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9. Almas que fueron

El campamento se construyó en torno a Dumbledore y Potter, pero ellos nunca formaron parte de él. Por un tiempo estuvo bien, a Harry realmente le molestaba la atención innecesaria que conllevaba su nombre. Pero más tarde se volvió insoportable de sostener el solo mirar desde un costado la sociedad, proteger los sueños de su gente aun cuando el jamás tendría derecho a uno. Ser el héroe que soportaba el cielo para ellos y a quien nadie estaba interesado en conocer.

Tal indiferencia que suele erigirse en torno a grandes figuras, más por propia seguridad que por otra cosa. Para un pueblo en conflicto es cómodo aceptar que sus guardianes son perfectos y desconocidos a un poco humanos, como ellos.

Era desconcertarte ver rostros preocupados en torno a su cama porque, aunque Albus siempre estuvo Harry había ansiado más. Recibir tanto sin haber tenido más que resignación era un poco extraño.

─Cachorro ─lo arrullaron.

La nariz de Sirius estaba casi enterrada en su mejilla, observándolo atentamente con esos enormes ojos de loco.

Había sido monstruoso verse acorralado por Ginny, que seguía igual a como la conocía. La bruja no había cambiado ni una de sus expresiones a como fue en su último día. Harry no sabía exactamente como se encontraba, pero el amor de Sirius y James era todo lo que necesitaba para sentir que el mundo estaba en orden.

James paso una mano sobre la nuca de su novio distraídamente. Los ojos castaños no se desviaban del rostro pálido de su hijo, toda su persona era angustia.

Harry se abrazo al cuello de su padrino y froto su cara contra el costado. El mago inmediatamente lo envolvió, apretándolo y reposando la cabeza contra la del niño. Harry disfruto su aroma que le traía paz y confort.

─Lo de hoy no volverá a pasar. ─prometió James suavemente y Harry le creyó porque en su mirada no había nada más que las promesas de seguridad que nunca tuvo.

─No sabíamos que tú... ¡Ay, Harry! ─la fina voz de Lily floto hacia la familia. Y los tres voltearon hacia ella─ No queríamos hacerte las cosas difíciles.

Un poco más alejada su madre los contemplaba. Sus delicadas manos estaban apretadas entre sí en un gesto tan Harry que el escaso resentimiento que pudo tenerle se esfumo inmediatamente.

Sirius frunció los labios en una graciosa mueca de disgusto que cuando lo noto mirando se derritió en una sonrisa.

─Esta bien. ─era extraño sentir a su madre tan lejana, a anhelarla como si aun descansara bajo una lapida y no esperar mucho. Había pasado poco tiempo, pero Harry no lograba sentir a Lily─ No es culpa de nadie.

Aun así, Harry era leal y la amaba. La quería tanto que incluso Sirius con su incondicional presencia no podía aliviar el dolor del desencanto.

─Es tu magia, cachorro. ─murmuro su padrino con ojos tristes─ Creemos que esta fuera de control.

Ay, Sirius. Era mucho más que eso, pero Harry no le diría a ese hombre tan bueno que la magia le estaba pudriendo la vida.

─Pensamos en el profesor Riddle para guiarte. ─explico su padre─ Solo si quieres.

Lily asintió con insistencia agitando su largo cabello rojo, y se apretó las manos otro poco.

Sirius no parecía muy contento por otro lado, pero Harry sabía que era debido al inofensivo rechazo por otro que le rivalizaba, aunque en realidad no existiera competencia.

─No creo que podamos molestar al profesor... ─comenzó a negarse. Harry no estaba aceptando la orientación de la espléndida versión de Voldemort, por más que Dumbledore lo aceptara.

El castillo en nunca jamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora