dormía pacíficamente contra el regazo de su marido. Para empezar James Potter nunca había lucido así, se dio cuenta.

El castillo en nunca jamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora