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24. No más finales felices

Lily se lavó la cara en lágrimas y observó el reflejo de la mujer que no podía reconocer. Tenía los ojos moteados de rojo, estaba demacrada y pálida, y el llanto le había corrido el poco maquillaje que tenía puesto. No parecía alguien a la que cualquiera pudiera amar, tal vez por eso James ya no la quería.

Solo era una mujer que quería a su familia reunida, ¿era complejo? para él si, porque ya no quería ni verla.

Bueno, de todos modos no había otra cosa para hacer, más que seguir adelante. Los resultados valdrían sus penurias, y entonces su mente podría descansar de esa obsesión.

La felicidad sabría tan bien, después de estar así de sola y amargada.

Inspiró profundamente, sonrió al espejo mientras alisaba su vestido y emprendió camino fuera de los baños sintiéndose decidida y lista. Entre sus dedos tenía muy apretado un frasquito de cristal.

Dio pasos rápidos y cortos, la falda de su vestido meciéndose con suavidad, y sonriendo de forma cariñosa a los alumnos que se cruzaba. Atravesó el hall del castillo, y no se detuvo incluso cuando cruzó las puertas y pisó pasto suave.

Su mirada verdosa recorrió los jardines con expresión vacía, moviéndose con cierta fragilidad escalofriante, hasta que encontró una silueta delgada. Estaba inclinado sobre un libro y completamente solo.

Sus labios se curvaron.

—Cariño. —le llamo. Su hijo levantó los ojos, viéndose tan increíblemente perfecto que Lily sintió que podía observarlo para siempre. Harry era la cosa más dulce, buena y maravillosa que había creado, y es por eso que tenía que proteger la familia que formaban.

Todo lo que hacía era por él, pero tan ingenuo como era tampoco podía entenderlo.

Él frunció el ceño mirándola, como si su presencia le trajera una pérdida. Eso no estaba bien, Harry debía respetar a sus padres, pero tanto tiempo solo con Sirius y James lo había vuelto más similar a ellos de lo que estaba dispuesta a reconocer.

—No he podido hablar contigo desde ese día. —dijo, sentándose a su lado. Harry no se veía muy dispuesto, pero tampoco se quejó.

—No sé cuán necesario es. —él fue honesto.

Lily sonrió de forma extraña hacia el lago, que frente a ellos parecía tan inofensivo y bonito. 

—Soy tu mamá.

—Y no deberías tener que recordarmelo.

Harry era gracioso ese día, gracioso e irónico. A Lily no le gusto, pues debía ser gentil y un caballero.

—Estás molesto conmigo. —entendió. Harry frunció el ceño, no había algo que le fastidiara exactamente, es solo que ella no era una madre así como él no era un hijo, por más triste que esto fuera.

—No es así. —él suspiró y arrancó un poco de hierba— Estoy cansado, y se supone que debería tener paz.

Lily detallo sus facciones. —Si, te ves muy enfermo. ¿Has estado tomando tus pociones?

Casi se rió, era un terminal ¿que más sentido tenía? Solo James, Sirius y Remus perseveraban, pero eso se lo debían sobre todo a su buen carácter, antes que a sólidas expectativas.

—No me gusta verte de esta forma. —ella se quejó, acomodando maternalmente los mechones de pelo que le caían en la frente. Noto que Harry parecía incluso divertido con su enfermedad y no estaba muy satisfecha, la salud siempre sería muy importante para un joven mago.

El castillo en nunca jamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora