20. La noche del loboPretendiendo no hacer ruido James y Sirius se movieron por las habitaciones en absoluta oscuridad. Era poco más de la nueve, pero las penumbras de la noche habían cubierto por completo el castillo, y como era invierno no les había tomado más que un chocolate caliente para engatusar a su hijo y que fuera a la cama.
En realidad, aún era pronto, pero lo que pasa con algunas cosas es que es mejor asegurarse. Ninguno quería explicar a Snape un hombre lobo suelto en su escuela, si es que llegaba a darse el chasco.
Tenían mucha experiencia y tampoco resultaba difícil para dos adultos mágicamente aptos escapársele a un jovencito medio ignorante. Pero como siempre todo lo que pretendían estaba lleno más de intención que de resultados.
Y es que las almohadillas en las patas de Canuto eran un significativo beneficio, pero la hiperactiva cola que barría el aire y aporreaba las pantorrillas de James no.
El mago tomo cuidadosamente dos capas del perchero mientras el perro lo esperaba a un costado, saltando sobre sus patitas delanteras. Le hizo un gesto para que saliera y comenzó a caminar tras él.
Cuando la cola de Canuto derribo un marco de fotos en la mesita por enésima vez, James volvió a atraparlo. Es solo que esta vez el propio movimiento del hombre careció de gentileza y mientras pudo sostener la imagen su costado derecho agito el árbol de navidad, que tan bonito como se veía había sido atiborrado de adornos hasta el abuso.
─¿Papá? ─la voz tierna y algo adormecida de Harry viajo hasta ellos. James encontró la mirada de su pareja con su cuerpo congelado en una forma estrambótica.
Intento reincorporarse silenciosamente, con movimientos por demás algo humillantes, mientras luchaba en la oscuridad con las ramas del árbol para acallarle todas las campanitas y guirnaldas. Pero la farsa culmino cuando las luces se encendieron y su hijo lo observo desde el pasillo, en pijama y el ceño bien fruncido.
Sirius corrió a meterse bajo el sofá (a medias, porque una cuarta parte del cuerpo le quedaba fuera) desde donde lo miro con sus enormes ojos de perro impresionados por tan absoluta incompetencia.
─¿Dónde van? ─pregunto Harry sospechosamente. James se encontró acorralado y como para empezar nunca había sido bueno pretendiendo ser algo menos que descarado soltó la verdad a bocajarro.
Acerco su rostro al suyo, con la mirada muy animada y las pupilas tan dilatadas. ─Hoy es luna llena, ¡auuuuuuu!
A Harry esa alegría casi infantil le trajo recuerdos de viejas historias y la sonrisa le gano. ─Pero Lupin ya no está aquí, ¿Qué pretenden hacer?
Canuto salió arrastrándose de su escondite.
─¿Quién dijo que no está? ─rio James, agachándose y levantando un poco el sofá para que pudiera moverse.
El joven dudo unos segundos antes de enfrascarse en un alocado frenesí de intentos por conseguir autorización para acompañarlos, no que fuera demasiado difícil siendo quienes eran sus padres. Canuto ya lideraba el camino, marchando muy galante a su paso perruno y bastante confiado de si mismo, cuando James aun dudaba si exponer a su hijo a una aventura que siendo sinceros (y pasando por alto la constante histeria de su irremediable melancolía) deseaba desde que supo sería padre por primera vez.
─Aguardaras dentro del hechizo. ─advirtió finalmente, en mayor medida para convencerse a sí mismo sobre la irresponsabilidad que su puro instinto del desorden clamaba por realizar.
Por supuesto Harry asintió profundamente, haría todo lo que tuviera que hacerse si es que podía formar una parte pequeñita, aunque fuese, de aquel legendario momento.
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El castillo en nunca jamás
Fanfic[ El reflejo no era un sueño, sino la pesadilla de lo no destinado a ser.] Su vida trató sobre deber. Desde el nacimiento hasta la muerte fue un periodo de caos destinado a nutrir su sacrificio, lo sabía y estaba bien con eso. Pero ¿por qué al morir...