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8. Por todos los sueños inconclusos

─No soy ni seré Voldemort entonces ¿Por qué lo siento bajo mi piel todo el tiempo?

Dumbledore apretó los labios y alejo sus ojos claros como si se estuviera guardando una gran cosa para sí mismo. A Tom le seguía pareciendo tan ridículo como en su época porque, aunque el artista había hecho maravillas al retratar nada más que su justa cantidad de aura, el viejo maldito de pronto le resultaba más y más molesto.

─La conexión que tenía con Lord Voldemort no desapareció. ─dijo después de un rato─ Solo se transformó y heredo. Ustedes siempre permanecerán en par, y aunque no lo conoces más que todos en este castillo lo puedes sentir porque el es para ti como el sol para luna.

Tom amplio los ojos en un sentimiento de puro disgusto, sus facciones crueles se volvieron un poco más altivas al devolverle la mirada. ¿Cómo había caído Tom de mantener un fiel sequito a oír las blasfemias de este anciano?

─Todas tus respuestas están siempre adornadas de tanta azúcar.

─Y aun así me sigues ahogando en amargo té, cualquiera diría que siendo tan listo entenderías una indirecta.

Tom se sentó con indiferencia en la silla de Snape y apoyo el mentón sobre sus manos entrelazadas. De pronto parecía casi triste por lo que sea que pasara por su mente, pero era difícil valorar cualquier fugaz emoción que le cruzara por los ojos, cuando toda su cara era una máscara de amargura.

─No le fabriques ideas.

─¡Ah! ¿Qué es lo que te preocupa? No pareces importarle tanto como él a ti.

Tom gruño al cuadro que de pronto parecía especialmente alegre. Con un giro de la mano una taza humeante apareció entre los dedos largos del antiguo director.

─¿Sabes que podría no beberlo? ─pregunto Albus conspirativamente. Pero al segundo siguiente, tal vez porque se aburria demasiado, tomo un largo sorbo─ Tampoco creo que tarde mucho en sospechar algo, es un chico bastante astuto. Sigue recordándome a ti.

Tom bufo violentamente y le dio la espalda.

─Mide lo que dices. ─recordó después de un momento. A Tom no le interesaba que su hasta entonces cómodo estado se tornara algo menos que pacifico, era aún la débil idea atrapada de un corrupto.

Albus frunció la nariz mirando el té.

─Ustedes solo siguen viniendo a mi por consejos. ─se encogió de hombros, con una expresión humilde que decía "solo soy un cuadro"

Tom cerro los ojos y permaneció en el asiento, con la expresión de quien carga un insoportable disgusto. De vez en cuando oía los sorbitos de Albus al tomar té y alguna que otra tos o exclamación asqueada.

─Hay una situación en el salón del profesor Flitwick. ─escucho la voz rasposa de Phineas Nigellus. Tom permaneció indiferente, no era el director para consolar a quien sea el mocoso que encantara su propio incompetente trasero─ Creo que involucra al joven Potter.

Abrió los ojos fríamente y observo medio perdido la pared por un rato. Al tiempo se levantó cuan alto y digno era, arreglando orgullosamente su traje, para marcharse con pasos largos. Solo escucho las risitas de Dumbledore antes de dar un furioso portazo. Él ya no volvería.

Tom siempre había conocido Hogwarts y movido a través de él con la facilidad de quien deambula en su propio hogar. No tardo demasiado en atravesar con expresión amargada la entrada de la clase de encantamientos, su cuerpo más tenso de lo que parecía y un aire aprensivo escapándosele.

El castillo en nunca jamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora